Algo anda mal.

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—¿Tom? ¿Qué haces aquí?

—Mira esto —dijo él todo agitado parado en el pórtico de la casa. Tomé el periódico que me extendía con ambas manos y leí el encabezado.

—"Descubren escondite de drogas en Little Pine. Empresario Gregory Riggs posible sospechoso. Alguacil Shane Dolby habla sobre el caso y las investigaciones." ¡Tom!

—Sigue leyendo —dijo él con una sonrisa en la cara.

—"El pasado viernes, la policía de Little Pine encontró cargamentos de marihuana dentro de la vieja cabaña que se encuentra en el bosque a ochocientos metros del pueblo. Entre los detenidos se encontraban contrabandistas buscados en Portland y guardias de seguridad de Little Pine. Todos fueron interrogados, y revelaron información acerca de la ubicación de las plantaciones y los posibles encargados del negocio. El abogado Gregory Riggs es tomado como el principal sospechoso, sin embargo, el alguacil Shane Dolby declaró en la rueda de prensa que las investigaciones aún no han terminado. El alcalde Joseph Mason también intervino pidiendo al pueblo mantener la calma, y prometió que las autoridades se encargarían de hacer justicia".

Tom y yo nos miramos y nos abrazamos emocionados.

—¿Ves, jovencita? Todo salió bien.

—Aún no, Tom. Si el padre de Simon es el dueño del negocio tiene que ser arrestado.
—No te preocupes por eso. He estado investigando mucho, y todo apunta a que es él. Tenías razón, jovencita. No sé cómo pensaste en eso tan rápido.

—Estoy feliz de que las cosas hayan salido bien para Dwayne.

—Es cierto ¿Cómo va eso? —dice Tom enrollando el periódico.

—Papá está emocionado por tener algo de ayuda con la granja. Es decir, Dane le ayuda de vez en cuando, pero un par de manos más le van a caer muy bien a este lugar.

Tom miró al fondo de la granja, donde la tierra estaba a penas removida, y Coconut comía pasto junto al tractor.

—Estoy ansioso por ver este lugar lleno de girasoles —me dijo sonriendo.

—Yo también.

—¿Te llevo a la escuela, jovencita?

Asentí. Estaba muy feliz con Tom. Durante todo el camino conversamos sobre lo ansiosos que nos sentíamos porque faltaba muy poco para que la obra se estrene. Tom me ayudó a imaginar cómo se veía el teatro lleno de espectadores, lo que me hizo sentir asustada al principio, pero él describía todo tan maravilloso, que terminé sintiéndome emocionada con sus palabras, y no podía dejar de mirarlo.

Seguimos platicando mientras caminábamos juntos por el pasillo, cuando un fuerte sonido metálico nos interrumpió. Simon Riggs había azotado su casillero y ahora, con la mochila al hombro, caminaba apresuradamente por el pasillo. Lucía demacrado, pero también muy furioso. Por un momento tuve la sensación de que venía hacia nosotros, e instintivamente Tom me puso detrás de él, pero Simon pasó a nuestro lado sin mirarnos, con dirección a la salida. Tom y yo nos miramos intentando entender lo que pasaba.

Nos dirigimos hacia la salida, y vimos a un hombre abrir la puerta de un auto negro y cerrarla después de que Simon subiese. El hombre subió adelante y se marcharon a toda velocidad. Las clases no habían empezado todavía, pero Simon ya se había marchado.

Tom me miró.

—Hay algo mal aquí.


Landa.

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