El vacío en los ojos.

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Mientras iba en el autobús no pude evitar pensar en el profesor William. Parecía que todo lo que había dicho sobre el amor lo creía en serio. Recordé la vez que lo ví llorar en el salón vacío mientras observaba una foto. Él parece un hombre feliz, muy inteligente, que ama su trabajo y que disfruta de la vida. Sin embargo, hay veces en que lo miro a los ojos y puedo ver un tremendo vacío. ¿Será que le falta alguien? Sólo recuerdo haber visto ese vacío en alguien más... Y esa es Adeline. Mi mente me sugería una y otra vez que el profesor William debió de haber pasado por algo similar. Sentía tanta lástima por él.

Dane tuvo que sacudirme por el hombro para que me diera cuenta que era hora de bajar. Caminamos en silencio hasta la granja... Él escuchando música y yo absorta en mis pensamientos.

Al acercarnos a la casa pude ver un camión de mudanza estacionado junto a ella, y a papá conversando con un señor joven y alegre, mientras un par de hombres bajaban cosas del camión. Los nuevos inquilinos habían llegado.

-Niños, les presento a los Mollison.

Una señora rubia se acercó y colocó junto al señor con el que había estado conversando papá y nos sonrieron.

-Es un gusto -dijo Dane estrechándoles las manos.

-Este muchacho es mi hijo, Dane -dijo papá dándole unas palmaditas en la espalda. -Y esta señorita es Landa.

Me limité a sonreír tímidamente mientras me estrechaban la mano.

-Qué gusto, Dane y Landa -dijo la señora Mollison.

Patrick y Miguel habían bajado a saludar, así que Dane y yo aprovechamos para escabullirnos y meternos en la casa.

Mientras almorzábamos, Dane miraba la pantalla de su móvil sonriendo y soltando risitas. Papá y mamá seguían ocupados ayudando a los nuevos inquilinos como para regañarlo. Le llegaban muchísimos mensajes. Definitivamente se había convertido en alguien popular.

Fuí a mi habitación (que en estos meses había logrado hacer que se viera muy linda) y miré por la ventana. Los inquilinos seguían llevando cosas de aquí para allá, entre ellas una bonita casa de muñecas. Creo que era un bonito objeto para coleccionar. Adeline también había bajado a saludar, y me sonrió al verme en la ventana. Le sonreí también.

Aparté la vista de ahí y ví que la inquilina del cabello púrpura se dirigía hasta la entrada de la granja cargando algo grande bajo el brazo. Ahora que sabía qué había tirado el otro día, podía suponer que se trataba de otra de sus pinturas. Si era igual de bonita que las demás, entonces la traería conmigo más tarde, cuando ya no haya nadie afuera.

Me tiré en mi cama y me puse a pensar una vez más en William. Sentía que debía averiguar lo que le pasaba. Después pensé en Adeline, que desde que había dejado de escribir llevaba consigo un gran vacío. Pensé en mis amigos, que cada vez se me hacía menos raro decir "mis amigos" pero me hacía igual de feliz. Recordé cuando Lipe intentaba coquetear conmigo, y la vez que los chicos se arrojaron al lago en ropa interior. Recordé el susto que nos llevamos al entrar en la tenebrosa cabaña del bosque. Y por último....

-Hey, Landa ¿por qué sonríes tanto?

Miré a Gus a sus grandes ojos de botones, y me sonrojé como tomate. Me había descubierto pensando en Tom....

Landa.

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Se que debía tardarme menos en publicar un nuevo capítulo y aquí está :)
Por favor, perdónenme y esperen a que recobre mi inspiración :( pronto la tendré cien por ciento conmigo...
¡Gracias por leerme! Y por sus votos que significan tanto, y sus comentarios igual ✨❤

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