Una razón por la que luchar

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Desde el encuentro con Mebahel y el separarme de Uzziel, tenía la cabeza perdida, algo en mí no iba bien. Sentía que no tenía motivos del que estar en este mundo si no podía salvar a Satanás...  Hacía años que no derramaba lágrimas y notaba dolor. Tantos años... ¿Para nada? 

En aquellos días, observaba al joven que debía proteger. Le seguía a todas partes, le vi crecer. En un principio parecía disfrutar de su vida como un humano, pero pasaron los años y él cambió. No recuerdo cuánto pasó desde nuestro primer encuentro y hubieron más, aunque seguramente él no lo recordaría. 

La segunda vez fue cuando esos humanos, los mismos que cuidaron de Darkia, le llevaron a enseñarle a manejar la espada. Entraron en una casa de madera y ellos se fueron. Al rato, salió el chico decepcionado dispuesto a irse. Yo le observaba desde una rama de un árbol cercano, la cual se cayó y armó un gran estruendo. Él se asustó, acercándose.

—¿Quién anda ahí? —. Retiró el resto de hojas caídas y ramas. Nuestros ojos se encontraron, fue una sensación agradable y a la vez chocante. Ninguno pronunciamos palabra, pasé por su lado en busca de otro escondite. 

Sin embargo, me detuvo. 

—Yo te conozco... Esas alas... ¿Eres mi madre?
—Siento decepcionarte, chico.
—Entonces... Me da igual que no lo seas, quédate conmigo, no quiero estar solo con esa gente —dijo con la mirada entristecida. 

No pude negarme ante aquellos ojos tan vivos, transmitían algo que no podía describir, y me recordaba a ella, su madre. 

—Está bien, será un rato, ¿vale? Podemos irnos lejos de aquí. Será nuestro secreto. 

Le agarré de la cintura y nos alejamos de allí. Él soltaba varios gritos de admiración por ser su primer vuelo. Durante el camino me contó lo que le pasó antes de huir. 

—No entiendo porqué tengo que hacer esto, no lo necesito, ni quiero vivir así. Me siento tan distinto, como si no fuera de este mundo...

Y si... ¿Yo no fuera de este mundo? 

—No pareces muy habladora, por si no lo sabías yo soy Ponthel, o como me llaman, el bicho raro. 

Sonreí sin querer. Al principio se molestó, y después rió por verme sonreír. Aterricé y nos sentamos sobre un árbol lleno de musgo. Era tan cómodo cerré los ojos por un momento, hasta que Ponthel cayó dormido sobre mis piernas. Se veía tan adorable y feliz que no quise molestarle en su agradable sueño. Al caer el Sol, le devolví al lugar que debía estar. Cuando despertó, sus cuidadores habían llegado para que fuera a casa. Miró a su alrededor y en silencio dijo:

—Hasta pronto, ángel guardián.
—Hasta pronto, chico —contesté sin evitar sonreír. 

Observando su ida, pensé que él no se merecía esto, sentí pena.

—Con solo diez años tiene gran parecido a su madre —habló una voz a mis espaldas.
—Apareces y despareces como un fantasma, Mebahel. ¿Vienes a llenarme la cabeza de acertijos?—Siento mucho no poder contarte las cosas, llegarán a su debido tiempo. Mi alma por ahora es errante, viene y va. No es algo que me moleste pero no me gustaría encontrarme con ella.
—¿Con Uzziel? ¿Por qué?
—Yo hice que fuera así, hacerle creer que tú y yo somos la misma persona, cuando no es así. Tú tan solo estás en un sueño del que pronto despertarás, yo, en cambio, estoy muerta.
—¿Quieres decir que lo que estoy viviendo es una farsa? —. Me alejé sorprendida. Si eso era cierto, ¿qué sentido tenía estar allí?
—Si no lo ves así, es real. Me encantaría contártelo todo, pero no es el momento ni soy la indicada.

Por mucho que sonriese, en su mirada se veía distinto, una enorme desesperación y tristeza.

—¿Te arrepientes de tu vida, Lelahel? ¿Cada decisión que has tomado, gente a la que dañado o evitado? —. Se dio la vuelta y caminó.
—Por supuesto, no pude salvar a mis amigos, pero sí puedo evitar que más sufran. Si el chico muere, este mundo entrará en caos. Por eso ,—apreté un puño y con la otra mano hice que ella se girase— no me rendiré como tú, jamás seré como tú.

Cayeron de sus ojos unas cuantas lágrimas. Tomó mi mano y volvió a reír. 

 —Sabía que eras la adecuada... —. Y desapareció. 

Seguía sin entenderle aunque a la vez sentía saber que le ocurría. El viento agitó la naturaleza y empezó a anochecer. Abrí un portal hacia el infierno y cuando fui a cruzarlo, me detuve y retrocedí. 

—Será mejor que vigile de cerca a ese niño, quién sabe cuando vendrá el peligro. 

"Aun no" —mi pecho se agitó al reconocer la voz de Darkia. Es cierto, nuestras almas estaban conectadas. "Oh, el atardecer...".

—Algún día lo volverás a ver, te lo aseguro. Lucharé para proteger a tu familia y descubrir mi verdad. 

¿O no?  

Caí al suelo, no sabía quién me habló. Era un ser oscuro que hizo temblar cada parte de mí. De pronto, vi algo, un recuerdo extraño. Darkia asesinando a todos los seres existentes. 


Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora