*Selen*
Miro en el interior del horno que alberga un gran bizcocho para rellenar con chocolate, entre Nat y yo conseguimos que en la hora de descanso nos prestaran uno de los hornos de las cocinas de Osadía para preparar lo. Hoy es el cumple años de Mario, cumple 17 primaveras y queremos dar le una sorpresa. Reviso el resto de la cocina y hemos organizado un tremendo alboroto en la zona de trabajo, con multitud de recipientes y harina esparcida por doquier. La masa ya está subiendo y queda pendiente por rematar con el espeso y oscuro chocolate negro que hemos preparado.
- Voy a llevar todos estos recipientes a limpiar a la zona de lavavajillas, vigila no se queme nuestra obra de arte. – Advierte la trigueña osada.
- Descuida, yo me encargo. – Aseguro mientras la veo trasponer hacia otra estancia.
Escucho la puerta en cuestión de unos minutos más tarde abrir se y lo primero que pienso es que Nat olvidó algo, pero mi sorpresa es mayúscula cuando veo aparecer a Mario por la cocina, este lleva la ropa de entrenamiento puesta y su imagen me corta la respiración, está impresionante viendo como se le marcan cada uno de sus tonificados músculos, es algo alucinante.
- ¿Selen? ¿Qué haces aquí?- Cuestiona perplejo.
- ¿Y tú?- Despejo el balón con otra pregunta.
- Busco a mi madre. ¿La viste por aquí?
- Pues... creo que anda en la zona de congeladores supervisando los inventarios.
- ¡Qué bien huele!- Dice sin concretar más y le agradezco no me haga desvelar el motivo de mi presencia allí. Aun que imagino que lo empieza a intuir, por la forma en que me mira.
- Aquí siempre huele bien. – Coincido con él.
- ¿Vendrás a mi fiesta esta noche?
- Claro, como iba a perder me yo un evento así.- Lo miro sonriente guardando las distancias que comienza a recortar. Espero que su excesiva transpiración por el esfuerzo físico del que viene, lo mantenga alejado de mí, porque no sé si podré resistir me a tal tentación, al apreciar la brillante patina de sudor que recorre la piel de sus brazos.
- Guay.- Sonriente acorta la distancia un poco más.
- ¿Vienes del entrenamiento? Deberías ir a ducharte o te enfriaras. – Lo reprendo.
- Está bien, me iré a duchar. – Dice sacando su camiseta negra sin mangas y limpiando se el sudor de la cara con ella. Se acerca a un contenedor refrigerador enorme y abre el portón para sacar una bebida energética. Su espalda ancha y musculada expone un inmenso felino amenazante en tinta negra ¡Joder! Vaya espectáculo. Me siento en el taburete más cercano para no caerme de bruces ante el impacto.
- Ya conociste a Simba. – Dice con media sonrisa ladeada y mi sonrojo debe ser patente porque aprovecha para negar con la cabeza mientras descorcha la botella de bebida. Lo observo mientras se mueve por la estancia, no le quito ojo a su tatuaje y en la forma en que se mueven su perfecta anatomía.
- Tú también necesitas un baño. – Asegura acercándose a mí y dando un ligero toque en mi nariz manchando me la cara con harina que quedaba encima de la mesa de trabajo. Me guiña un ojo y con su sonrisa de anuncio me contagia una risilla nerviosa. Mi mano discretamente se acerca al saco de harina que hay tras de mí y agarro un buen pellizco de harina y se lo lanzo dejándole el cabello y parte de sus mejillas blancas. Intenta cubrirse de mi ataque, pero fracasa. Me parto de la risa.
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UNFACTION
أدب الهواةAviso: II Spin- Off de "Nat la perfección Divergente". Tras no superar Selen su iniciación en Osadía, ni ella misma era capaz de saber que sería de ella a partir de ahora. Todo parecía que era el fin, a sus 16 años había fracasado estrepitosamente...