CAPITULO 20. Resistencia

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*Selen*

Un grupo de personas que merodean por la acera me sobresaltan, mientras otras caminan por la acera contraria con botellas en provocación y elevan el tono de voz, son jóvenes en su mayoría, lo que me parece curioso que estén tirados en la calle hasta tan tarde. Brad estira de mi mano para que lo siga y no detenga el ritmo, entiendo que debemos mantener el perfil bajo.

Nos detenemos frente a la puerta de un edificio al volver una esquina. Un tío tan grande como un castillo custodia la entrada, en primera instancia resulta intimidante y amenazador cubierto por una chaqueta antigua de napa oscura, en cuanto lo repaso pienso que está al punto de atacarnos y me tenso poniendo en guardia mis instintos osados, pero su gesto se dulcifica en cuanto reconoce a Brad.

- Hola Brad, ¿eres tú?- Su voz suena melodiosa y juguetona y se inclina a dar le dos besos en las mejillas. Sus maneras y ademanes frente a Brad me hace pensar que el chico de dimensiones descomunales está más que alegre de ver a Brad, sin duda le gusta lo que ve. A mí me observa con algo de recelo. Me pregunto que habrá ocurrido en el mundo para que una persona como el grandullón que podría ser totalmente cordial, amable y adorable, se fuerce a oprimir sus sentimientos de tal forma que su gesto sea el de una alimaña a punto de atacar a la yugular.

- Hola David, ¿podemos pasar?- Brad se aferra a mi cintura y el tal David no pierde detalle de ello.

- Claro, cariño pasad.- Contesta el cancerbero en su tono más aterciopelado empujando la pesada puerta y dándonos paso a una especie de Bar en un salón con varias mesas ocupadas y una pequeña mesada al fondo.

- Si llevas armas debes dejarlas a la entrada.- Sentencia David como si hablara de algo banal mientras repasa el cuerpo de mi morenazo sin miramientos.

Me sorprendo al ver como Brad saca de la cinturilla de su pantalón un arma de pequeño calibre y lo entrega a otro hombre más joven pero no menos amenazante que también nos saluda, se limita a un leve gesto con su barbilla. Su rostro está lleno de cicatrices y sus ropas oscuras son elegantes pero desgastadas.

- Está en la sala.- le indica el segundo hombre con un tono de voz tan bajo que apenas capto el significado de las palabras, pues tengo que leer sus labios porque la música de fondo que se escucha es ruidosa y estridente.

Nos adentramos en el local casi atientas, la iluminación es mínima, podría decirse que estamos en la taberna de Nosferatum si nos atenemos a la decoración decadente y polvorienta, reparo en la camarera de la barra del fondo y podría pasar por vampiresa perfectamente con su gran escote en V donde rebozan sus grandes senos de piel nívea que contrasta con la larga cabellera oscura que cae sobre sus hombros, mientras su maquillaje sombrío destaca sobremanera el carmín de sus gruesos labios, lo más chocante es que si retiramos la parafernalia no debe ser mucho mayor que yo, nos mira clavando la mirada en el moreno de ojos verdes, le guiña un ojo descarado y sus labios rojos se ensanchan en señal de bienvenida. Brad pretende indiferencia, pero no puedo obviar que la vampiresa le gustaría hincar el diente en mi compañero y un calor rabioso asciende por mis venas nublando parte de mi sentido común.

-¿También la conoces?- le reclamo a Brad que se sonríe socarronamente.

- No, pero no me importaría.- Contesta provocando me mientras bufo por lo bajo.

Nos internamos tras una cortina gruesa y pesada que separa una sala más pequeña, pero más acogedora hay una única mesa donde tomamos asiento junto a un chico joven que oculta su mirada bajo unas gafas oscuras y lleva un gorro de fieltro negro de los antiguos ocultado gran parte de su rostro. Fuma como un cosaco con tanta avidez que parece que cada calada fuese su último aliento. Sustenta el cigarro con dedos temblorosos y no puedo por más que ponerme en alerta ante un individuo tan desconcertante.

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