Intruso no identificado

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Otra vez al trabajo. Vigilar. Dar permiso y abrir. Pero desde el día anterior, me sentía nerviosa sin saber por qué. Mi instinto decía que algo iba a venir. Y demasiado pronto. Desde lejos pude ver una figura, pero no la vi rojiza de los demonios. Al acercarse más, noté que era como nosotros pero sin alas, y no llevaba mucha ropa. Agarré mi espada, sabiendo que era un intruso.
–¡Quieto ahí! –Grité.
El desconocido se detuvo a unos cuántos metros de mí, y alzó sus brazos mostrando inocencia.
–¿Quién eres? –pregunté sin soltar mi arma.
–Estoy perdido... Quiero volver a casa –respondió. Su físico era muy diferente. Pelo corto y marrón, ojos verdes, mucho más bajo, aparte de su vestuario.
–¿Tu casa? ¿De dónde eres?
–Soy del paraíso –dijo sin mirarme.
–Eso es imposible, sólo existe el cielo y el infierno. No mientas... –Di unos pasos sacando la espada.
–No miento, es la verdad –esta vez, sus ojos y los míos coincidieron.
–¿Y qué se supone que eres? No tienes alas como los ángeles...
–Soy un humano.
–¿Humano? ¿Hay más especies? No sabía...
El extraño hizo un ruidito interrumpiéndome.
–Él nos dijo que no salieramos del paraíso, pero yo por curiosidad entré en ese portal y me trajo aquí.
–Es raro... El Creador es dios de otra raza más... –Dije pensativa.
¿Otra raza más? ¿Desde cuándo? Estaba totalmente sorprendida de ver a ese nuevo ser.
–Necesito que me ayudes a volver –se acercó para observarme más.
Por mi timidez, le amenacé con la espada para que se alejara.
–Ehh, no voy a hacerte nada –dijo con tranquilidad. Para mi gusto, era bastante atractivo, pero no eran de los míos.
–No sé que hacer para ayudarte. Si te ven, me mandarán al calabozo por dejar entrar a un intruso, ¿entiendes? Hay una buena parte de casas abandonadas, pero están vigiladas a veces...
–Bueno...
–Por la noche(si se le puede llamar así) no hay mucha gente, estarán durmiendo. Ahí podremos buscarte un lugar e intentar llevarte... Allí.
–Muchas gracias... Mmm... –dudó por un instante.
–Lelahel.
–Vinn –sonrió, haciendo que me ruborizara.
–Necesitas esconderte en algún lado por si viene alguien por ahora. Sé un sitio. Sígueme.
Asintió.
Le guié a la sala de armamento, donde los ángeles de vigilancia guardaban sus armas que no necesitaran. Justo allí, había un armario donde depositaba mis pertenencias, que casi siempre estaba vacío.
–Creo que cabes ahí –señalé en dirección al armario, situado en la esquina de la sala.
–Estoy seguro de que sí. ¿Cuánto tiempo debo estar ahí?
–Hasta que termine mi turno... Todavía queda bastante. No hagas ruido, te lo pido, vendré a por ti después, ¿vale?
–Está bien –abrió las puertas del armario, y se escucharon pasos.
–¡Corre! ¡Escóndete! –Susurré y cerré la puerta de golpe.
Un ángel revisador apareció para recoger sus pertenencias y se sorprendió al verme.
–¿Tú no eras el vigilante de la puerta? –Preguntó. Parecía que tenía unos cuarenta años.
–Emmm... Sí... pero ya me iba... Estaba... guardando algo –dije bastante nerviosa. No sabía mentir.
–¿Ocurre algo? –Preguntó sospechando.
–No, no es nada. Ya me voy –salí de allí andando rápido, para que no sospechara más. Me alivió cuando salí que dijo:
–Se habrá asustado. Será muy tímida.
Volví a mi trabajo preocupada. No quería que descubrieran a Vinn, pues me metería en un buen lío, aunque ya lo estaba.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora