Capitulo 49 Algunos se marchan y otros regresan♥

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—Debemos ser realista y tener el valor de reconocer que este matrimonio fracasó—. Aurora me recrimina con justa razón.

Hace mucho tiempo atrás comprendí la gran insensatez que cometí al proponerle matrimonio y no se diga el casarnos, en ese momento me gradué de irresponsable con honores. Es que creí que al unir mi destino con Aurora, era la manera más segura de mantenerme alejado de Valería, cuando en realidad, ella estaba muy lejos de mi vida, se había ido y no tengo la menor idea de su paradero. Pensándolo fríamente, no tenia sentido involucrar a esta mujer, actué de una manera impulsiva, egoísta e inconsciente y ahora lo estoy pagando, lamentablemente ella es una víctima colateral de mis malas decisiones.

La miro caminar furiosa por la habitación que compartimos, soltando reclamos. Si se puede llamar compartir a entrar únicamente cuando estoy seguro que duerme. Mis hijas por fortuna no se encuentra en la casa, están en la de Marta, cuidándola, la pobre no se siente bien. Esta es otra mas de mis preocupaciones. No me muevo, me mantengo sentado en la cama mansamente, como el que no tiene elección, con las manos entrelazadas y los brazos apoyados en mis muslo; por lo menos le debo la consideración de estar callado mientras ella descarga todos sus reproches. Se detiene frente a mí para mirarme seriamente a los ojos, en los suyos se vislumbra el dolor y eso realmente me mortifica. El que no la ame no significa que no me importe que sufra.

—¡Nunca debimos casarnos, tú evidentemente no me amas y para ser honesta me cansé de ser la única en llevar esta relación...! ¡Es que has llegado al punto que ni siquiera lo intentas y eso es inaceptable! ¡Un matrimonio es cosa de dos! ¡Tú me tratas como si fuera la persona más irrelevante de tu vida! —Me reclama al borde del llanto, está haciendo un gran esfuerzo para contener las lágrimas. Yo no hablo, ¿para qué? Lo que expone es la absoluta verdad, y yo no tengo una excusa decente con la cual defenderme—. No me tocas, Alejandro. ¿Sabes desde cuándo no hacemos el amor? —Guarda silencio para que yo responda. Niego en silencio—. Hace más de un año y antes lo hacíamos de tanto que insistía. ¿Tienes idea lo que eso afecta en la autoestima de una persona? Me siento fea, que no inspiro ningún deseo. A mi propio esposo, el que se supone me ama, no me desea.

—Aurora, yo... Tienes razón, lo siento—. Pierdo interés al entender que no tiene objeto cualquier intento de justificarme, no hay nada que me excuse, así que dejo caer los hombros vencido.

—¡Maldición, Alejandro! ¿cómo puedes responder simplemente "lo siento? —Pierde los estribos al ver mi ineptitud—. ¡Me cansé! ¡Me cansé! ¡No puedo seguir compitiendo contra ella! —Frunzo el ceño y la miro. ¿Albergara celos por la que fuera mi esposa? Si ni siquiera la conoció.

—Por Dios, Aurora, Micaela está muerta, ella no tiene nada que... —Dejo la frase en el aire por su enérgica manera de negar con la cabeza.

—De Valería, de esa muchacha—. Aclara, y ahora me sorprendo—. Tus hijas actúan como si esa chica fuera a entrar en algún momento por la puerta, tienen tantas fotos de ella como de su madre... —No sé cómo actuar, ni mucho menos decir ante esta recriminación—. ...El amor que las niñas guardan por esa chica parece la llama olímpica, no se apaga, y lo más intolerable es que pronuncias su nombre mientras duermes y eso me hiere hondamente. Me humilla que llames a otra mujer estando a mi lado—. Se le quiebra la voz mientras lleva sus dos manos al pecho, rendida ante su despecho. Trago grueso, sintiéndome tremendamente culpable por todo lo que Aurora ha estado sometida por mi inconsciencia.

—No sabia que tenias todo eso represado. ¿Por qué no lo habías dicho antes? Lo pudimos hablar—. Tras decir la mirada de Aurora se torna cristalina por las lágrimas que se acumulan.

—Porque sabia que cuando llegara el momento de ser honestos, nuestra relación acabaría y tenia la leve esperanza de arreglar las cosas entre los dos, lo cierto es que no estaba preparada para terminar con este matrimonio. ¿Es que no notas que te amo? —Por fin las lágrimas liberadas ruedan por sus mejillas—. ¿Por qué crees que he soportado tanto, Alejandro?

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora