Prisionero y consejero(Parte III)

92 16 0
                                    

Los días pasaban rápidamente en los infiernos. Notaba que Sublatti cada vez se alejaba más de nosotros. En cambio, Satanás y yo nos llevábamos horas hablando sin parar, pero algo en mi interior me decía que ocurriría una cosa desconocida, y no muy buena.
Por aquellos días, solo estuve espiando a la consejera y al prisionero, que, al igual que el jefe y yo, mantenían una buena relación. Hacía ya bastante tiempo que no conversaba con ninguno de los dos, pues preferí observar a la pareja.
Ese día, fue distinto a los demás. No sabía cuánto tiempo... Ni en qué momento. Solo ocurrió.
Fui a echarles un vistazo en mi escondite, como llevaba haciendo unos días. Los dos hablaban, también igual. Todo estaba bien hasta que...
Sublatti se sentó en el suelo y agarró uno de los garrotes. Por mi sorpresa, el ángel apoyó la suya en la de la diablesa, y no las apartaron como en aquella vez. Sus ojos se encontraron y se mantuvieron mirándose el uno al otro durante un rato. Él sonrió a pesar de estar preso.
–Sublatti... ¿Algún día saldré de aquí? –Preguntó él.
–La verdad... Es que no lo sé. No mereces estar aquí, Yandak. Pero... ¡Te prometo que te sacaré de aquí! –Exclamó la diablesa con mucha seguridad.
–Aunque... Prefiero quedarme contigo aquí que marcharme y estar sin ti –acarició con su otra mano el rostro de la consejera.
–Ese no es mi lugar... No pinto nada allí... –Contradijo a su respuesta.
–Entonces, me quedaré toda la eternidad si es preciso.
El silencio volvió a hacer presencia. Sentía un cambio extraño en el ambiente, y no era de mucho agrado. ¿Muy romántico, quizás?
Sus manos se separaron, pero sus rostros iban acercándose lentamente. No importaba que la barrera de la celda impidiera que estuvieran juntos, pues Sublatti atravesó parte de su cabeza y rozó sus labios con los suyos. Ese roce se convirtió en un beso apasionado. Yandak atrajo a la diablesa hacia él, y siguió besándola con amor.
¿Y yo? Eso me dejó totalmente petrificada. No sabía si desmayarme o vomitar. Era un escalofrío que mareaba, una sensación extraña.
El beso terminó y él le dijo:
–Si tengo que irme de aquí, lo haré contigo, Sublatti.
Ella no dijo nada más.
Salí corriendo de allí y me tiré en la cama para olvidar lo que había visto.
Lelahel...
Esa extraña voz...
–¿Quién eres? –Me incorporé de la cama observando a todos lados.
Alguien llamó a la puerta. Extrañada, la abrí. Por sorpresa, era Sublatti.
–Lelahel... Necesito hablar contigo.
Nos sentamos en mi cama.
–Yo... Creo que... Me he enamo... –Dijo sin terminar la frase. Parecía que estaba cortada.
–Lo sabía –interrumpí.
–¿Cómo?
–Soy tu amiga, ¿verdad?
–Claro que sí, Lelahel. ¿Por qué lo preguntas?
–Te has alejado últimamente de nosotros, y yo... Estaba muy claro que os gustábais. No voy a impedirte nada, Sublatti, pero no me pondré en ninguno de los dos bandos si os enfrentáis Satanás y tú.
–Quiero irme de aquí –anunció de pronto.
¿Marcharse?
–Pero... ¿Cómo vas a irte? ¿Qué haremos sin ti?
–Tengo que pensármelo mejor. Ya veré la manera. No puedo seguir más aquí -se dirigió a la puerta.
–Espero que sepas lo que haces, consejera. Lo que hagas y no hagas, tendrá consecuencias –y se fue.
¡Lo que faltaba! Sublatti se quiere ir y encima esa voz molestando.
Lelahel... El desastre se acerca... Lo que más quieres... Fractura...

"¿Otra vez? ¿Me podrías dejar en paz?".

La luz y la oscuridad se separán... Ya mismo...

¿Qué quería decir con eso? Luz y oscuridad... ¿Se separarán?

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora