Capitulo 85. EPILOGO

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*Mara*

El muchacho estaba recogiendo el material escolar dentro de su mochila, como siempre se tomaba su tiempo para hacer lo, ello ocasionaba en la mayoría de veces ser el último en salir de clase. No me importa esperar me, así que remoloneo expiando con cautela la calidez de sus ojos de un color marrón café que tienden al ámbar a causa de la luz que entra por el ventanal del aula.

Lo observo desde varios pupitres más atrás, de complexión menuda y demasiado alto para su edad. Su vestimenta oscura Osada acentúa su delgadez pero es la única manera de que Leo Eaton parezca más Osado, a pesar de su apellido.

El cabello castaño y ondulado contrastando con sus rasgos marcados y atractivos, recordando a los rostros helénicos de las estatuas que aparecen en los libros de texto de historia, de labios voluminosos y perfilados, el inferior bastante más grueso que el superior, llamando me poderosamente la atención. ¿Cómo sería besar los?

Borro de mi mente ese pensamiento - no es prudente hacer lo – me reprende mi sentido común. Así que me centró en los grandes ojos expresivos del muchacho, protegidos por una tupida hilera de largas pestañas refugiadas bajo unas gruesas y oscuras cejas. La delineada mandíbula y nariz generosa compensando la armónica distribución del juvenil rostro. Pero si algo en concreto me gusta de Leo es su sonrisa, enmarcada por una bonita fila de dientes blancos y ordenados que rememoran en exceso el gesto de su Osado progenitor y líder de la facción Osada Theo Eaton.

Sé que esto no esta bien, Leo es mi primo segundo, aunque sea familia lejana no esta bien que despierte en mí ese tipo de sentimientos, pero ¿Qué puedo hacer? No lo puedo evitar, me gusta.

Tengo asumido que él nunca me verá de la misma manera que yo lo veo, solo soy una cría del montón, pero"del montón de las feas", como suele burlarse Eric, aunque suene vejatorio no puedo rebatir los argumentos de uno de los grandullones gemelos primos de Leo, estos se pasan la vida inventando artimañas para hacer me la vida más difícil, pero ya estoy acostumbrada a lidiar con ellos, en el fondo solo me molestan para poner me a prueba. Van dos cursos por encima del mío y su madre Nat siempre les regañaba cuando llega a sus oídos de alguna trastada sobre mi persona.

En realidad Natalie Eaton es la mamá más increíble que se pueda tener, estoy decidida a que algún día seré como ella, me encanta imaginar me como una heroína que todo el mundo admira, "Five" es el sobrenombre por el que se le conoce en la facción, posee el record femenino de miedos en la facción Osada siendo todo un prodigio con 5 únicos miedos a sus espaldas, solo superada por la leyenda osada de "Cuatro".

Sin embargo se requiere demasiada imaginación para comparar me con ella, soy tan poca cosa, con unos discretos ojos verdes escondidos tras unas gruesas gafas para corregir la miopía, el cabello castaño siempre recogido en una trenza bien enlazada, y un cuerpo que no posee a penas ningún músculo desarrollado, escondido bajo mis ropas descaradamente Sin Facción, pues el origen de mi padre me obliga a llevar las ropas indicativas de sus orígenes Abandonados. Como odio que me discriminen y segreguen solo por ese motivo. Los Osados pueden llegar a ser muy crueles, de eso no me cabe duda, de la valentía a la ferocidad apenas hay un paso. Estoy orgullosa de todo lo conseguido por mi padre, Brad Prior durante años ha conseguido más mejoras para los Sin Facción que nadie en la historia de la ciudad y eso no es algo de lo que avergonzarse.

Leo Eaton me guste o no, forma parte de mi familia aunque sea de quinto grado, sé a ciencia cierta que nunca me tomará en consideración, aunque me convierta en la mejor Osada de todos los tiempos, así que no merece la pena comerse la cabeza en ello.

- ¡Vamos Leo! siempre el último. - Le recrimina Tobias, asomando su cabellera rubia por la puerta, es el menor de los gemelos desde la puerta del aula se aprecia el exuberante cuerpo del chico en plena exultante pubertad. Los osados des de jóvenes se preparaban físicamente todos para afrontar la dura iniciación en caso de que tomen su elección por Osadía, así que los gemelos son todo un ejemplo de esta tradición. Por unos segundos la brillante mirada azul eléctrico de Tobias se fija en mí y no le queda otro remedio que saludar me.

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