Prueba en el vacío: Pérdida

76 10 2
                                    

Cierra los ojos. Esto te llevará a tu próximo reto, bueno, casi terminar. ¿Crees que aguantarás esto?

Me tumbé en el suelo, obedeciendo sus órdenes.

"Nunca sé a que me vas a exponer, pero siempre te diré lo mismo; estoy lista".

Ya que has tomado tu desición, te lo diré. No hay nada más doloroso que la pérdida.

Cuando dijo esto, yo ya había cerrado los ojos. Parecía como si hubiera sido trasladada a otro lugar. Algo caliente rodeaba mi cuerpo. Abrí mis párpados y levanté, reconociendo el lugar en un instante.

"¿El infierno? ¿Por qué me has llevado aquí?".

Ya lo verás, no estropees la sorpresa. Tienes que buscar algo que te importe de este lugar. Puedes empezar ya.

Inmediatamente, fui corriendo en busca del castillo, con mi elección hecha. Llegué y recorrí los pasillos. Por una de las esquinas, antes de girar, había un charco de sangre. 

"¿Qué es esto?" –me pregunté, girando la esquina despacio.

Nada. No había nadie, aunque en esa calle del pasillo habían pisadas cubiertas de sangre. Alguien estaba herido. Las pisadas no eran muy grandes, y se podía observar que no tenía calzado.

"Espera... Conozco a alguien que podría tener esas pisadas... No... ¿Sublatti?" –al momento, corrí lo más que pude siguiendo los rastros de sangre, hasta llegar a lo que me esperaba.

En efecto, acerté. Era Sublatti. Mi corazón se encogió al verla derribada, llena de sangre y heridas. Me arrodillé ante ella, mirando si tenía señales de vida. Sus párpados estaban cerrados y no había pulso.

"¿Sublatti? ¿Estás bien? ¿Sublatti? ¡Contesta! ¡Sublatti! No es posible... No puedes estar... ¡SUBLATTI, DESPIERTA! ¡HABLAME!" –De esto, me dio un ataque de ansiedad. Ella... Ella... Tenía puñaladas en todo el costado y arañazos en las piernas y brazos. ¿Quién le había hecho esto?

Una risa se escuchó a unos escasos metros. Alcé la cabeza, mirando al desconocido. Sus cabellos eran cortos y negros, vestida con un vestido de falda con volantes y su parte de arriba ajustado, a juego con su pelo. Por desgracia, no podía ver su rostro. En una de sus manos portaba una espada parecida a las que yo tenía, y pude leer en su hoja afilada algo grabado, "Revage". En sus pies tenía unas sandalias oscuras, conjuntado con el vestido.
Avanzó unos pasos, y se paró para hablar.
–Era una molestia. No merecía vivir –dijo. Era una chica, como pude deducir por su físico. Su voz era un poco grave y firme.

"¿Quién eres?".

–¿Yo? Yo soy quién os destruirá. No merecéis vivir. Los demonios y el infierno debe desaparecer.

"Tú... ¿le has hecho esto a Sublatti? ¿Por qué?" –grité a la desconocida.

–Mi nombre es Darkia, y voy a destruirte, a ti y los que te importan.
"No lo permitiré" –invoqué a mis espadas. De pronto, el arma de Darkia ardió unas llamas negras, haciendo que desaparecieran las mías.

"No puede ser..." –caí de rodillas.

Ella se quedó mirándome, sin estar sorprendida de mi reacción.
–Te lo dije. Ahora, si no te importa, terminaré mi trabajo –dio la vuelta y se dirigió a la sala del trono. Estaba acabada. Primero Sublatti y después Satan. ¿Esto era... la pérdida de un ser querido?

¿Sientes el vacío de perder a tus dos amigos? Oh... Pobre... Esto te ha destrozado el alma...

"Cállate, estúpida" –dije enfurecida mientras me levantaba de nuevo y partía hasta el trono.

¿Estúpida me vas a llamar? ¿Y tú que eres?

"Una idiota debilucha egoísta que no pudo proteger a los más quería. Mira, paso. Paso de todo. Si tienes algo reservado, hazlo ya. No aguanto más" –repuse con tristeza.

Entiendo... Tu alma ya está lo suficiente rota para lo que te espera... ¿Qué pasaría si te quitaran tu luz, Lelahel?

Esas palabras... Me sonaban de algo. Ella... Era quién me habló mientras despertaba mi lado oscuro con el Maestro.
Todo se volvió oscuro. Ya no habían muertos, ni sangre, ni sufrimiento... Nada. Yo y mi alma destruida.

Tu destino está decidido. Tu alma será...

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora