Tom y yo habíamos quedado en ir esa noche a la cabaña del bosque. Estuvimos de acuerdo en ir ambos de negro para que sea más difícil que alguien pudiera vernos. Guardé en mi mochila cosas que podrían sernos útiles, como una linterna, baterías, binoculares y una bate de béisbol (para romper ventanas o puertas si fuera necesario, o defendernos si algo salía mal). Cuando tuve todo guardado, me senté en mi cama a reflexionar. ¿Qué estaba a punto de hacer? Hace un par de meses yo era Landa la miedosa. Ni en un millón de años me hubiera imaginado que saldría de noche en busca de una cabaña del terror en medio del bosque, para descubrir sus horripilantes secretos en compañía de un chico guapísimo. Y ahora, mírenme. ¿Cómo es que mi vida cambió tanto en Little Pine?
Por un momento dudé de si era una buena idea, e incluso llegué a pensar que sería mejor inventar una excusa y no ir, pero entonces me llegó un mensaje de Tom diciendo "¿Lista, jovencita? Estoy afuera." Respiré profundo y decidí ir. Tomé mis cosas y salí.
Tom me esperaba en la entrada de la granja. Mientras me acercaba, pude ver las plantaciones de maíz iluminadas por las luces de la camioneta de Tom que se tambaleaban por el viento. Tom bajó del auto y se acercó hasta mí. Me echó una mirada de arriba abajo y sonrió.
—Te ves sexy de negro, jovencita.
Le di un golpe en el brazo. Odiaba que Tom me hiciera poner toda roja, pero también me encantaba que me hiciera cumplidos. Él también se veía muy sexy de negro.
—Vámonos ya —dijo mirando hacia la carretera. Luego me abrió la puerta de la camioneta y me subí.
Llegamos hasta la parte en donde empezaban los árboles a la entrada del bosque y Tom apagó el motor. Ahora todo lo que iluminaba el paisaje era la luna. De repente sentí como mi estómago se encogió: me había entrado miedo. Tom se dió cuenta, y me tomó de la mano. No me sorprendió... Estaba empezando a acostumbrare a tenerlo cerca.
—¿Quieres hacerlo?
Lo miré y asentí.
—Estamos juntos ¿De acuerdo? Vamos a protegernos mutuamente —me dijo mirando mi mano y luego a mí. Volví a asentir y sonreí. Ambos bajamos del auto.
Tom encendió su linterna y yo la mía y nos encaminamos hacia el bosque. Él volvió a tomarme de la mano mientras caminábamos. Lo único que se oía era las hojas de los árboles balancearse, algunos cuervos a la distancia y nuestros pasos pisando ramas. Ninguno de los dos dijo nada hasta que llegamos lo suficientemente cerca de la cabaña, detrás de unos árboles, y vimos a alguien acercarse hasta ella de repente. Ambos nos agachamos y Tom puso su dedo índice en sus labios para decirme que no debíamos hacer ningún ruido.
Llevaba una capucha negra, así que no pudimos ver su rostro, pero lucía apurado. Miró a su alrededor para asegurarse de que no había nadie más, y sacó de su bolsillo un montón de billetes. Eran muchísimos... Jamás había visto tanto dinero junto en mi vida. Los contó rápidamente y volvió a ponerlos en su bolsillo. Luego se alejó de la entrada de la cabaña hacia el bosque y Tom y yo nos miramos. Sabíamos que debíamos seguirlo.
Era difícil ir detrás de él sin hacer ruido. Teníamos que ir muy lento, escondiéndonos detrás de árboles y arbustos, y aquel hombre iba a paso apurado hacia quién sabe dónde, así que más de una vez estuvimos a punto de perderlo.
Se detuvo junto a un par de árboles sombríos, miró alrededor una vez más y luego empezó a quitar un montículo de hojas y ramas que había debajo de un árbol. Tom y yo lo vimos sacar su linterna y encenderla. Se agachó y levantó lo que parecía ser una tapa de alcantarilla, se metió al agujero y volvió a poner la tapa. Tom y yo volvimos a mirarnos. ¿Qué podría haber ahí abajo?
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Holanda.
Chick-LitLanda es una chica tímida e insegura que nunca tuvo mucha suerte para destacar. En su intento por empezar de nuevo en pueblo diferente, descubrirá que tiene el don de arreglar la vida de las personas, convirtiéndose así en una heroína secreta. Lo q...