Prisionero y consejero(Parte IV)

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Algo en mí decía que perdería a Sublatti por ese comandante, aunque le dije que no me interpondría. ¿Qué diría Satanás sobre esto? El pobre no sabía nada respecto a esto. Me sentía mal por ocultarle la verdad. Mi amistad con la consejera y el dios iban marcando una buena diferencia entre uno y otro. Necesitaba explicaciones de alguien que me entendiera.
Creé un portal como destino la casa del Maestro Manclat. Lo traspasé y llamé a la puerta. Se escuchó una voz y me recibió.
–Maestro –hice una reverencia.
–¡Lelahel! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué te trae aquí? –Dijo muy contento el anciano.
–Necesito respuestas y estoy segura que usted puede resolverlas.
–Entra, siéntate –me ofreció uno de sus taburetes y acepté sentándome–. ¿Qué necesitas saber?
–¿Desde cuándo los ángeles y demonios se atraen?
El brujo se acarició su barba, pensativo.
–¿Qué te ha llevado a esa pregunta, mi querida alumna?
–Verás Maestro, no sé si sabe algo, hace un tiempo tres ángeles, entre ellos el comandante, fueron encontrados aquí intentando espiar. Dos de ellos murieron y quedó solo uno, el comandante
–Impresionante... No sabía nada, pero es bueno saber las cosas. Sigue, por favor –me miró con sus ojos rojos con atención.
–Sublatti y yo presenciamos su juicio ante Satanás, que pensaba ejecutarlo, pero ella se lo impidió, dándole otra idea de castigo. Propuso que lo metieran preso, con vigilancia de alguien cualificado. Resulta que... Sublatti fue quien salió como su guardia. Desde entonces... han pasado muchas cosas, Maestro. El ángel y ella han estado tanto tiempo juntos...
–Me lo imaginaba de ella –interrumpió.
-¿Qué quiere decir?
Antes de contestar, el Maestro rebuscó entre sus estanterías, y de ahí cogió uno muy fino. La colocó sobre la mesa y volvió a su asiento.
–Todo tiene una explicación, Lelahel. La atracción de Sublatti hacia los ángeles tiene que ver con su genética. Hace un tiempo, después de la primera guerra, el comandante de aquella época, el ángel Miguel, uno de los grandes, era un mestizo de un humano y un ángel. Él y el Creador acordaron de crear nuevos mestizos, mezclando las tres grandes especies: ángel, humano y demonio. Entonces, el comandante junto con una humana, una ángel y una diablesa, tuvo tres hijos, del cual uno de ellos desapareció. Los otros dos, Gabriel y Rafael, se convirtieron junto a su padre en los tres grandes. Gabriel salió como ángel y Rafael, como demonio. Éste último fue enviado de pequeño al infierno, donde se conservaría su gen como meztizo de ángel y demonio. Tuvo mucha descendencia, ha llegado hasta... Sublatti.
–¿Quiere decir que... Sublatti es mestiza?
En parte. Sus padres eran dos demonios, ambos brujos, que vivían con su maestro. Cuando le tuvieron, el brujo se dio cuenta que ella tenía parte celestial, y por ello, intentó matarla, pero sus padres se sacrificaron por ella.
–Ella dice que la abandonaron... No fue así... –Susurré.
-Yo conocí personalmente a aquel brujo. Era un verdadero desastre. Deseaba la juventud eterna, pero jamás la obtuvo por sus tonterías. Nunca se fijó en la fuerza que iba cogiendo Sublatti. Lo único que heredó de su antepasado fue la magia blanca, como has podido ver.
–Vaya... ¿Pero eso contesta a mi pregunta?
–Tu pregunta solo tenía una respuesta muy obvia, Lelahel. Solo los que sienten amor lo entienden. No importa qué sea ni de dónde sea, pues el amor estará siempre presente, ¿lo entiendes?
–¿Hay algo que pueda afirmar su hipótesis?
-Claro. Si los dos tienen un hijo y sale un ángel, será cierta.
Me levanté de golpe. Mi cara sudaba de terror y desesperación.
–Tengo que irme, antes de que sea tarde –salí corriendo sin despedirme.
Fui al castillo apresurada y me dirigí a las mazmorras, con la esperanza de encontrarlos. Por desgracia, era demasiado tarde. La celda estaba abierta y dentro, había una nota. Desconocía la letra, y decía así:
"Lelahel,
Sé que he cometido un error en marcharme sin decirte nada, pero aunque dijiste que no me lo impedirías, sé que no lo harías. He encontrado por fin a alguien que me ama como soy, me siento distinta, cambiada. Ya no soy la Sublatti que conocisteis Satan y tú. También me he enterado que nos has estado vigilando estos últimos seis meses, y pienso contestar a lo que una vez dije que no sabía. Satanás y tú sois mis mejores amigos, y os agradezco vuestra amistad, pero, no me sacrificaría por ello. Toda esta locura que he cometido es por amor. Espero que algún día puedas perdonarme y que tú te perdones a ti misma, Lelahel. Desconozco de tu pasado, pero siempre debemos de olvidar lo ocurrido. ¿Quién pensaría que ustedes dos serían muchísimo más viejos que yo? Me gustaría decirte, por último, algo que me sorprendió de ti. Aparte de tu carácter, sentí una cosa muy curiosa cuando nos conocimos. Era un poder oscuro, pero que en él, había algo de luz, que al estudiarte más, descubrí que era tu collar. Esta lleno de buenas sensaciones y seguro que te protege de algo, aunque dentro de él no haya nada
Hasta pronto,
Sublatti".

Cada palabra que leía me provocaba dolor. Sentía tanta angustia de perderla... Era demasiado tarde para detenerla. La carta ardió en mis manos, convirtiéndose en unas simples cenizas.
Mis portales no tenían la única función de ir de un lugar a otro, sino de viajar en el tiempo, tanto en pasado como en futuro.
Si iba al pasado, tendría que matar al comandante, y ella jamás me lo perdonaría. Si iba al futuro, tendría que protegerles de alguna forma.
Mi decisión estaba clara. Viajaría unos cuantos meses después, y ver lo que pasaría.
Hice el conjuro y pronuncié unas nuevas palabras; Mey cuitof ar futur('Ve hacia el futuro'). El porta era distinto a los que había hecho anteriomente. Su diseño ya no era un círculo dorado con dibujos, sino un círculo dorado con un montón de relojes en movimiento.

"Es la hora. Tú no te sacrificarías por mí, Sublatti, pero yo por ti sí".

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora