La verdad del perdedor

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Cuando pude volver a ver, lo primero que vi fue cómo de un simple golpe, derribó a su rival, dejándolo desarmado. Satanás estaba intentando levantarse y el ganador de la batalla le apuntó amenazante con su arma ardiendo.
–La victoria es mía, Satanás –dijo imponiendo silencio en la sala.
–¡Esto no es justo! Tú me traicionaste creando a esos humanos. ¿Qué hay de nuestra promesa? Creía que éramos amigos...
–Ya no, Satanás. Coge a los tuyos y márchate de aquí. No vuelvas más.
En los ojos de ambos leí cosas distintas. Los del Creador se podía ver su maldad y victoria, mientras tanto que en los de Satanás, inociencia y tristeza. Él también había sido traicionado por su amigo.
"Satanás... O Satan... Yo te comprendo"–dije en mi interior.
"Gracias... Por comprenderme" –me contestó una voz. ¿Satan? ¿Eras tú?
Su enorme altura, piel rojiza, grandes cuernos sobre la cabeza, una extraña armadura que apenas protegía su cuerpo, ojos rojos como la sangre describían a ese ser que se iba. Sentí... Qué tenía algo que hacer, pero estaba allí detrás de un trono observando. Me llevé uno de mis puños al corazón, entristecida por lo que había visto.
Solo yo sabía la verdad. Esa verdad que nadie podía saber por las mentiras contadas de los ángeles y ese Creador. Esos rumores no eran ciertos sobre el dios de los infiernos, estaba completamente segura.
Su figura desapareció después de atravesar la puerta.
Los gritos cesaron y ya no había más que silencio. Miré al dios de los cielos, que era muy diferente al jefe de los diablos. Pelo gris y largo, al igual que su barba, enorme estatura, llevaba un manto blanco puesto que le cubrían los pies.
Sus iris dorados se dirigieron a su sillón. Volví a esconderme para que no me descubiera.
–Mmmm... Supongo que esta guerra ha terminado... –murmuró.
Escuché como se iba, pues ya no había problemas de salir.
–No puedo creer lo que acaba de pasar... –susurré.
No me acordé si tenía un arma o no, pero al estirar mis brazos... Aperecieron dos espadas, las mismas del combate en mis manos.
–Increíble... –musité.
En ese momento, extrañé a mis padres. Tenía que encontrarlos como fuera. ¿Estaban bien? No lo sabía. Muchos en la guerra habrían muerto, y yo tuve la suerte de no ser uno de ellos.
Como hicieron Satanás y el Creador, dejé desierta la habitación en busca de mis progenitores.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora