Amanecer en Londres

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***

-¿A qué se refiere, señorita Lynch, con que usted dejará la serie?

-Pues, verá, señor director, Matthew y yo decidimos quedarnos en Londres. No volveremos...

-¡Pero ustedes son los protagonistas!

-Lo sé, y lo lamento, pero debe comprender las razones por las cuales nos quedamos.

-Puedo aumentarles el sueldo...

-Lo sé, y no dude que sería muy amable haciéndolo, pero el dinero no nos dará lo que tenemos aquí: nuestros amigos...

-Está bien. Sólo vuelvan para el episodio final, en cinco semanas.

-Perfecto. Nos vemos entonces. El lunes le enviaré el telegrama con las renuncias formales.

-De acuerdo.

-Lo veré en cinco semanas, entonces. Adiós.

-Adiós.

***

Evanna cortó el teléfono y miró a Matthew.

-Lo logré.

Él sonrió y la abrazó. Por fin se quedarían en Londres. Ambos miraron el reloj. Eran las diez.

-¿Dices que aún podemos ir a la fiesta?

Ella asintió, y ambos se cambiaron para irse.

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A la mañana siguiente, el sol comenzó a salir. Su luz entró por una ventana de un tercer piso, pero sus ocupantes no despertaron enseguida.

Emma se revolvió en la cama, soñolienta.

"Qué hermoso, anoche soñé que estaba con Rupert. En fin, voy a tener que arreglarme para el funeral."

Pero cuando, más despierta, abrió los ojos, con la sonrisa por el recuerdo de su 'sueño' aún en sus labios, no vio su habitación. Ni su cama. Ni el acostumbrado vacío a su lado.

"Entonces... ¡No fue un sueño! ¡Todo fue real!"

Los ojos verde-grisáceos de Rupert se abrieron sólo un poco antes que los suyos. Sus rostros estaban tan cerca, y él se veía tan lindo con el cabello revuelto que ella no pudo evitar acercarse un poco más y darle un tierno beso en los labios.

-¿Alguna vez has visto una foto tuya durmiendo?-Preguntó, sonriente, él.

-No. ¿Por qué?

-Porque te...-Contestó dándole un beso en la nariz.-...Ves adorable.-Continuó besándola en la frente y en los labios, suavemente.

-Gracias.-Murmuró ella bajando la vista.

-¡Hey! ¿Qué ocurre, princesa?

Ella se ruborizó. Rupert, al darse cuenta del motivo de su sonrojo, estalló en carcajadas.

-Por favor, Emma.-Dijo secándose las lágrimas de risa.-No pongas esa cara.

Pero entonces se le ocurrió que su sonrojo podría deberse a otra cosa y añadió:

-Si estás avergonzada por... Lo que ocurrió anoche, dímelo y no me verás nunca más.-Terminó, esta vez poniéndose serio.

-No es eso.-Un poco arrepentida, ella se acercó para volver a besarle.-Es que... me siento... algo extraña.

-¿Por qué?

-Pues... cómo te explico sutilmente...

-¿Sutilmente?

-Está bien, lo diré. Digamos que pensar en anoche... es algo extraño.

Al ver la cara de confusión del rostro de él, dijo:

-No es malo, ni feo. Me... Gustó.-Admitió un poco avergonzada-Pero comprende, hacía cinco años que no te veía, cinco años que sufría por tu ausencia, cinco años alejados, sin saber de ti más de lo que decía la prensa, cinco años en los que intenté convencerme a mí misma de que no estaba irremediablemente enamorada de ti y...

No acabó su oración. Bajó la vista nuevamente.

-Olvídalo.

-No, Emma, te entiendo.

-¿Sí?

-Sí. Cinco largos, eternos años, y luego nos reencontramos, sin decir nada nos besamos y...acabamos aquí. Es comprensible que estés algo... confundida, diría yo. Yo no me siento confundido, todo lo contrario, pero si quieres esperar...

-No, no quiero.-Lo besó desesperadamente.

A él le causó gracia su tono, como de niña caprichosa a la que sus padres le piden que haga algo que no quiere.

-Quiero quedarme aquí, contigo, no quiero esperar.-Siguió Emma.

-La verdad, yo tampoco. Después de esperar cinco años, ya no quiero dejarte ir.

-Rupert...-Dijo ella al notar cómo el la besaba en el cuello.

-¿Sí?

-Tengo frío.

-¿De qué hablas?

-Déjame meterme bajo las sábanas. A decir verdad, por eso me ruboricé. Estoy... descubierta.

-Lo suponía, por eso me reí. Pero... ya te he visto. De todos modos, ven.

Se metió él mismo bajo las sábanas y las corrió para que ella también lo hiciera. La acercó a él y la abrazó. Le dio un beso en su cabello revuelto, luego en su frente, en su nariz y en sus labios.

-¿Sabes?-Le susurró al oído.-Un amanecer en Londres jamás me había parecido tan hermoso. Pero tú...-Dijo al ver que ella miraba por la ventana hacia afuera, la salida del sol.-Eres cien veces más linda que el amanecer.

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora