Holanda.

Una sola chica.

Hoy mientras abría mi casillero para sacar mis libros, Jenna se me acercó cabizbaja.

—Hola, Landa.

—Hola, Jenna —dije sorprendida de verla.

—¿Cómo estás?

—Bien, ¿Cómo estás tú?

—Bien —dijo frotándose un brazo —. Escucha, te debo una disculpa. No fui muy amable la última vez que hablamos.

—Oh, está bien, Jenna. Lo entiendo. Estabas molesta, y...

—Sí, pero no debí ser tan grosera. Landa, eres una gran amiga y...

En ese momento regresamos a ver a Eric que nos miraba a lo lejos entre la multitud. Al darse cuenta, bajó la mirada y se alejó.

—Es extraño —dijo Jenna —. Nunca pensé que iba a estar apartada de ustedes. Las cosas se han vuelto tan diferentes.

—Deberías volver con nosotros, Jenna. Te echamos de menos.

—Quiero hacerlo, Landa, pero sería extraño estar enfrente de Eric. No terminamos muy bien. Él dijo cosas horribles, y yo también se las dije a él... Pero en serio, Landa... yo... lo extraño. Era un idiota, pero también era mi mejor amigo.

—Jenna... yo... debo decirte algo.

—Sé que él y Anna han estado saliendo. No me molesta. Sospechaba que pasaría alguna vez. Creo que Anna merece ser feliz. Es solo que de verdad extraño a Eric.

Me sentía terrible. Jenna merecía saber que todo era mi culpa.

—Jenna... Yo le dije a Anna que Eric estaba enamorado de ella... Yo pensé que, bueno... Es que... tú y él... y Anna.

—Está bien, Landa —dijo poniendo una mano sobre mi hombro —. Sé que sólo tratabas de ayudar. Sé que a Anna no le fue muy bien con lo de Simon Riggs. Es una idiota ¿no? Cómo se atrevió a hacerle algo así...

—Sí —esta vez yo froté mi brazo —. Lo lamento igual, Jenna. Sé que estuvo mal.

—No estuvo mal, Landa. Yo y Eric ya no teníamos nada que ver. De verdad, está bien.

Miré mis zapatos y luego alrededor. El pasillo estaba empezando a desocuparse.

—¿Sabes? Eric te extraña también... Tal vez deberían volver a ser amigos.

—¿Tú crees...? No sé si quiera volver a ser mi amigo... sobre todo después de todo lo que le dije.

—Creo que sí querrá.

Jenna y yo nos dimos un abrazo y luego sonreímos. Me alegraba volver a ser su amiga.

Al volver a casa, pensé en Anna. A pesar de que ayer estaba muy triste hoy en el colegio lucía calmada, y un poco más alegre. Ayer, ella y Dane se quedaron platicando. Tuve que buscar un montón de excusas para demorarme al traer el té y así no interrumpir. Al final, parece que la charla con mi hermano le hizo bien porque había dejado de llorar e incluso creí ver un par de sonrisas en su rostro. Mi hermano tenía ese efecto en las chicas.

Subí a la habitación de Dane y me senté junto a él que estaba sobre su cama usando su laptop.

—¿Todo bien? —preguntó volviendo la vista a mí.

—Sí —dije —. Sólo pensaba.

—¿En qué? —dijo cerrando la laptop.

—En muchas cosas.

Ambos nos quedamos en silencio por algunos segundos mirando a la pared.

—Tu amiga... Anna —dijo de repente —. Ella, es agradable ¿no?

Volví la mirada a Dane, quien no apartó la suya de la pared.

—Sí... —dije sin emoción —¿Tienes algún problema con ella?

—Por supuesto que no, Landa. Acabo de decir que es agradable. La encontré en el salón ayer y...

—Me sorprende que le hayas hablado después de lo que le hiciste.

—¿De qué estás hablando? —dijo volviendo por fin la mirada.

—Después de que no la defendiste con Simon...

—Basta, Landa.

—Sólo decía...

Volvimos a quedarnos en silencio mirando la pared. Medio sonreí.

—¿Te gusta?

—¿Qué?

—¿Te gusta Anna?

—Qué dices, Landa. Por supuesto que no. Es que tú te juntas con muchos perdedores, y ella realmente me pareció agradable.

—Pero te parece bonita ¿no?

—Bueno... sí... claro.

—¿Saldrías con ella? Es decir... ¿sólo... con ella?

Dane sonrió.

—Tú sabes que yo no soy de una sola chica.

—Sí —dije volviendo a mirar la pared —, ya lo sé.

Dane apoyó la cabeza sobre mi hombro. Creo que esa era su manera de disculparse por ser tan idiota a veces.

Landa.