El secreto de Satanás

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Regresamos al castillo, y recibí las órdenes de Sublatti de mantenerme en la entrada mientras hablaba con Satanás. Crucé mis brazos y esperé a que pudiera entrar, aunque sus voces hacían que tuviera la curiosidad de su tema de conversación. Arrimé el oído a la puerta, y me quedé callada para escuchar.
–Pero... Satan... Hoy he visto algo extraño en ella –dijo Sublatti en queja.
–Sublatti, no puedes decir eso sobre ella. No la conoces todavía –replicó Satanás.
–No me ha gustado mucho esto. Primero, se puso pálida cuando le hablé de la primera guerra, y después lo de Cerbero...
–¿Le mostraste a Cerbero? –Interrumpió.
–Bueno... Se puso muy contento cuando le habló, incluso se dejó acariciar.
–Vaya... Yo creé a Cerbero para que solo tuviese carencia de cariño, pero... Ella es un caso aparte.
–Desde que llegó han pasado cosas extrañas...
–Sublatti, por mucho que lo intentes, ella se quedará. Será mejor que te retires y descanses.
–Si señor, la llamaré ahora mismo –con esto, la reunión terminó. Me alejé de la puerta para dejarle paso a la diablesa, que suspiraba sin parar. Pasó por mi lado, y siguió con su camino.
Entré en la sala dudosa, pero la voz del dios me asombró.
–¡Hola Lelahel! Contigo quería hablar. Espero que no hayas escuchado mucho de la conversación –dijo sonriendo.
–Un poco, a decir –hice una reverencia arrodillándome–. ¿Qué desea?
–Me gusta tu actitud. Aunque para Sublatti seas un problema, no lo es en mi opinión. Nadie ha podido acariciar a Cerbero, excepto tú, y hacer que sienta algo. Parece que mi elección ha acertado. Aunque... No te he convocado aquí para eso. ¿Puedo confiar en tí? –Preguntó moviéndose inquietamente en el trono.
Incliné mi cabeza mirando al suelo, diciendo la respuesta.
–Puede contarme lo que desee, mi boca estará sellada.
Él sonrió, satisfecho.
–Perfecto. Te contaré mi mayor secreto, Lelahel. No sé si conoces algo de mí, pero esto no lo sabe nadie.
–¿Ni Sublatti? –Cuestioné.
–Tampoco ella. La conozco desde hace mucho, pero no tengo la suficiente confianza. Contigo es otra cosa. Tus ojos muestran seriedad, sinceridad y silencio. Eres seria, fiel y callada, lo que estaba buscando. Iré al grano, ángel. Hace un tiempo, después de mi derrota por ese... Bueno, decidí crear seres que lo derrotaran por mí, aún así, no conseguí mi objetivo. Una de ellas, Catherine, se negó a obedecerme e intentó matarme, por lo que tuve que encerrarla en un castillo.
–¿Qué clase de bestia era?
–Una vampira. Un ser que con clavar sus dos grandes colmillos en tu cuello, o te mata o te conviertes en una de los suyos. Detecta la sangre y la adora. En lo siguiente, cometí otro error, pero más grave que el anterior. Hice a una diosa, capaz con su canto hacer flotar lo que tiene a su alrededor y con sus gritos, arrebatarte todos tus sentidos; vista, oído, gusto, tacto y olfato. Uno a uno. Le di la orden para que destruyera al Creador, pero de inmediato comenzó a cantar y destruirlo todo, hasta que se fue transformando en un monstruo. Por su culpa, pude haber muerto. Como a la vampiresa, la encerré en otro lugar, y así creé otros mundos con bestias. Por venganza. Por rabia. Inventé dos seres mucho más fuertes que su propio creador. Sigo esperando desde hace millones de años vencerle de una vez por todas, y por eso, trabajaremos juntos. Tú y yo. ¡Por fin se hará realidad mi sueño!- alzó las manos con alegría. Aquello hizo que sintiera algo en mi interior. Ambos teníamos el mismo objetivo: derrotar al Creador.
Mi pensamiento de felicidad se terminó cuando él me preguntó:
–¿Y tú, Lelahel?
–¿Yo? No le comprendo...
–Todos tenemos un secreto y siempre tendremos a alguien para contárselo. Yo me he fiado de tu palabra y te he mostrado algo de mí. Quiero que hagas lo mismo, Lelahel –dijo esperando.
–Yo... No sé si tengo uno. A veces, queremos olvidar nuestro pasado y la mejor manera es dejándolo atrás –contesté.
–Es cierto, pero en cualquier momento se descubrirá. Tus ojos me inquietan. Siento que los he visto antes, pero no recuerdo de dónde. No hace falta que lo digas, por que tu mirada lo dice todo.
Me mantuve callada sorprendida de sus palabras.
–Satanás, yo pude ver desde cerca su angustia en aquella pelea. Me oculté detrás de un enorme trono al oír ruidos fuera de la sala. No me agradó el comportamiento del dios de los cielos, y dije algo en mi mente que usted oyó. Sabía que su voz era la misma que me había traído hasta aquí.
–Eso quiere decir... Nos conocimos anteriormente, ¿verdad?
Asentí.
–¿Cómo puedes llevar tanto tiempo viva si no eres un dios?
–Verás, cuando terminó el desastre, invoqué sin querer a un aura de la luz, que hizo un baúl hecho para mí. Le pedí que lo hiciera por que no quería seguir en aquel lugar. Cometí un grave pecado que hizo que muchos fallecieran. Recurrí a la oscuridad para calmar mi pesar, quitándome casi toda la luz interior. He despertado, Satanás, pero no por una buena razón, sino por que algo se acerca.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora