Caballeros y princesas

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Helena estaba completamente desolada por la partida de Will.

En cuanto vio el avión alejarse en el cielo, se sintió totalmente horrible y se echó a llorar. Pero eso sólo empeoró todo, porque los brazos de Will no estaban para estrecharla y consolarla.

La pelirroja volvió al departamento. Sola. Sola y muy triste. Sin embargo, sintió unas irracionales ganas de dejar de llorar. Eso no solucionaría nada. Will solamente regresaría en un mes, y ella tenía que enfrentar eso.

Aunque claro, llamar a su mejor amiga para pasar un rato divertida (y evitar abrazarse toda la noche a un tarro de helado viendo una película romántica y triste) no era una mala opción.

Lyn llegó puntual a las ocho. Helena abrió la puerta para que pasara. La recién llegada abrazó a su amiga y la escuchó sollozar.

-Helena. No, cariño, no llores.

Lynda conocía toda la situación y entendía a su amiga a la perfección. Miles, su novio, también se había ido de intercambio, tres meses. Ahora había regresado y estaban juntos y felices. Pero la rubia no olvidaba lo que se sentía la falta de un ser querido y tan cercano.

-Ya. Mejor así.-Dijo al ver que dejaba de llorar.-Helena, me invitaste para no pasarla mal. No pienso dejar que llores así. Will se fue, pero no para siempre. En treinta días...

-Treinta y uno.

-Bueno, en treinta y un días va a regresar a tu lado. No sabes lo que es esperar noventa días. Miles llegó exhausto y por días no quiso volver a la Universidad. Dijo que el ruso lo mareó y que lo tenía harto. Por suerte, ciertas caricias lo hicieron cambiar de opinión. Y ahora todo está perfecto entre nosotros. Por favor ya no llores.

La pelirroja intentó calmarse.

-Lyn, te lo agradezco, pero no sé si pueda sentirme mejor...

-Claro que sí. Y yo conozco la solución perfecta.

-¿Una película?

-No. Ir a bailar.

-Enloqueciste.

Lyn amaba salir e ir de fiesta, pero Helena lo detestaba. Sostenía que tenía ocho pies izquierdos y ninguno era bueno para bailar.

-No. No enloquecí. Puedes tranquilamente salir y divertirte un rato en vez de quedarte llorando por él.

-Lyn , se supone que salir es buena idea sólo si me peleé con él. Pero no puedo ver a otros chicos si unas horas antes fue la última vez que lo besé...

Un par de horas más tarde, Helena se encontraba maldiciendo por lo bajo en medio de la pista de baile de un boliche. ¿Cómo era Lyn tan convincente?

-Vamos, Helena, no te traje para que te quedes quieta. Muévete para hacer algo. Baila.

Ella la miró con odio y fue a sentarse a la barra.

-Vamos, nena, déjala. Ya va a ver a alguien.-Dijo Miles detrás de Lyn.

Ella sonrió y lo besó.

-Lo sé, pero ella me llamó para sentirse mejor y me siento la peor amiga del mundo.

-Porque es lo que tú habrías hecho de estar en su situación, salir a bailar. Ella definitivamente no. No le gusta. Y realmente creo que, si no quieres que te odie por siempre, vayas allá y le quites a ese cargoso de encima.

Lyn miró hacia la barra. Un extraño se había sentado junto a Helena y le hablaba como si hiciera años que se conocieran, sin mencionar que estaba demasiado cerca como para lo que las normas de cortesía indicaban. Lyn se mordió la lengua y corrió hasta la barra.

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora