Realmente brillante...

1.2K 75 11
                                    

Michael se bajó frente a una casa pequeña. Rupert lo imitó y ayudó a Emma a bajar. Ella le sonrió.

-¡Deja de hacerte el payaso y abre!-Dijo Michael por el portero eléctrico.

Un individuo bajo y rollizo abrió desternillándose de risa.

-Idiota. No es gracioso. Si me he acostado o no con mi mujer no es asunto tuyo.-Le recriminó Michael.

Aquel tipo no dejaba de reír. Por algún motivo, a Emma le recordaba a Matthew Lewis.

-¡John! ¡BASTA YA! ¡NECESITO TU AYUDA!-Gritó Michael.

John cerró los ojos mientras respiraba más despacio para normalizar su ritmo cardíaco. Michael volteó a ver a Rupert y a Emma y les susurró:

-¿Qué hacen aquí? ¡Suban al auto! ¡Rápido, antes que los vea! ¡Se supone que si soy su amigo no puedo atenderlos!

Rupert obedeció. Empujó a Emma dentro del coche y se metió él. Hizo que ella se acostara y se le echó encima para que no los vieran desde afuera.

Emma reía silenciosamente. Sudaba un poco y algunos cabellos rebeldes caían sobre su rostro.

Rupert no pudo con su genio. Le quitó los cabellos del rostro y la besó. Ella dejó que sus labios recorrieran los de él. Rupert le acarició la cintura con suavidad. Emma sonrió contra sus labios.

-Eso ha sido muy gracioso.-Dijo ella.-El tal John sí que era un payaso bromista.

-¿Cómo yo?

-No. Al menos tus bromas son graciosas.

Él sonrió.

-¿Sabes que te amo?

-Me gustaría oírlo de nuevo...

-Te amo, Em.

-Y yo a ti, Rupert.

Ella rompió la distancia entre ambos con un beso. Rupert, sin embargo, antes de besarla se asomó por la ventana. Se agachó de nuevo casi enseguida.

-Siguen allí en la puerta. ¿Sabes lo que significa?

-No.

-Que tengo más tiempo para besarte...

Rupert unió sus labios de nuevo. La mano de la castaña fue directo a la nuca del pelirrojo para profundizar el beso. Él no se hizo de rogar y bajó sus manos a la cintura de ella. La acarició suavemente. Ella sonrió.

-Rupert...

-¿Qué?

-¿Lo sabes, cierto? No podemos...

-Shhh. No arruines el momento.

-Pero...

-Shhh...

Él volvió a besarla. Ella tuvo que rendirse. Estaba atrapada. La tenía atrapada, sin posibilidad de huir de él. No es como si quisiera hacerlo, claro.

-Demonios.-Susurró Emma.

-¿Qué?

-No puedo escapar de ti...

-Y esta noche tampoco podrás.-Sonrió él.

Y volvieron a besarse. Pero justo cuando Emma comenzaba a preguntarse si no podían irse a otra parte y ya, y cuando Rupert empezaba a pensar que si esa camisa no desaparecía por arte de magia la haría desaparecer él mismo, Michael volvió.

-Bingo. Esperen un segundo...

Arrancó el auto, se alejó un poco de la casa y dijo:

-Ahora pueden sentarse bien.

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora