CAPITULO 53. Un simple polvo

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*Brad*

Estoy hecho un lio totalmente, entre lo de mi nueva familia y la misión de Selen, siento que mi mundo esta lleno de mentiras y entramados oscuros que temo aclarar por miedo a que me dañen. De todas formas lo que más me preocupa es mi pequeña cordial, sé que tengo que dejar espacio a Selen, debo cultivar mi lado abnegado. Tiene derecho a vivir su vida asumiendo sus elecciones y ella luchó por su ingreso en Osadía. Resulta injusto que la ponga entre la espada y la pared solo por puro egoísmo, recibiré de ella lo que esté dispuesta a darme. No puedo pretender que me entregue algo que yo mismo no estaría dispuesto a dar le, porque si nos roban nuestras elecciones, no somos nadie. Solo individuos desnaturalizados viviendo en una piel que no nos gusta, demasiado estrecha para movernos con soltura y no puedo colocar a Selen en esa posición si realmente la amo.

Suena el timbre y voy a ver quién es, solo pensar que pueda tratarse de la chica de cabello azulado mi ritmo cardiaco se altera, acelerando como un deportivo de máximas prestaciones. Pero nada más lejos de la realidad. Es el capullo de Alek, solo ver le la cara de niñato quiero romperse la, pero recuerdo que también es uno de mis mejores amigos y el baterista de mi grupo de música, así que me resisto a desahogar me con él, aun que ganas no me faltan.

- ¡Anda! Si te soltaron los Osados ya.- Me dice con sarcasmo.- No hay nada como tener buenos contactos Osados, sobre todo si te los follas con ganas.

- Cierra el pico Alek o te romperé cada uno de esos dedos que usas para tocar la batería. Tendremos que buscar nos otro baterista y ya no habrá más razones para no retorcerte el cuello- Hoy no es el mejor día para tocar me las pelotas. Si Alek supiera que mi tío es Cuatro el líder de Osadía, le daba un síncope cayendo de golpe al suelo del impacto. Así que le paro los pies tan pronto me pincha con el tema de la pequeña Cordial.

- Vete a la mierda Brad.

- Lo mismo digo.- Lo veo perderse hacia su habitación y respiro hondo perdiendo toda esperanza de que mi chica vuelva. No quiero llamarla, eso sería presionarla. Si vuelve debe ser por iniciativa propia, no porque se vea obligada.

- Vaya, tío. ¡Menudo recibimiento! Se nota que os queréis.- Se carcajea Kevin a pocos metros de mí, viene de la cocina.

- Cuando se pone en ese plan no lo soporto Kevin.- Confieso.

- Vale, vale. Relaja hermano, no somos el enemigo. Somos tu familia no lo olvides.- Se acerca a depositar su palma sobre mi hombro, informando me que tengo su apoyo.

- Voy a vestirme que quiero ir a recoger a Tina a la salida de su turno de trabajo.- Se dirige a la habitación de Tina, hace varias noches que comparten alcoba y tiene más ropa desperdigada por la habitación de ella que en la suya propia. Asiento con mi barbilla dirigiéndome a mi habitación.

Pero de vuelta a mi alcoba suena el timbre de nuevo, empiezo a tener complejo de portero, pero como la esperanza es lo último que se pierde, giro sobre mis pasos y deshago el camino hasta la entrada a la espera de encontrar a la chica que me desvela el sueño.

Mis ojos se abren como platos al ver a la morena que se aposta en la entrada. Sorprendido por su aparición en el sector abandonado, me quedo sin palabras.

- Hola Brad, ¿no invitas a pasar a tu prometida?- Su voz melosa y engañosa intenta engatusarme.

- ¿Cómo averiguaste mi dirección María?- la increpo con el tono más neutral del que soy capaz.

- Un buen amigo cordial me ayudó amablemente.

- ¿Des de cuando tienes amigos cordiales? – la interrogo receloso, pues mi dirección pocas personas tienen acceso a ella.

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