CAPITULO 7. Purificación

108 8 2
                                    

*Brad*

Aquella chiquilla se había dormido en el coche profundamente. La observé con detenimiento y sentí un rastro de familiaridad hacia ella a pesar de que nunca había tomado contacto con la chica, desde que la encontré hacia un año aproximadamente escondida contra una columna huyendo sabe Dios porque de aquel Cordial, su mirada asustada azul violaceo me suplicó desde su escondite que no la descubriera, despertando en mí un innato instinto protector.

Los cordiales no abundaban por estos lares y aún más extraño era saber que se había trasladado a Osadía. ¿Qué andaría mal en su cabecita para haber tomado aquellas decisiones tan poco acertadas? Desde luego tenía una parte Osada asimilada a su carácter, pues aún recordaba como hacia menos de una hora tuve que luchar para retirarla del cuerpo del Abandonado para que no acabara con su vida. Aunque es cierto que le hubiera hecho un favor a la humanidad librándonos de escoria como aquella. Pero como solía decir mi madre. "Qué derecho tenemos a quitarle la vida a otro ser, es acaso de menor valor una vida que otra.". No soportaba que siguieran presentes en mi memoria las escrituras y manifiestos de mi facción de origen.

Siempre vanagloriándose de lo buenos samaritanos que eran, cuando eres testigo de la hipocresía que reside en ellos y que se manifiesta cuando menos lo esperas es difícil creer en tales directrices. Jugaban a ser Dios creyéndose por encima del bien y el mal.

Ellos no se han visto nunca en el dilema de tener que elegir entre la supervivencia o la inanición, la lucha o la rendición, el cobijo o la hipotermia, esos matices fundamentales eran los que diferenciaban la línea entre la vida y la muerte para un Abandonado. Por ello no entendía la filosofía que predicaban, esta estaba muy bien en la teoría pero no era nada pragmática. Cuando me trasladé a Erudición esperaba escapar de esos dogmas que lo encadenaban a algo que escapaba a su raciocinio, nunca se imaginó que acabaría sin facción. Pero aquello ya era agua pasada, nadie podría devolverle la vida de su hermana. Había fracasado en su objetivo, su familia se negaba a intentar combatir la enfermedad de su hermana dejándola a su suerte, se dieron por vencidos cuando su médico de familia sentencio a la pequeña Ameri, solo les faltó darle la extremaunción. Los odie con todas mis fuerzas, intentando emigrar a la facción que les fuera más dolorosa. Aun recuerdo los reprobadores ojos de mi padre observando mi elección como si cometiera el peor error de mi existencia. No me arrepiento en nada, en Erudición aprendí la otra cara de la verdad, las leyes se prueban empíricamente, todo se soluciona con la certeza de la exactitud, no hay grises o marrones, sino aciertos y errores. Nada escapa a la lógica aplastante y para mí dejar morir a mi hermana sin presentar batalla, era lo más irracional del mundo, en Erudición había tratamientos para ella, pero eran agresivos y dolorosos, mis padres se negaron a firmar su ingreso en el Hospital central de Erudición, dejaron morir a Ameri con simples tratamientos paleativos, para que su luz se apagara lenta y en paz. Aquellos dulces e inocentes ojos azul profundo se apagaron sin que yo pudiera hacer nada por ellos.

No tiene sentido castigarme más- pensó- pero Selen me recuerda tanto a ella, si no hubiera fallecido ahora tendría la misma edad que la joven Sin Facción, este año hubiera sido su elección y juro que hubiera entregado mi órgano más vital a la ciencia por darle la posibilidad de elegir su facción.

Observo a la chica que me acompaña al notar cómo se acurruca contra mi cuerpo apoyando la cabeza en mi hombro, mientras un pequeño hilillo de saliva empieza a humedecer mi camisa. Me río ante la imagen infantil de su rostro inocente, sus parpados cubren su inquietante mirada suavemente cerrados y sus cabellos azulados en mechas más claras y otras más oscuras forman una gama de diferentes tonos azules mezclados con mechas castañas que se precipitan en parte de su rostro. No oso despertarla, la empujo levemente acompañando su cabeza hasta el reposa cabezas del asiento. Tras dar la vuelta una vez estaciono el vehículo, decido que no quiero perturbar la, algo en ella me impulsa a protegerla, ella sufrió esta noche demasiado y me dispongo a llevarla al piso sin interrumpir su descanso, va de bajón con con el alcohol que consumió.

UNFACTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora