*Brad*
El sonido característico de los avisos de mi móvil zumba haciendo vibrar el dispositivo contra la madera de la mesita auxiliar. Me intento incorporar en la estrecha cama, pero el cuerpo de Selen se enrosca a mí de tal forma que me siento incapaz de zafarme. La llamo susurrando su nombre con suavidad, pero tan solo se revuelve apretando su agarre. Me rio pues resulta gracioso como pretende mantenerme anclado a su cuerpo por toda la noche. Termino retirando su brazo a la fuerza pues su colaboración es nula y lo dejo con cuidado sobre su costado para no molestarla.
Apoyo mi espalda sobre el sencillo cabezal de madera y atrapo mi celular alargando el brazo liberado hace escasos segundos de mi dulce captora. Verla dormir es toda una experiencia, sus rasgos se suavizan y destensan, sus preocupaciones se esfuman y el descanso y paz que me trasmite el leve respirar de su pecho me relaja. Me acerco a retirar le el cabello rebelde y enmarañado en mechones azulados y castaños oscuros del rostro. Sus pecas marcan la nariz y pómulos levemente formando una espiral caprichosa en la que me gusta perderme, me acerco a depositar un beso sobre la punta de su nariz algo respingona y se remueve ante mi toque.
No sé si estuvo bien aceptar lo que ella me ofreció, yo lo deseaba igual que ella a mí, pero era mi obligación haber sido sincero totalmente con Selen, merece saber quién soy y qué tipo de persona acogió en su corazón, tarde o temprano caerá la fachada de mentiras que acarreo como una coraza que me protege de los enemigos de esta ciudad y no sé cómo reaccionará mi pequeña Cordial a todo eso.
Ella me importa y no deseo herir sus sentimientos, no quiero que piense que solo la utilicé, nada más lejos de la realidad. Desde un principio quise protegerla, en cuanto la relacioné con la chica Cordial que huía en el callejón de detrás de su centro de Estudios, pero nada me hacía adivinar que la amenaza más certera venia de mi mismo.
Soy un hombre que no tubo victorias fáciles, me forje a base de grandes derrotas, las lecciones se aprenden con más sangre que tinta, y si algo aprendí en esta corta vida de Sin Facción es que lo más valioso no es lo que tienes, sino a quien tienes a tu costado.
Acaricio la mejilla de de la chica suavemente con el dorso de la mano y pienso que no quiero estar al costado de nadie más. Me gusta todo de ella, sus maneras de expresarse, sus ademanes de frustración, la forma de arrugar la nariz cuando algo no le gusta, como se encoge de hombros cuando no se siente segura y sobre todo como le brillan esos espectaculares orbes azules cuando me mira con esa intensidad en la que parece inmersa, como si yo fuese su centro de gravedad en el que ella orbita. Me río al recordar cómo se reía la noche que le lancé mi letal ataque de cosquillas, su risa era limpia, inocente y transparente. Ninguno de los adjetivos se me podría aplicar, hace tiempo que perdí todos ellos en algún momento de mi iniciación Erudita.
Todavía no puedo creer que me dejara tomarla, a pesar de su complicado trauma ella confió en mí plenamente, de tal forma que no permitió que sus miedos la volvieran a atenazar bloqueándola. Sin duda ha sido una de las mejores experiencias sexuales de mi vida, dado que debían darse demasiados parámetros para culminar con éxito, todo se desarrolló de una forma natural y espontanea como si hubiésemos nacido el uno para el otro.
Sé como Erudito que acabo de pensar en una tontería incoherente, pero me gusta sentir que esto es así, que la teoría de la media naranja existe aunque me tachen de cursi, estoy seguro que jamás me atreveré a decirlo en voz alta, eso supondría admitir en toda regla que estoy enamorado de ella, por el momento es un sentimiento demasiado fuerte que prefiero guardar en mi pecho a buen recaudo. Bastante cedí admitiendo que la considero mi chica, solo ver la expresión de su cara cuando accedí a que me llamara "su chico" ya valió la pena.
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UNFACTION
FanficAviso: II Spin- Off de "Nat la perfección Divergente". Tras no superar Selen su iniciación en Osadía, ni ella misma era capaz de saber que sería de ella a partir de ahora. Todo parecía que era el fin, a sus 16 años había fracasado estrepitosamente...