Capitulo 45. Osadía

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*Brad*

Un guardia Osado me acompaña hasta una especie de vestíbulo tras avisarme que mi tiempo de visita en los calabozos finalizó. Ascendemos por unas escaleras empinadas y oscuras tan solo iluminadas por pequeños faroles azulados que despiden una tenue luz, siendo insuficiente el alumbrado para el largo tramo que hay entre unas y otras, estoy seguro que me perdería en algún cruce de pasadizos si no fuese por el el guardia que parece saber de memoria cada centímetro del lugar, pues se mueve con agilidad envidiable a pesar de su gran envergadura. Recuerdo los pasadizos de Erudición amplios e iluminados excesivamente, largos y cuadriculadamente laberínticos, asépticos e impersonales, nada que ver con Osadía, sin embargo también debías memorizar tu situación si no querías quedar perdido en ellos.

El joven Osado que llevo por delante se para de repente y me topo contra su hombro ya que me saca más de una cabeza de altura, me froto la nariz dolorida al impactar contra su duro cuerpo. Doy unos pasos atrás desequilibrado para estabilizarme. Miro a un costado y veo que hemos llegado a una especie de sala amplia donde se planta Theo Eaton de brazos cruzados.

- Aquí te lo dejo Theo.- anuncia el guardia mientras Theo asiente con su barbilla.

- Bien Malik.

- Terminó tu visita guiada.- me dice el chico Osado dedicándome una media sonrisa que no llego a comprender, me revisa de arriba abajo y me guiña un ojo, se aleja por uno de los pasillos contiguos desapareciendo entre las sombras.

Theo sacude su cabeza con una mezcla de malicia e incredulidad, aguantando sus labios por no mostrar una sonrisa ante la escena. ¡Juraría que el tal Malik ha intentado echarme los trastos!

- Creo que debo agradecerte personalmente que ayudaras a mi familia, los Eaton están en deuda contigo.- Se aproxima y me ofrece su mano en una especie de saludo osado en agradecimiento. Se la estrecho sorprendido por el acercamiento hacia mí, no lo siento hostil, sino que todo lo contrarío, creo que intenta hacerme sentir cómodo. Lo noto muy tranquilo, pero hay algo en su calma que me inquieta.

- No tienes porque agradecer me. No quería darle tal ventaja a Hotking.- le digo.

- No me importan tus razones, solo quiero que sepas que Osadía a partir de ahora también es tu casa.

- No, mientras Selen esté en vuestros calabozos.- Theo me observa detenidamente clavando su mirada azul oscuro en la mía, una sonrisa cómplice se dibuja en sus labios.

- En breve será liberada, estamos a la espera de los trámites burocráticos.

- Bien, la esperaré entonces.- Afirmo con rotundidad.

- El toque de queda ya fue dado, no puedes volver al sector abandonado sin ser detenido por algún control Osado, preparé para Selen una estancia, queda te tú también. Eres invitado en Osadía.

No me hace gracia pasar la noche en Osadía, un lugar desconocido para mí en el que me siento desubicado, pero tiene razón, a estas horas ya no podemos circular libremente por ahí sin correr riesgos. No quiero volver a pasar por lo mismo otra vez, solo recordar los proyectiles osados volando sobre nuestras cabezas en el sector abnegado, se me hace un nudo en la garganta sabiendo que no estaba en mi mano proteger a Selen de tal suerte. Esta vez no fallaré, como le fallé a mi hermana Ameri.

El Osado abre unas puertas dobles y entramos en el lugar que él llama el Pozo. Es la primera vez que entro en el corazón del complejo Osado, solo había visitado los calabozos. Es una gran caverna subterránea tan enorme que no veo el otro extremo desde donde estoy. Las paredes irregulares de roca tendrán varias plantas de altura y están excavadas en la roca viva, se ubica una especie de complejo comercial y lúdico en el. Se comunican con estrechos senderos y escalinatas talladas en la roca, me llama la atención que carece de protecciones en los bordes de los salientes de los pasadizos, agradezco internamente no tener miedo a las alturas, pues la inseguridad que me genera es creciente. El techo del Pozo está formado por paneles de cristal, imagino para que la luz del día da luminosidad al lugar. Los faroles azules siguen la tónica, iluminando los senderos de piedra.

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