-Muy bien, recuerden mirarse a los ojos. No despeguen la mirada de su compañero.
Tom sonrió y se acercó a mí. No sabía qué hacer para no sentirme nerviosa. Phil me hizo su pareja porque supuestamente Tom era mi único amigo en el club y eso me ayudaría a tener más confianza, pero creo que estaría menos nerviosa si tuviera a alguien más como compañero.
—Creo que este es mi ejercicio favorito —dijo Tom mirándome directamente a los ojos.
Bajé la mirada hacia mis zapatos. Era inevitable.
—Jovencita, recuerda que tienes que mirarme —cogió mi rostro con sus dedos, lo que provocó que me pusiera más roja que luz de navidad. Él sonrió.
Me quedé en silencio, muerta de la vergüenza porque estaba muy roja, y no podía bajar la mirada para evitar que Tom me viera, porque volvería a tocarme para levantarme el rostro.
—Tom ¿podrías alejarte un poco? Phil dijo a treinta centímetros.
Él sonrió y obedeció.
—¿Qué harás hoy? —preguntó sonando ridículamente sexy.
—Tarea.
—¿De verdad? ¿Tarea?
—¿Qué? Es lunes.
—Lo sé. Por eso digo. ¿Quién envía tarea el lunes? Es el primer día.
—No lo sé. ¿La profesora Scodelario?
—Demonios, es verdad. Odio a esa mujer. El año pasado detesté las matemáticas gracias a ella. Me odiaba...
—También me odia a mí.
—Señor Martin, más vale que preste atención o tendré que llamar a su madre —dijo Tom imitando a la maestra. —O ya sé ¿prefiere ir con el director? De seguro le encantará tenerlo en su oficina.
Me reí. Tom la imitaba perfectamente igual. Fue muy gracioso.
—Landa... —dijo volviendo a levantar mi rostro. Había bajado la mirada inconscientemente.
Volví a mirarlo todavía con la sonrisa que me había provocado la imitación de la profesora de matemáticas. Él había vuelto a acercarse pero esta vez no le dije nada.
—Entoces ¿qué harás hoy?
—Ya te lo dije. Tengo tarea.
—Vamos por un helado.
—¿Qué no me escuchaste?
—Por favor. Para qué vas a hacer tarea si al final la mujer te va a seguir odiando.
—Guau. Gracias por hacer que me sienta bien.
—¿Vamos?
—No, Tom.
—Landa, sólo es un helado. No te llevará toda la tarde.
Me lo pensé. Él me miró con una media sonrisa y una ceja levantada. Tenía ganas de pegarle en la cara por ser tan guapo, pero creo que el portazo en la nariz ya había sido suficiente.
—¿Y?
—Bueno, está bien. Pero tienes que llevarme a casa.
—Será un placer.
—¡Muy bien! —gritó Phil. —Vamos a cambiar de parejas.
Miré a mi alrededor, y todos empezaron a moverse en el escenario, reuniéndose con otras personas. Supuse que debía hacer lo mismo, pero...
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Holanda.
Romanzi rosa / ChickLitLanda es una chica tímida e insegura que nunca tuvo mucha suerte para destacar. En su intento por empezar de nuevo en pueblo diferente, descubrirá que tiene el don de arreglar la vida de las personas, convirtiéndose así en una heroína secreta. Lo q...