En unas semanas, Darkia logró mejorar en la lucha y controlar su espada, porque así los impactos serían más fuertes. A su vez, la relación con Sublatti fue aumentando, al igual que el cariño que le empezaba a apreciar la diablesa.
En esos días de observación sin comunicación, fueron avanzando en su aventura. Cada vez los demonios poseían más partes de la Tierra e iban destruyendo todo a su paso.
Las dos pararon, y se ocultaron tras unos matorrales que habían cerca de una zona que iba a ser destruida. Se quedaron mirando cómo asesinaban a tres humanos y sus animales.
-Ya es hora de que te enfrentes a otros rivales aparte de mí. Con tus ataques podrás derrotar a unos tres demonios tú sola -le susurró al oído. Por lo que tenía entendido, solo habían tres diablos, los justos para el ángel.
Ella dudó, preguntando si podría con ellos, y Sublatti le contestó con ánimo. Más tarde, la diablesa le dio la señal para que empezara el ataque en solitario. Hizo arder su arma y atacó por sorpresa a sus enemigos, clavando ésta en el cuello de uno de ellos. Esquivó los contraataques de los demonios y dejó muy grave a uno y, al otro, le cortó un brazo. Éste aprovechó para escapar y la diablesa fue tras él, siendo derribada al rato.
Darkia, mientras tanto, despedazó al enemigo moribundo y ayudó a su compañera aturdida.
-Lo siento, Darkia. No contaba con que uno de ellos huiría. Seguramente sería un mensajero del jefe demonio.
-No importa. Así sabrá que vamos a matarlo -respondió mirando al frente, y las imágenes de Darkia y Sublatti cambiaron, ubicando en la llegada del demonio herido a un enorme castillo, muy parecido al que yo conocía del infierno, aunque estaba en la Tierra. ¿Por qué estaba eso allí?
Éste saludo a sus compañeros, y recorrió el pasillo hasta parar en una enorme puerta. Llamó, y dijo su petición, dejándole el paso hacia una gran sala, y justo al fondo... Él. Satanás. Sentado sobre su trono grande y rocoso. Como estaba en ese momento, no parecía aquel que me entregó su amistad y confianza. ¿Podría ser una de las partes de su alma?
-¿Qué es lo que sucede que es tan urgente? -Preguntó congelándome al oír su voz. Era espeluznante, oscura y dominante.
El mensajero le hizo una reverencia, contestando a su pregunta.
-Señor mío, hace unos días dos de mis acompañantes y yo sufrimos un ataque de un demonio renegado y un ángel un tanto extraño.
-Mmmm... Cuéntame más.
-El ángel mató a dos de los nuestros y el demonio me atacó, pero conseguí escapar.
-Ya sé quién es el demonio... Infórmeme sobre el ángel. ¿Qué sabe de él?
El mensajero le contó todo resumido sobre los inicios de Darkia en la Tierra hasta que liberó a Sublatti. También, comentó que eso parecía ser una amenaza contra el dios, y éste le devolvió una sonrisa fría.
-Ya veo. Nadie puede ganarme... Ni siquiera ese ángel. Ese jefe ángel fue un cobarde al unirse a mí en vez de pelear. Su madre está deseando verlo morir entre mis manos.
¿Qué quería decir eso? ¿Dónde está Yandak? Su madre...
Mis pensamientos comenzaron a atormentarse de preguntas mientras miraba con miedo lo que ocurría."No... Tiene a su hijo y... Puede que Yandak esté muerto... ¿Por qué haces esto, mi querido amigo? Cierto... No es él, solo es una parte de su alma..." -reflexioné, estando más en calma.
Ordenó algo al demonio, y se marchó. Después, volvió con un ángel encadenado y herido, y lo dejaron ante los ojos del jefe de los demonios. Al verlo detenidamente...
-¡¿Yandak?! -Exclamé.
Todos se quedaron mirándome.
-¿Le conoces, Lelahel? -Preguntó el Creador.
-Por supesto... Le conocí el día que fue encarcelado en el infierno, en verdad justo antes. Les pillé a él junto a otros dos ángeles merodeando por la cueva de Cerbero. Le avisé, pero no me hizo caso...
-Mirad, el angelito está aquí -dijo el dios burlón.
El prisionero se mordió el labio, lleno de rabia.
-¿Qué queréis? ¿No habéis tenido suficiente con quitarme el cielo y a mi hijo para que le sirva? -Gritó.
-Ahora no eres el único ángel aquí. Se aproxima un caído... y viene con tu querida.
-¿Sublatti? ¡No le hagas daño! -Corrió hasta el demonio con intención de atacarle, pero dos de los sirvientes de allí le detuvieron.
-La mataré, a ella y a su acompañante. Aparte de traidora, me desafía. En cuanto tenga la Tierra, seré invencible.
-¡Eso no es verdad! Los ángeles renaceremos y ganaremos.
-¿Eso crees? ¿Quién me ganará? ¿Tú? -Tras decir esto, se volvió a burlar riéndose a grandes carcajadas mientras se tapaba la cara.
Aunque desarmado, Yandak se liberó de los dos demonios y atacó a Satan sin pensárselo. Como era de imaginar, no le hizo nada, y Satanás le soltó un manotazo que le llevó al otro extremo de la sala. Se levantó de su trono y pegó un gran salto llegando hasta él. Le agarró la cabeza, elevándolo del suelo, y lo estampó contra éste. Apoyó su enorme pié en su espalda, sin posibilidad de escapar.
-Pensaba perdonarte la vida y hacerte mi sirviente. Es tu última oportunidad para no morir. ¿Aceptas o mueres?
-Prefiero morir antes que traicionar a los celestiales. Yo no podré ganarte, pero siempre habrá esperanza. Ese ángel vendrá y clavará tu espada en tu maldito corazón.
-¡ESO NO ES VERDAD! Ahora morirás, al igual que tu gente. ¿Estás orgulloso?
-Sí, lo estoy -al decir esto, Satan pidió que le trajeran su espada, que comenzó a arder una llama roja de manera descomunal, y hundió su hoja en la espalda del ángel. La sacó y se retiró esperando a que dejase de vivir.
El herido apretó los puños contra el suelo y miró al techo para decir sus últimas palabras mientras su cuerpo perdía más y más sangre.
-Hijo mío... Sublatti... Ángel desconocido, toma el cielo por mí y nunca perdáis vuestro valor. Yo moriré e iré junto al Creador... Al paraíso. Adiós, querido mundo, y mucha suerte, salvador -dijo entre susurros. Sonrió y cerró los ojos para no abrirlos.
Al rato, se llevaron al cuerpo y lo hicieron cenizas.
Los que vimos esto nos miramos con tristeza, excepto John, quién no entendía nada.
-¿Ha...?
-Muerto -terminó Ia su pregunta.
No podía creerlo. Había asesinado a Yandak de una manera miserable. Tenía que hacer algo.
-Él no merecía esto... Creador, debo ir a buscar su alma -me dirigí al Creador, a quién no le pareció buena idea mi petición.
El dios negó.
-No puedo permitirte irte, Lelahel. Como sabes, cuando un ser fallece, su alma va al paraíso y, después de un tiempo, desaparece. Llevas más de un año sin un cuerpo y podrías desaparecer...
-No lo haré, pero tengo que traerle aquí. Si él se va, Sublatti no me perdonará jamás, aunque se olvidase de mí. No tardaré, se lo aseguro. Dame cinco minutos y estará aquí con nosotros. ¡Se lo suplico! Le necesito para que ayude a Darkia -rogé haciendo una reverencia.
-Está bien, cinco minutos. Confío en tu palabra. Tenemos un trato, y espero que no lo rompas -movió uno de sus dedos y una luz verdosa envolvió todo mi cuerpo-. Esto te protegerá. Solo cinco, ni uno más.
Asentí sonriendo, decidida a hacer la búsqueda.
-Confíe en mí. Vendré enseguida -hice los movimientos que aprendí para hacer uno de mis portales y me mostró el camino a mi destino.~~~
"Yandak".
Atrevesé el portal, llevándome a un lugar totalmente a oscuras. La puerta desapareció a mis espaldas y comenxé a buscar. Gracias al medallón tenía una posibilidad de ver mejor, y así encontrarle antes."¿Esto es el paraíso? Está un poco oscuro... Creo que ya he estado aquí antes, cuando Ia me recogió y salvo de Paradise...".
-¡Yandak! ¿Dónde estás? ¡Yaaaandakkkkk! -Comencé a vocicear mientras caminaba sin rumbo.
Tras un rato sin respuesta, una voz contestó desde lejos. Intentando guiarme de dónde procedía, alcé el vuelo intentando localizarle. Conseguí llegar hasta la voz, siendo quién buscaba.
-¡Yandak! -Aterricé y corrí a su encuentro. Él seguía con el mismo aspecto de siempre. Me miró sorprendido al verme.
-¿Lelahel? ¿Qué haces aquí?
-Tienes que venir conmigo -contesté recobrando el aliento-. Has sido asesinado por Satan y estás entrando en el paraíso. Al igual que tú... No eres el único muerto aquí.
-¿Tú también? Pero...
-Eso no importa. ¿Cómo llegaste hasta Satanás?
-Al ver que íbamos a perder la guerra, sin el Creador de nuestro lado, sabíamos que sería una derrota, pero no nos rendiríamos. Aunque... Sin darme cuenta, mi propio hijo traicionó a los suyos y me quitó el cargo como comandante. Nunca imaginé que me haría esto. Encima, me enteré justo después que él envenenó al Creador y así iniciar la guerra -dijo apenado-. Por esto, lo he perdido todo...
-Supongo que yo morí antes de que tu hijo hiciera eso. Fui asesinada por Diana, quién se supone que era parte de mi alma.
-¿Diana? ¿La hija del antiguo comandante? Pero... ¿Por qué? Ella no haría daño a nadie...
-Iba a matarla, pero se adelantó. Yo le di esas alas, y le maldecí.
Él no dijo nada, solo suspiró.
-He cometido muchos errores desde aquel día, Yandak, pero te aseguro que Sublatti y tu hijo estarán bien. Tus palabras... Se cumplirán. Gracias a mi maldición, nuestro salvador ha despertado desde lo más oscuro para salir a la luz -sabía que debíamos irnos, pues se acababa el tiempo-. Debemos irnos -creé el portal para irnos a esa sala dónde nos esperaba el resto.
-Está bien -dijo el ángel sin rechistar.
Juntos, salimos de aquel lugar oscuro y siniestro.
Notaba algo extraño en todo esto. Sentía que el Creador había hecho más cosas malas que buenas. ¿El paraíso no era eterno? Si es así... ¿Por qué hizo todo esto? Me resultaba imposible contestar, así que en un futuro sabría las respuestas de mis preguntas.
Todo eran dudas. Darkia, las intenciones del Creador, dónde llegaría la locura de Satan, el hijo de Yandak y del Creador... Era muy confuso. Aunque sí estaba segura era de Darkia. Confiaba en ella y estaba dispuesta a ayudarle para pagar mis errores con ella.~~~
Presenté al recién llegado ante el dios y los demás. Yandak se arrodilló ante el Creador, pidiendo disculpas.
-No debes preocuparte, no es culpa tuya.
El ángel se levantó, decepcionado.
-Si mi hijo no hubiese hecho esto...
-El mundo sería un caos -interrumpió John. Anduvo a su alrededor, observando su físico-. Al igual que Darkia, él también forma parte del plan, ¿verdad, padre?
Esto confundió al recién llegado.
-Mi fiel Yandak... Un gusto tenerte aquí. Parece que mi herededo ya está desarrollando sus poderes.
Él sonrió mostrando una gran sonrisa.
-Le agradezco que me haya traído aquí... Pero no sé la razón.
-Pregúntale a quién te ha traído hasta aquí, yo tampoco sé nada.
Me di la vuelta para seguir observando la pantalla.
-Necesito que le eches una mano, pero todavía no. Ya avisaré en el momento justo. Así tus palabras se cumplirán, ¿no es así, Creador? Yo sé que ocurrirá, lo sé todo, o casi -me giré, mirando a Ia, Creador, Yandak y a John-. Los que están ahí fuera, enfrentándose al peligro me necesitan, y ustedes podéis ayudarme...
Ia se acercó y me agarró una mano.
-Estaremos dispuestos a ayudarles, te lo aseguro.
-¿Aunque haya estado de otro bando? -Pregunté.
-No hay problema. Todos hemos cometido errores y para arreglarlos nos debemos sacrificar algo importante. Por eso te sacamos de ahí, Lelahel. Eres alguien que estaría dispuesta a sacrificarse por los demás, y ayudarías a tu propio enemigo. No deberías pedirnos ayuda, sino nosotros a ti -contestó el Creador, llenando mi interior de emoción.
-Lo haré. Por mis amigos, por el infierno..."Por Darkia".
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Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]
FantasyJusto antes de la primera guerra de la creación, demonios y ángeles vivieron una buena temporada en armonía, hasta la aparición de un nuevo ser en la entrada del cielo con el objetivo de ir al infierno para encontrar su hogar: el paraíso. Intentando...