La enfermedad de Emma

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Rupert despertó cuando sintió a Emma moverse entre sus brazos. La notó muy nerviosa y se preocupó. Ella jamás estaba así.

-¿Qué pasa, nena? ¿Por qué te mueves así? ¿Estás bien?-Preguntó mirando su rostro.

Emma negó con la cabeza.

-Realmente, si te soy sincera, me siento fatal.

Rupert la estrechó más fuerte. Si ella lo decía así, seguro que era cierto. Estaba ahora preocupado de veras. Seguro que cuando habían salido a la playa o a pasear algún lado, o durante alguna de las noches, había tomado frío y se había resfriado. Rupert se odió a sí mismo. Él debería haberla cuidado mucho mejor. Era su esposo. Era responsable de ella y de su salud.

-¿Qué sientes?-Preguntó apenado.

-Siento que te amo.-Rupert sonrió cuando ella abrió los ojos y pronunció esas palabras.-Y me duele mucho la cabeza...

-Déjame ver.

Rupert acercó sus labios a la frente de ella. Se sorprendió mucho. Jamás la había sentido así. Parecía carbón caliente.

-Estás ardiendo. Tienes mucha fiebre. Sabía que si el día que llegamos te dolía la cabeza deberíamos habernos quedado...

Rupert se puso de pie, cruzó los brazos y comenzó a pasear de un lado al otro del cuarto. Se puso a repetir lo mismo, como una mantra, sin dejar de odiarse:

-Soy un tonto. Ahora estás enferma y es mi culpa. Debí haberte cuidado más. Lo siento.

Emma se puso de pie con algo de dificultad y se acercó a él. Él no tenía porqué pasar por eso. Ella estaba bien. Sólo se sentía un poco descompuesta y mareada.

Rupert la miró. Estaba toda roja, ligeramente hinchada y parecía sentirse realmente mal. Verla así hizo que se sintiera mucho peor.

-Lo siento, Em. Me siento culpable. Yo no debí dejar que salieras desabrigada. Debí cuidarte mejor...

Emma le puso una mano en un hombro, le levantó la barbilla y lo obligó a mirarla.

-No te culpes. No es culpa tuya. Sólo es un simple resfriado, ya lo verás. No estoy tan mal. Tú exageras.

Rupert negó con la cabeza, odiándose a sí mismo cada vez más.

Emma sintió ternura al verlo procupado por ella. Lo abrazó y le susurró:

-Tranquilo. Estoy bien. Sólo tengo que tomar algo para que se me pase y ya. No va a ocurrirme nada. No tienes que culparte en lo absoluto.

-Pero yo me siento responsable por ti. Debí cuidarte. Tú eres mi responsabilidad. Soy tu esposo y...

-Y es muy dulce que te preocupes por mí, pero estoy bien. No tienes que preocuparte. Y mucho menos culparte.

-Ya lo creo que sí.-Dijo él negando con la cabeza y pensando. Se le ocurrió una idea.

Suavemente empujó a Emma para que cayera sobre la cama. Ella tenía que hacer reposo y descansar. Tenía que mejorar.

Ella sonrió al notar lo que él pretendía y se acostó. Él le acomodó las almohadas y las sábanas y luego se volteó.

Rupert buscó un par de medicinas para darle. Se las entregó para que las tomara y fue a preparar el desayuno. Al llegar a la cocina, miró enojado las alacenas vacías. Tendría que salir a comprar algo. Regresó casi enseguida. Emma lo miró con expresión interrogante.

-Emma, no hay nada para comer. Nos hemos terminado todo. Iré a comprar algo. Por favor no salgas. Tienes que quedarte a descansar y hacer reposo. Sólo así te recuperarás.

Emma sonrió y asintió. Rupert se acercó a ella, le dio un beso y tomó un abrigo para ponerse.

En cuanto Emma escuchó a la puerta que daba afuera cerrarse, se vistió y salió a la calle.

-Tengo un buen presentimiento. Pero necesito corroborarlo.-Le susurró al viento mientras caminaba por las calles en busca de una farmacia.

***---***---***---***---***

Emma llegó a la cabaña antes que Rupert. Había encontrado lo que quería y lo que creía.

Volvió a ponerse el pijama y a meterse en la cama, nerviosa.

Cuando Rupert regresó, la encontró así. Le dio un beso en la frente, le preparó el desayuno y se lo entregó.

-No te diré nada, pero sé que me desobedeciste y saliste. Te vi llegar.-Dijo Rupert corriendo un cabello rebelde de su rostro. Ella le besó la mano.

Emma desayunó sonriendo y en silencio.

-Emma...

-¿Qué?

-Lamento mucho que estés enferma. Tendría que haber cuidado mejor de tí. Si yo te hubiese dicho que te abrigaras...

-Ya te lo he dicho. No te culpes. Y en cuanto a mi enfermedad, no tienes que preocuparte por eso en lo más mínimo.

-¿Por qué?

-Porque no estoy enferma por haber tomado frío. Es más, ni siquiera estoy enferma.

-¿Estás segura? ¿Entonces por qué estás así?

Emma comenzó a sollozar. Pero no parecía triste, más bien sorprendida y alegre.

Rupert se sentó a su lado. La abrazó contra su pecho.

-Dime qué ocurre.

-Yo... No puedo...

-Vamos. Vamos, Em. Dímelo. Puedes confiar en mí.

-Es que... No puedo decirlo...

Rupert sonrió.

-Emma Charlotte Watson, o me dices qué ocurre o...

Emma lo calló con un gesto.

-Segundos nombres, ¿eh? Qué listo, Rupert Alexander Grint.

Él sonrió.

-Venga, dime qué te ocurre.

-Yo...

Rupert se sentó frente a ella y la miró para infundirle ánimos.

-Vamos, Emma. Si sabes qué te ocurre, quiero que me lo digas. Quiero ayudarte.

Emma cerró los ojos, tomó aire profundamente y lo dijo todo de una vez, abriendo los ojos:

-Rupert Grint, estoy embarazada.

***

Yo de nuevo. Estoy aquí para aclarar un par de cosillas.

Gracias a @piligonzalez621 por leer. Y por darme una brillante idea.

Sin embargo, quiero que sepas que ya se me había ocurrido antes de que me lo dijeras.

Espero que te guste el capítulo.

¡Feliz lectura!

Lucía

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora