Conduzco en dirección a mi casa de muy buen humor y relajado, y no es gracias al vino, es por lo bien que acabó la cena. Valería es una maravillosa compañía, alegre, simpática cuando quiere. Yo no me quedo muy atrás, modestia aparte hay que felicitarme por mi ejemplar comportamiento de caballero, no la presione, ni la hostigue con mis pendejeras, mantuve controladas las ansias y respete su espacio, que se sintiera cómoda mientras conversamos, como premio ella se abrió como una flor que obsequia su exquisito perfume y compartió lo más íntimo de sus pensamientos, su alma a través de sus sueños, sus metas, su relación con mis hijos y en otros momentos fue divertida, con esa especial manera de ver la vida, optimista. Escuché lo que dice y lo utilice a mi favor. Ella dijo que "tenemos el amor que merecemos", bueno, ella merece lo mejor, ser amada, valorada, respetada y yo estoy más que dispuesto a ser el hombre que la llene de detalles, romance, que la trate como una reina, como la más amada de las mujeres; y aunque el deseo de tomarla entre mis brazos y hacerla mía era irrefrenable, arrancarle el insinuante vestido que mostraba la más excitante vista de nacimiento de sus senos, aguanté, como el que espera el premio mayor a su esfuerzo. Por Valería vale la pena esperar. Ella vale la pena. No la quiero por una noche, para apagar el calentón del momento. Yo la quiero para pasar todo lo que resta de mi vida junto a ella, viéndola madurar, dejando atrás la chiquilla de mirada triste para consolidar la mujer sexy y empoderada en la que se transformó. Cuando la conocí era muy joven, insegura de si misma, cargando a cuesta un dolor más grande que ella misma, que no le permitía ver lo maravillosa y única que es. La vida la obligó a tomar decisiones y éstas la han hecho madurar y conseguir la seguridad de aquel que procedió bien. Pese a las adversidades ha triunfado, no flaqueó, se levantó firme sobre sus dos pies y encaró la vida sin dejarse amedrentar, por el contrario, conquistó su destino y salió victoriosa. Esa es la Valería que es hoy por hoy, fuerte, inteligente y lo mejor, no perdió en el camino esa calidez, a pesar de lo duro que lo ha tenido. Valería debe volver a mi vida, junto a nosotros, enamorarla otra vez, ese debe ser mi objetivo a alcanzar.
Mañana conseguirá esperándola en la cocina un gran ramo de rosas rojas, que mi cómplice José le subirá, con una pequeña nota agradeciendo la magnifica velada. Esperemos que esta vez las flores no terminen en el cesto de la basura. Si bien vienen días difíciles, en la oportunidad que se presente seguiré teniendo detalles románticos con ella. En algo debe servir, como borrar el modo como habla de nosotros, es un puñal que se entierra en mi corazón cada vez que se refiere a nuestra relación como superada, pero no significa que la pelea está perdida, porque de que se la quito al medicucho se la quito.
Llego a mi casa. Al entrar a la penumbra el silencio me recibe. Atravieso la estancia sin necesidad de perder una luz. El eco de mis zapatos es lo único que se escucha. Después de subir las escaleras entro a la primera habitación, la de Lili. De pronto me espera despierta para intercambiar impresiones sobre la noche. Es mi compinche y seguro está loca por saber los pormenores de la cita. Asomo la cabeza en el interior de su dormitorio y con terror la descubro vacía. Mis nervios se alertan y voy apresurado al siguiente cuarto, el de Naty... Ahí aliviado descubro que mis tres hijos duermen juntos en la cama, quizás se quedaron dormidos viendo televisión. Ahora sí respiro con normalidad. Me detengo al pie de la cama con las manos en los bolsillos del pantalón, contemplandolos dormir plácidamente. Augusto duerme protegido en medio de Lili y Naty, que reposan cada una su respectiva mano en el pecho del chiquito, demostrando su amor por su hermano aún dormidas.
Mis tres hermosos y maravillosos hijos, cuan orgulloso y feliz estoy de ellos. Están aquí bajo mi techo y mi ala protectora, como los pollitos, seguros y protegidos. Falta la rubia, pero si lo pienso bien, antes faltaban dos, ahora sólo una.
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—Nena, si deseas vomitar otra vez, hazlo, yo sostengo tu cabeza—. Le digo a Naty acariciando sus cabellos para consolarla.
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Cuando Tenga Alas ©
RomansaAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...