Me había criado en Cordialidad, un ambiente ideal para criar a niños dulces, risueños y gentiles, alejados de las necesidades mundanas, no conocía el hambre, ni el frío, ni el trabajo de jornales de sol a sol. Tan solo colaboraba en las tareas comunes y ayudaba en los huertos cordiales en momentos puntuales de temporada alta. Todo este mundo era nuevo para mí, la tarjeta que me entregaron en Osadía con un pequeño saldo monetario para subsistir durante el próximo mes era lo único que tenía y debía administrarlo con tino, hasta que me asignaran un trabajo.
Salimos al salón y nos dirigimos a una pequeña estancia anexa a modo de sala de juegos, me sorprendió de encontrar allí a dos chicos sentados en un sofá biplaza, bastante destartalado que había al fondo de la pequeña estancia. Los chicos no miraron indiferentes sin prestar la menor atención mientras competían concentrados en el juego de consola que había plantado frente a ellos. Uno de ellos no llevaba camiseta, mostrando su buen estado físico, el chaval era delgado y de complexión compacta y fuerte, su altura hacia que encorvara la espalda al estar apoyando sus codos sobre las rodillas mientras manejaba el mando de la consola, sus rasgos aniñados lo hacían ver menor a pesar de su envergadura, su cabello lacio moreno y disparado hacia cualquier lado le daba un aspecto desenfadado. Este maldijo cuando el juego acabó con resultados nefastos para él y lanzó el mando con frustración encima de una pequeña mesita de centro que había ante ellos.
- ¡Hey! Alek aprende del maestro. ¡Chupa te esa!- Vaciló el castaño sintiéndose superior ante el disgusto del moreno.
- ¡Vete a la mierda Kevin con tus malditas lecciones!- retó Alek exponiendo el torso al enderezar su espalda.
Su contrincante se alzó a celebrar la victoria, pues había ganado la partida y en ese momento paro en cuenta que una chica de ojos y cabello azul intenso los observaba. Este por lo menos llevaba camiseta blanca con un garabato escrito por delante en negro y al levantarse se ajusto los pantalones deportivos que colgaban precariamente de sus caderas cosa que no pude evitar visualizar, mis ojos quedaron atrapados en un tatuaje bajo la cinturilla del pantalón. Al moverse el castaño hacia nosotras el borde de la camiseta ocultó el diseño dejando me con la duda de si el chico que tenía ahora ante mi era de origen Osado, cosa que me aclaró el mismo cuando me tendió la mano sacudiéndola en un saludo muy Osado, mi duda había sido despejada.
- Soy Kevin y este es mi compañero Alek. Bienvenida a nuestra super mansión.- Una cálida sonrisa se dibujó en su rostro y me sentí más relaja ante mis nuevos y muy interesantes compañeros.
Ofrecí mi versión más cordial que pude lograr. Deseaba confraternizar, era de vital importancia que la primera impresión fuese buena, mi timidez y introspección debía menguar significativamente, si quería que esto funcionase.
- Gracias, soy Selen la compañera de habitación de Tina.- Intenté que mi voz sonara tranquila y parece que lo conseguí.
El moreno que continuaba sentado en el sofá se levantó dando me la razón, su estatura efectivamente intimidaba. Sus oscuros iris chocolate no me anticiparon ninguna información, Alek tan solo se acerco de improviso cuando creía que me saludaría extendiendo un saludo Osado con su mano, de pronto cerró el espacio entre nosotros dejándome observar en primer plano su incipiente bello facial a los lados de su mandíbula y me soltó un beso en cada mejilla. ¡Vaya! no esperaba para nada tal muestra de afecto.
- Los Sin facción no son remilgados con los saludos.- Me dice Alek con media sonrisa al ver que me sonrojé. Tanto Kevin como Tina soltaron una risilla cómplice.
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UNFACTION
FanfictionAviso: II Spin- Off de "Nat la perfección Divergente". Tras no superar Selen su iniciación en Osadía, ni ella misma era capaz de saber que sería de ella a partir de ahora. Todo parecía que era el fin, a sus 16 años había fracasado estrepitosamente...