Gracias.

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La expresión del alguacil fue muy diferente a la que esperaba. Él sólo se quedó mirándonos por unos segundos y después suspiró.

—Dwayne ¿eh?

Tom y yo no sabíamos si debíamos decir algo o solo asentir, así que nos quedamos callados mirando fijamente al sheriff y dejándolo continuar. Pero él no habló más, abrió la puerta de un tirón y empezó a caminar apresurado por el pasillo. Tom y yo corrimos para adelantarnos e impedir su paso.

—¡Espere, alguacil! —dije colocando instintivamente mis manos sobre su pecho para detenerlo. Él las miró y yo las bajé inmediatamente, avergonzada —Lo siento. Umm... Espere. ¿Qué es lo que hará ahora?

—Buscaré a Dwayne —dijo decidido a avanzar de nuevo, pero volví a detenerlo.

—¿Qué hará con él?

—Está involucrado en el negocio ¿no es verdad? —Tom y yo asentimos recelosos —. Bien. Lo arrestaré.

—¿Qué? ¡No! —dije impidiendo que avanzara una vez más.

—¿Sabes una cosa, Holanda Font? Dwayne ha sido siempre una vergüenza para mí, pero ahora pasó el límite. El hijo del sheriff... Siendo arrestado por el sheriff. Sin embargo, soy justo y sé hacer mi trabajo. Si debo arrestarlo, lo haré.

—Pero no debe hacerlo...

—¿Por qué no? Es un delincuente.

—¡Pero no es su culpa!

—Quítate de mi camino, niña —dijo intentando pasar sobre mí.

—¡Tiene que escucharme!

—Es suficiente, quítate —dijo apartándome y empezando a caminar.

—¡Por favor! ¡Espere! —dije mientras Tom y yo lo seguíamos apresuradamente a través del pasillo —¡Extraña a su madre!

El sheriff se detuvo en seco. No se volteó, sólo esperó a que yo continuara. Pero yo no sabía cómo seguir.

—Yo... soy amiga de Dwayne. He hablado con él un par de veces, y él... Bueno, tuve la oportunidad de escuchar lo que tenía que decir. Él... extraña mucho a su mamá. Dwayne quería ser músico ¿lo sabía? Por supuesto que lo sabía... Dwayne quería tocar la guitarra. Usted no estaba orgulloso por lo que él quería, y se sintió solo. Dijo que si usted no podía sentirse orgulloso por lo que Dwayne quería, entonces no se sentiría orgulloso de lo que usted quería. Por eso hace esto... Para que se dé cuenta de lo egoísta que fue con él... —Tom me miró sorprendido. ¿Había llamado egoísta al sheriff del pueblo? Por supuesto que lo había hecho.

El sheriff se volteó a penas, con los puños cerrados.

—Pero ¿sabe por qué creo que lo hace en realidad? —continué —Creo que es porque quiere llamar la atención de su padre. Él lo extraña, pero no puede admitirlo. Solían jugar juntos al baloncesto ¿no? Él me lo dijo. Crecer sin una madre debe ser muy difícil... sobre todo si no tiene a su padre ahí para apoyarlo.

El hombre finalmente se volteó. Aunque tenía la mirada en el suelo, pude notar que sus ojos estaban humedecidos.

—Sé que hice cosas malas.... yo... sí, tal vez debí apoyarlo. Yo...

El sheriff se veía como un hombre orgulloso, y por eso le estaba costando admitir que quizá todo esto era su culpa, y que realmente fue egoísta con su hijo. Pero también era un hombre bueno. Le toqué el brazo con cautela, y sonreí haciéndole saber que no hacía falta hablar más, que nosotros lo entendíamos todo.

—Aún así... él hizo algo malo —dijo secándose los ojos con los dedos disimuladamente —¿Dices que no debería castigarlo?

—No, por supuesto que no. Creo que merece un castigo... Pero no creo que deba ser arrestado.

—¿Entonces qué debo hacer?

¿El sheriff de pueblo me estaba preguntando qué hacer? Tom me tomó de la mano por detrás, y entonces fue cuando me di cuenta de que lo que Anna y Eric me habían dicho aquella noche, y lo que Tom siempre me repetía podía ser verdad. Las personas confiaban en mí, y aunque Jenna me haya dicho que debería dejar de meterme en los asuntos de los demás, yo debía poner mi mayor esfuerzo por ayudar a quien me necesite. Como se lo había prometido una vez a Tom.

—No sé preocupe... yo sé qué hacer.

Tom me sonrió y me lanzó una mirada de "Así se hace, jovencita".

En realidad no me di cuenta cuándo habíamos subido a la patrulla. Tom y yo íbamos en los asientos de atrás. Podía ver al sheriff por el espejo retrovisor, pero él mantenía la mirada fija en la calle, parecía que pensaba en muchas cosas.

Por un instante me sentí mal. Sentí como si fuese una delincuente y ahora era llevada en la patrulla hasta la comisaría para ser encerrada por algo malo. Tom me tomó de la mano, y con una sonrisa me hizo recordar que en realidad estábamos haciendo lo correcto. Cómo adoraba tomar su mano. Sentía que encajaba perfectamente con la mía.

Nos paramos en la cancha de basquetbol. Le había dicho al sheriff que Dwayne probablemente se encontraba ahí, y no me equivoqué. Pudimos verlo sentado sobre el último escalón, fumando silenciosamente su cigarrillo mientras contemplaba el partido.

Al acercarnos, él levantó la vista, primero a su padre y luego a mí.

—Carajo —dijo tirando su cigarrillo.

La mirada que me lanzó era de furia, pero también tenía una mezcla de confusión. Sabía lo que pensaba: estaba realmente furioso por haberlo delatado, pero también no entendía por qué lo había hecho. La última vez que hablamos habíamos hecho una especie de pacto al contarnos cosas personales, y ahora se sentía traicionado por mí. Yo bajé la mirada y me froté el brazo con una mano. Me sentía realmente mal.

—Ponte de pie, Dwayne —dijo el sheriff sin ninguna expresión. El chico obedeció a regañadientes y se metió las manos en los bolsillos.

—¿Y bien? ¿Me vas a arrestar, papi?

—No.

Dwayne levantó la mirada sorprendido. Supongo que no esperaba esa respuesta.

—Esta jovencita intercedió por ti —continuó el sheriff. Dwayne volvió la vista a mí —. Ella cree que es injusto arrestarte. Yo... —dijo nervioso —creo que es injusto arrestarte.

Dwayne no dijo nada por algunos segundos, pero finalmente volvió la vista a su padre.

—¿Entonces?

—Trabajaras en la granja de su padre. El granjero Julius Font está preparando todo para crecer girasoles para cuando llegue el verano. Vas a trabajar el tierra con él.

Dwayne bajó la mirada.

—¿Y si no quiero?

—No creo que prefieras pasar el verano en la comisaría —contestó el alguacil mientras empezaba a alejarse —Ve preparando tus cosas, empiezas la próxima semana.

Tom, Dwayne y yo vimos como el hombre caminaba a través de la cancha mientras la luz naranja del atardecer le caía sobre la espalda. Miré a Dwayne que repentinamente bajó la mirada y frunció el ceño.

—Yo... lo siento... —dije apenada.

—No —dijo él y finalmente me miró —. Gracias.

Sonreí.

—Jovencita —dijo Tom con las manos en la cintura sin apartar la vista del sheriff que estaba subiendo al auto —. Deberíamos alcanzarlo antes de que se vaya. Dejamos la camioneta en la comisaría.


Landa. 

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