Tener cuidado.

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Después de haberle escupido a Simon Riggs el asqueroso jugo de la abuela de Niko, noté que algunos chicos me miraban por el pasillo y murmuraban cosas. Genial. Aunque hice algo bueno por Anna, no tenía la misma sensación de la que había platicado con Tom el otro día. Me sentía avergonzada. Esta es la razón por la cual yo no tenía amigos en la ciudad... Porque era una niña rara y un repelente humano. Tuve una mala experiencia... Pero no es algo que me guste recordar, y por eso no hablaré de ello por ahora.

—¿Qué ocurre, Landa? —pregunta Tom caminando a mi lado. Se había ofrecido acompañarme hasta mi clase.

—Todos están hablando de mí, ¿no es verdad?

—Por supuesto... ¡Porque eres asombrosa! A nadie le agrada Simon Riggs, excepto por los populares y los que quieren ser admitidos por él, y sus títeres que lo siguen a todos lados.

Sonrío de medio lado, nunca un chico me había dicho que era asombrosa.

—¿Títeres? —prengunto.

—Aparte de sus tres amigos con los que siempre anda, tiene un grupo de chicos con los que suele ocupar una mesa en Mr. Cucumber. Todos ríen de sus chistes y le obedecen en todo lo que diga. Es un niño rico...

—¿Por qué le obedecen? —pregunto con el seño fruncido.

—Supongo que ser popular tiene sus ventajas... De todos modos, sus amigos son sus lacayos, está acostumbrado a tener sirvientes. Incluso una vez intentó recluir a Craig Wilson... Pero este pisoteo su oferta. Riggs nunca acepta un no como respueta, y ambos han tenido muchos problemas.

—Eso es terrible... Por cierto ¿Qué ocurrió con Craig? No lo he visto hace días —pregunto. Sí, me siento un poco mal por él.

Tom suelta una carcajada.

—De seguro aún no le quitan la venda de la nariz y no quiere que nadie recuerde que "un muchachito de anteojos" le dio una paliza. ¡Jovencita, le pegaste fuerte!

Río suave, la verdad ahora me estaba dando algo de culpa.

—Espero que esté bien.

—Por favor, Landa. Craig Wilson es el buscapleitos número uno de Little Pine. Se merecía unos cuantos golpes.

Yo pienso por un instante.

—¿Te ha golpeado alguna vez?

—Sí —contesta Tom encogiéndose de hombros, restándole importancia.

—¿Por qué?

—Porque pertenezco al club de teatro.

—¿Qué? —digo asombrada. —¿Sólo por pertenecer al club de teatro?

—Sip. Según él, somos patéticos.

—Pues yo creo que son geniales.

—No puedes saber eso... Nunca nos has visto actuar.

Me quedo fría. ¿Te volviste loca, Landa? ¡Casi metes la pata!

—Por supuesto que no —digo nerviosa. —Nunca los he visto... Quise decir que yo creo que lo deben hacer muy bien.

—Deberías venir al teatro algún día...

—Sí, sería divertido —digo aliviada.

Entonces llegamos a la puerta de mi salón y Tom se para en la puerta.

—¿Me das tu número, jovencita?

¡Paren el mundo! ¡Un chico está pidiéndome mi número telefónico!

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