CAPITULO 4. El Bar de Joe

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*Selen*

Tardamos unos 20 minutos en llegar por una vía de doble dirección e insuficientemente iluminada, dejando a banda y banda edificios sucios y maltrechos que con la mortecina luz estelar no invitaban a caminar por sus aledaños. De vez en cuando alguna farola precariamente iluminaba un trozo de acera bacheada y deteriorada. Definitivamente el sector abandonado carecía de servicios mínimos de mantenimiento.

Kevin maniobro bruscamente y se introdujo en un callejón dándole acceso a un parking subterráneo mal iluminado, pero con plazas libres suficientemente grandes para su camioneta. Un señor mayor que parecía indigente, pues tenía un carrito con varios cachivaches con pertenencias a su costado se acercó y Kevin le lanzó un pequeño paquete. Al parecer este señor se encargaba de que el vehículo de Kevin se mantuviera intacto en nuestra ausencia a cambio de alguna lata de conserva de comida.

Al salir a la superficie me encontré bastante desorientada, intenté ubicarme pero no conocía la zona del sector en que nos encontrábamos. Junto a la carretera un antro se diferenciaba del resto de edificaciones, un parking repleto de motos y algunos coches se estacionaban junto al lugar. El cartel sobre la puerta rezaba "Bar de Joe" un gran tipo con cara de pocos amigos cubierto por una chaqueta oscura estaba plantado dejando notar que era el cancerbero del establecimiento que íbamos a visitar. Nos abrió la puerta y al reconocer a Kevin, su gesto se volvió amigable y soltó un monocorde saludo.

El local estaba lleno, ¿cómo era posible que en día laborable esta gente estuviera aquí? En realidad no conocía nada de ellos, no podía dar por buenas las explicaciones que me habían dado en mi facción de Origen. Ellos eran defectuosos, no encajaban, no se adaptaban, rebeldes, inestables y a veces peligrosos, debían tenerlos controlados y atados corto para evitar problemas. Pero nada de lo que había visto durante el día de hoy cuadraba con ello.

Observé cómo la gente sonreía, bromeaba, charlaba en una extensa barra, en una zona amplia del local bailaban la música pegadiza que atronaba en todo el local y que invitaba a mover el esqueleto, la mayoría bebían portando sus copas y otros comían en una zona apartada en una especie de comedor, inmediatamente me hizo sentir como en un flash back que estaba en Osadía. Si esto implicaba ser un Sin facción, juro que no me importaba, todos ellos parecían estar bien con ello. ¿Por qué tendría que juzgarlos?, cómo a mí me había juzgado y sentenciado mi familia sin posibilidad de defensa.

Sentí que quería ser parte de ellos, bailar y pasarlo bien sin pensar y dar más vueltas, quería pasar página. Nos acercamos a la barra y Tina pidió por mí una bebida dulzona pero ardiente que bajó quemando mi garganta. Me gustó la sensación que me dio, aligerando mis pensamientos y aflojando mis músculos, la sonrisa salió más fácil, las palabras comenzaron a brotar sin filtro y mi cuerpo me invitaba a moverse al ritmo de la música. Por primera vez el alcohol tomaba mi torrente sanguíneo y era agradable, para que engañar me. Durante mi iniciación me había convencido que debía mantenerme abstemia pero qué más daba ya.

Un chico alto y moreno se acercó en la barra a servirme otro trago y saludó a Tina. Sus facciones marcadamente masculinas y de perfección helénica me obligaron a sonreír mostrándole mis dientes ampliamente.

El atractivo camarero era bastante cautivador, andaría por las veinte primaveras, sus verdes ojos notaba como me observaban de tal manera que me sentía profanada. Pero no me importó, pues yo también lo repasaba con descaro ayudada por "mi amigo" de sabor dulzón. La camisa oscura que se acoplaba a la perfección a su cuerpo daba poco a la interpretación, adivinaba un torso fuerte y amplio, sus brazos generosamente formados y desarrollados daban una idea de la magnitud de su potencial. ¡Vaya! Hasta un ciego le hubiera dado el visto bueno.

- ¿Qué hay Tina?- Saludó con voz ronca y profunda. ¡Madre Santísima! Que timbre de voz, ese hombre con solo hablar podía tenerte a sus pies.

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