La llamada

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Deseaba que todos esos misterios terminasen, quería saberlo todo. Ver los tres mundos tan tranquilos... Me alteraba. Sin Uzziel que molestar y la ausencia de la malvada Darkia no parecía que pudiese hacer mucho, mis espadas deseaban salir en batalla.
Volví a los infiernos, ese trono me daba nostalgia. Fui a la casa de Manclat, quien ya había fallecido hace unos años. Ese día no nos vimos cara a cara, seguía enfadado tras desobedecerle y hacer un hechizo prohibido. La puerta estaba abierta, aunque también recordé a Yandak. Él desapareció en este mismo lugar. Tal vez Darkia o Sublatti vinieron aquí y encontraron al Maestro ya fallecido. Nada más entrar, en su mesa repleta de libros abiertos, una nota. Por su delicada caligrafía, era suya. El idioma no sabía cuál era, en humano quizás.

-Sé que no me dejabas que rebuscara entre tus cosas... Quiero leer qué escribiste -dije como si él estuviera. No fue difícil la búsqueda, me alegro de me enseñara la lengua de los demonios-. Letter ann.

Era un encantamiento bastante fácil, pero tenía algo malo. Solo podía usarse una vez, y si se intentaba hacer una vez más, las consecuencias podrían ser desastrosas. Según leí, este hechizo permitía traducir cualquier palabra del idioma del cual había señalado el dedo, es decir, aprenderlo como si fuera nativo. Lo que no me esperaba era que esa carta fuese de despedida, e iba dirigida a todos, en especial a mí:

"Mi misión ha acabado, pero no la vuestra. Hace un tiempo, conocí a un ángel que se convirtió en una gran alumna para mí, aunque cometió muchos errores, y se sacrificó para arreglarlos, y no solo por eso, para salvar a los mundos de lo que sería el caos. Ayer, después de tanto tiempo, regresó a mi casa y me lo contó todo. Lo comprendo todo, mi investigación ya había sido resuelta. El Creador no es quién parece ser. Engañó a los ángeles, a mi señor, a los humanos. ¿Por qué hizo tal cosa? ¿Cuál es su propósito? Por mucho que lo intente, ella lo impedirá. Las tres diosas deberán reunirse, aunque todo empezó con una gran heroína... Confío en ello. Creo en ti, Lelahel, Darkia, Uzziel. Y, Azazel y Darkia, siento mucho no ir a vuestra unión, os doy mi bendición, sed felices y tened al próximo heredero de los tres mundos. Por último, Sublatti, querida mía, tu mente tendrá unas visiones extrañas, eso significa que estás comenzando a recordar la verdad, esos trozos confusos. Cuando lo logres del todo, ella ya habrá cumplido su cometido y os reencontraréis. Oh, ya me estoy entreteniendo demasiado. No quiero que lloréis por mí, alegraos por el futuro que se aproxima. Adiós, familia".

Por detrás, unas letras aparecieron, aunque más bien eran un hechizo.

"Resetto hechiz".

¿Por qué había escondido esas palabras en la nota? Recuerdo que una vez me lo enseñó en el libro de los hechizos prohibidos, escondido detrás de la estantería más pequeña. Era el más extraño de todos, con una cubierta espeluznante. Cuando me lo mostró, solo pude memorizar una de sus páginas, y no fue lo mejor que hice. Pasé las páginas hasta encontrarlo. Era...

-¡¿Poder usar los hechizos que solo pueden usarse una vez infinitamente?! Porqué...

Abajo en una esquina, había otra de sus notas.

"Si has llegado hasta aquí, úsalo, tienes mi permiso, cuando lo hagas di All hechiz. Con esto, salta en el tiempo, en el futuro hay alguien que te necesita. Guíale, sé una buena maestra. Cuando salve los tres mundos, te tocará salvarlo a ti. Todo empezó con una heroína y terminó la historia con ella".

-Resetto hechiz -pronuncié con unas cuantas lágrimas que recién salían de mis ojos. No parecía pasar nada-. All hechiz.

De pronto, unos polvos dorados rodearon la sala, cambiando la realidad. A mi lado pasaron dos personas, ambas cubiertas de una túnica negra. Una de ellas le gritaba y tomó su mano.

-Debes volver, nuestra señora volverá en cualquier momento, ella despertará -. Su voz era masculina, un poco afeminada tal vez.
-Sabes que eso no pasará. Ya han pasado cuatro años, en el resto del mundo han sido millones -reprochó su acompañante, la reconocí al instante. Mebahel. Ambos se quitaron la capucha. El desconocido era exactamente igual que Darkia pero en chico.
-¡Ella lo hará, confío en ella como ha hecho con nosotros! ¡Déjate de juegos y vuelve!
-No -dijo en seco.
-¿Es por Uzziel? ¿Te has encaprichado con esa niña? -gritó enfurecido. Mebahel aparta su mano de un guantazo y se aleja.
-Este es ahora mi mundo, ahora soy la luz de este mundo y no vas a impedírmelo -. Invocó a sus espadas, idénticas a las mías. No mentía en ser yo.
-Desde que nuestra señora se fue, han aparecido mundos defectuosos, y tú incumpliste una de las normas más importantes, involucrarte en cualquiera de los mundos. Nos has traicionado, ya que quieres ser la luz de este mundo... -de su mano salió una espada envuelta en llamas negras y uno de sus ojos fue tapado por un antifaz partido a la mitad- Yo seré la oscuridad, haré lo posible por destruir este mundo y hacer que te arrepientas por esta traición. Ese nombre que has robado... ¡Lo borraré del universo!

Y así, comenzó una batalla. Los dos chocaron sus espadas y se quedaron congelados. Otro desconocido hizo acto de presencia. Tocó a los dos que se peleaban y chasqueó los dedos, dejándolo todo en blanco. Se quitó la ropa oscura y su aspecto era tan brillante que apenas pude ver su rostro. Su pelo corto castaño y la ropa tan extraña que llevaba me hacía pensar que era de época. Sonrió, poniéndose a mi espalda mientras flotaba.

—Esos dos no aprenderán... Mi omnipotente ausencia los ha hecho descontrolarse. Pero... No he venido por eso —. Me abrazó el cuello, sintiendo un agradable calor—. He venido porque es tu momento, tu mayor poder va a despertar pronto. Ahora no, ni dentro de unos días, pasará tiempo.
—Eso no es pronto —respondo hipnotizada por sus brazos.
—Una buena siesta te vendrá bien para que sea más rápido. Esas palabras... Deberás decirlas cuando ella quiera encerrarte.
—¿Uzziel? ¿Volverá a atacarme?
—Quién sabe... Haces demasiadas preguntas. Ella no lo hace con malas intenciones, tengo que irme, mi sueño sigue su curso —. Acercó sus labios a mi oreja—. Nos volveremos a ver, Lelahel.

Sus palabras erizaron mi piel. El lugar en blanco desapareció, y me llevó a la Tierra. Recordaba ese lugar, el acantilado donde fuimos Satan, Sublatti y yo. En el borde, vi a alguien que hirvió mi sangre. Darkia, no la que salvó los tres mundos, la malvada, quién quería a toda costa su poder. Abrió sus alas y cayó. Corrí tras ella, aunque ya había alzado el vuelo. Desde aquí, pude ver cuál era su objetivo.

—Ya entiendo... Vas a por el chico.

Extendí mis brazos saliendo de ellas mis fieles compañeras: Meiyo y Honor. Imité sus mismos movimientos y me lancé a ella. Mi momento ha llegado.

***
—Por el broche dorado, para que me proteja de los males. Hazme volver cuando me necesiten y tenga que dar mi voluntad por los mundos...

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora