CAPITULO 77. Disculpas

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*Selen*

Hoy es el día que el gobierno de la ciudad aprobará al nuevo líder de los Sin Facción, una multitud vestida según la facción que milita se encamina delante de mí hacia el edificio más grande del sector Abnegado, el destinado al gobierno de la ciudad. Antiguamente era un edifico hosco y feo, pero desde que fue reformado con cristaleras que dejan pasar luz natural, es más agradable visitar lo, haciendo las extensas estancias diáfanas y luminosas. Las puertas del edificio están abiertas de par en par. Mi tarea aquí es de vigilancia, me asignaron al cuerpo de vigilancia de la asamblea, mi supervisor es Hector y me indica mi puesto de vigilancia en un plano, asiento con la barbilla y me dirijo allá.

Los Sin Facción son los únicos que se deben a supervisión por parte del gobierno de la ciudad de Chicago a la hora de aprobar la elección de un nuevo líder, todas y cada una de las facciones de la urbe deben aprobar la propuesta de los Abandonados.

Estoy inquieta porque estoy segura que veré a Brad y no sé cómo puedo reaccionar, hace ya casi un mes que cortamos nuestra relación de raíz. Ha sido el mes más duro que he pasado en Osadía, aun no me creo que fuese yo quién lo dejara después de lo que me costó conseguir que accediera a tener una relación sentimental. Pero aquella mañana en el Hospital todo se escapó de mis manos, mandando al traste mi relación con la persona que más me importa en esta ciudad, ¡Joder! Que más me importa en este planeta, para que me voy a engañar, puede que ya no sea su novia, ni nada, pero sigo queriendo lo hasta la médula. Tenía esperanza las primeras semanas de que me pidiera disculpas y quisiera que volviéramos a intentar lo, pero viendo que ni se dignó a aparecerse lo dejé correr, ya no creo en que podamos recomponer nada, si no ha sido capaz de comunicar se conmigo hasta la fecha, es que no le interesa lo más mínimo intentar salvar lo nuestro.

Johanna Reyes está hablando con Tris Eaton a escasos metros de mí, las dos son consejeras de la ciudad e historia viva de Chicago. La Cordial es la portavoz de gobierno, lleva el pelo largo sobre la mitad de su rostro marcado por una gran cicatriz, contrastando con el de la Osada corto y despejado por la nuca. El gobierno de la ciudad no reconocerá a Brad como líder oficial de su facción, hasta que no voten también todos los miembros del consejo de la ciudad y aprueben el resultado por unanimidad. Cada consejero es como una parte de un cerebro y cada una de ellas forman una gran mente privilegiada.

Peino la zona que me asignaron en la sala de entrada y todo parece tranquilo, algunos abandonados en pequeños grupitos esperan sentados en el suelo, casi todos con las piernas cruzadas, no pueden entrar en las salas pero están dando apoyo al candidato. Brad siempre ha sido valorado por los suyos, el que siembra, recoge, y el moreno siempre ha sido coherente consigo mismo y con los demás. Ayudó a mucha gente y por eso los Abandonados lo consideran idóneo para el puesto, su Divergencia lo dota de las herramientas necesarias para desempeñar el cargo de la mejor manera, pues los Sin Facción son una amalgama de individuos originarios de todas las facciones existentes.

Me aparto un poco de las dos extraordinarias mujeres que tengo a mi vista y miro al exterior en una de las cristaleras que devuelve mi reflejo, he perdido bastante peso, por lo menos he bajado una talla de pantalón y por tanto una talla de pecho, odio que adelgazar me suponga también perder mi poco atractivo femenino, si sigo a este ritmo seré una tabla de planchar. Mi pelo vuelve a ser a mechas azul, confundí el tinte permanente por un baño de color, así que a las pocas semanas mi color volvió a resurgir azul eléctrico como siempre. En cambio mi cabello ahora esta recortado hasta mis hombros, quedando más voluminoso a la vista, tuve que acudir a una profesional pues el estropicio que realicé en mi melena fue demasiado osado por el escalado de diferentes longitudes que me asesté como si "Eduardo manos tijeras" me hubiera asesorado aquella fatídica madrugada.

Hay cordiales en un extremo del vestíbulo, se sientan en las filas de sillas lisas y sencillas que se acumulan en la pared de la izquierda a la entrada. Los examino durante unos segundos hasta que me doy cuenta de lo que busco: a Hardy.

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