UNFACTION

CAPITULO 6. El caballero oscuro

*Selen*

Salí por la puerta de aquel antro como alma que lleva el Diablo, poseída por un ente perverso, el cual había corrompido completamente mi cuerpo y mi mente mi última temporada en Cordialidad. Necesitaba purificarme con el aire fresco de la noche que llegaba humectante des de el pantano, el exterior estaba falto de iluminación pues a partir de media noche la ciudad quedaba a oscuras por eficiencia energética, la luz selénica me acompañaba permitiendo ver el relieve del pavimento sin asfaltar, busqué con la mirada algún lugar donde poder arrellanar mi gran trasero y hacerme un ovillo para fingir que no existo. No me apetecía darle explicaciones a Alek si salía a buscarme, mi reacción brusca y desairada no fue lo que él esperaba como respuesta a su beso. Me avergüenzo de mi misma, pensará que soy bipolar o peor una cría tonta e insegura.

Me dirijo a explorar la parte de atrás de la parcela dedicada al aparcamiento de vehículos, hay unas grandes tuberías de hormigón prefabricado situadas de forma que están apiladas a un costado, como si fuesen a realizar alguna obra pública, pero la hierba que crece a su alrededor delata que llevan allí milenios. Una débil luz señala la salida de emergencia trasera del Bar de Joe.

Escalo sobre la pila de tuberías para colocarme encima de una tubería y apoyar mi espalda en la otra. Empiezo a relajar los músculos, que tanta tensión habían acumulado, no me importa estar sola y a oscuras prácticamente, así puedo aislarme y calmar todas las emociones que se atoran en mi garganta y que luchan por salir por mis lagrimales. Pero no pienso derramar más lagrimas por ello, fui a Osadía no para huir, sino para aprender a luchar, no quiero ser una víctima nunca más es mi mantra desde que tomé mi elección.

Pero los pensamientos se los llevó una ráfaga de viento cuando me trae sonidos más allá de detrás de las tuberías industriales. Me acerco en sigilo a escudriñar de que se trata, y al girar los extremos de las canalizaciones me encuentro tres individuos allá parados. Dos hombres sentados compartiendo una botella internados en el gran hueco de uno de los tubos y una mujer que está de pie frente a mí fumando. Esta última me ilumina con una linterna repasando me como si fuese una inversión que tomar o dejar. Finalmente esboza una sonrisa que me recuerda una hiena cuando ríe. Siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal al notar que en dos pasos la tengo pegada a mi costado olisqueando su carnada. Su rostro algo demacrado deja evidencias de que la vida no le sonríe aunque parte de su atractivo aún perdura, delgada y huesuda la ropa que lleva le queda grande, su altura me intimida cuando alarga un brazo para ofrecerme una calada de su cigarro.

- ¿Quieres niña?- su voz ronca prorrumpe filosa, como una amenaza velada.

- No, gracias.- La rechazo en mi tono más cordial y los otros dos tipos ríen de una forma espeluznante. ¡Mierda! Soy imbécil por alejarme de la seguridad de mis compañeros.

Uno de los tipos se levanta e inmediatamente retrocedo topando me con el cuerpo de la mujer que me atrapa pasando sus brazos sobre los míos para inmovilizarme con férreo agarre.

- Me gustan las chicas educadas.- Susurra la abandonada en mi oído tras de mí.

Su aliento etílico golpea mi olfato lo que me pone más nerviosa. Intento no perder los nervios para que no se pongan violentos conmigo, a lo mejor si les sigo la corriente en un descuido logro escapar. Ese es mejor plan que enfrentarme a los tres individuos a la vez, no tengo miedo a que me golpeen en Osadía me enseñaron bien la lección, debo mantener la cabeza fría y usar mi inteligencia como primera opción a la fuerza.

Las manos de la mujer se pasean por encima de mis pechos y forcejeo para evitar lo.

- Y encima tiene buenas tetas.- Dice burlándose y ríen los tres como si fuese el chiste del año.