Ella, la Todopoderosa

14 0 0
                                    


Blanco, eso fue lo único que veía. ¿Estaba muerta? Era extraño, el paraíso no era de esta forma. Sentía el cuerpo pesado, el estómago me dolía tanto que me costaba andar. Di unas cuantas vueltas abrazando mi barriga, podría salirse de mi cuerpo en cualquier momento. Tal vez era el mundo que me nombró Uzziel, pero ella no estaba. Una voz, la de antes de aparecer en este lugar, volvió. 

"Por favor...".

Miré a un lado, había alguien arrastrándose en el suelo intentar llegar a mí, se le veía agotada y avanzaba con lentitud. Creo... que nos conocíamos de algo, lo presentía. Era una chica bastante joven y alta, de pelo largo castaño como sus ojos, y la ropa no se sabía si se podía considerarla. Como pude, fui a reunirme con ella. Si estaba en ese lugar tan extraño conmigo, tenía un motivo que deseaba conocer. Mis pasos como los suyos eran pausados, aunque íbamos con prisa por tomar contacto. De vez en cuando ella soltaba alguna frase desesperada, puede que no me viese. Al rato, las dos extendimos nuestros brazos y las yemas de los dedos se tocaron. Fue una sensación agradable, poderosa, intensa, describirla era casi imposible. Tomó mi mano con nervios y se arrodilló. En su rostro solo habían lágrimas, su sufrimiento era el más intenso que jamás había visto. 

—¿Nos conocemos? —le pregunté. 

"Tan solo... Quería estar con él... Todo es por mi culpa, yo no quiero este poder...".

Sus respuestas eran confusas, no sabía qué intentaba decirme. Se desmayó aun llorando y no parecía respirar. 

—Ey, ¿qué pasa? 

Sacudí el cuerpo, sin conseguir nada. Lo único que podía ayudarme... Muerta. Cuando lo vi perdido, se convirtió en polvo dorado, el cual me rodeó. Sobre este salió la misma chica cambiada, con el pelo más corto, un traje de capa dorado y negro, y unos ojos con una forma rara, un ocho tumbado. Su presencia era tan imponente que no pude evitar arrodillarme ante ella. 

—Mi hermosa creación, la diosa del bien, por fin nos encontramos —saludó y me ofreció su mano. La tomé sin decir nada—. Sé que ahora no entiendes, pero te lo explicaré. Acompáñame. 

Se dio la vuelta y la sala blanca pasó a ser una enorme biblioteca, tenía más libros que Manclat. En el fondo, había un trono dorado y negro, se notaba que era suyo. Tomó asiento y me quedé de pie en frente. 

—Verás, hay miles de mundos, tantos que no lo podrías contar con los dedos, pero algunos desaparecen y otros permanecen, y eso depende de nosotros, los dioses del equilibrio, o mejor dicho, de la Todopoderosa y sus dos sirvientes, el bien y mal. Para que los mundos sigan vivos deben haber tres personajes, sin importar que no estén relacionados, una versión del bien, otro del mal, y otra de la Todopoderosa, y con un poder inferior a él o ella. Por desgracia, no muchos cumplen estas condiciones. Cada cierto tiempo, o si el equilibrio se ha roto se elige un nuevo líder, y para eso hay un ránking. Pero actualmente no hay Todopoderosa. 
—¿Qué es un ránking? ¿Qué pasa con las excepciones?
—Es una clasificación, el número uno es el mejor y de ahí hasta el peor. El puesto uno está vacío, y hasta el cuarto igual. La cuarta... Sabes quién es de sobra. Busca a la futura diosa del equilibrio, del infinito, para destruirla y quedarse con ese poder. Le llaman Muerte, y se conoce también como Paradise. 
—¿Ella? ¿Y qué tengo que ver yo con esto?
—Tienes a alguien escondido que le interesa, o más bien le intereso. Yo tan solo soy una proyección futura, o como se diría, de tu imaginación. La anterior Todopoderosa no cumplió su deber y su alma se rompió. Cuando un alma se rompe, ya no hay manera de salvarlo. Su cuerpo quedó vivo, pero vacío por dentro, ahí es donde entras tú. Como diosa del bien, debes llevar el alma que posees al cuerpo antes de que ella lo halle. En cuanto la Todopoderosa aparezca, todo cambiará, nuevos mundos vendrán y tu poder despertará. Ya sabes que debes hacer. 
—Eso creo, por eso me eras tan familiar... Paradise intentó separarnos, no era Diana quien estaba en mi interior, sino...
—Era yo, mi cuerpo no sobrevivió a mi anterior poder y a los guardianes del universo no les hizo gracia, me apresaron pero mi alma te creó y se almacenó en ti para que ellos no le detectaran, pero Paradise sí lo hizo. Según ella, ser la primera de la lista implica la inmortalidad, pero es más que eso. Supongo que para el portal necesitas un poco de información, ¿no? —. Un libro posó en su mano derecha y me lo entregó—. Con tu magia podrás leerlo en un segundo, ya podrás crear un portal. Ese lugar es más moderno de lo que estás acostumbrada, no tendrás tus alas, y solo tendrás un minuto para dejar el alma y volver, entonces te daré algo que estás deseando. Ser una rosa es también tener el despertar, hay dos malvadas con ganas de guerra, cuando termines ya nos volveremos a ver. Cuida de mí, ¿vale? 
—Sí, mi señora —solté sin darme cuenta. 

Leí el libro que me dio e hice un portal que me llevó a un gran edificio blanco. Como me dijo ella, mis alas no estaban, ni estaba descalza. Entré por una puerta que se abrió sola y seguí hasta encontrarme una humana regordita con un traje blanco. 

—¿Desea algo? 
—Vengo a ver a Inés, Inés A. Esteve. 
—Perfecto, ahora mismo pueden pasar visitas, esa pobre chica lleva varios años en coma, ojalá despierte... 

En los mundos el tiempo pasa de diferente forma, eso ha sido una de las cosas que he leído. En este, la tecnología está desarrollada, solo hay humanos y animales. Busco la habitación que me ha indicado la mujer. Abrí la puerta y allí estaba, era ella. Estaba dormida y conectada a un montón de cables y aparatos. La habitación era blanca con una ventana que daba vistas de un parque. Me acerqué a ella sentándome a su lado. Su pelo era tan largo y descuidado que se enredaban entre mis dedos, pero se notaba la suavidad. En ese momento entró otra persona y se sentó al otro lado. 

—Has vuelto, Mebahel —saludó. Su aspecto era como el de Darkia pero en masculino, su parecido era increíble. 
—Ya no soy Mebahel, ahora soy Lelahel, he venido para restaurar a la Todopoderosa y terminar unos asuntos, no tengo mucho tiempo —. Cogí la mano de la joven e hice la transmisión del alma, era otro hechizo prohibido que no podía ser pronunciado, pero era más bien un hechizo de magia blanca—. Mi señora, pronto volveré con usted y será la mejor Todopoderosa que jamás habrá existido —. Me levanté e hice un portal. 



***
—¡Lelahel! ¡Despierta, no me dejes todavía!

Era Uzziel. Había vuelto a la realidad.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora