En busca de Sublatti

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Los días posteriores fueron únicamente para un largo descanso. También visité al pobre Maestro Manclat, contándole todo lo ocurrido. Hasta él se dio cuenta que ya no era la Lelahel que conoció.
–Vi mi cuerpo hacerse en polvo en mis brazos... Ahora solo queda sus dos fragmentos del alma... Pero, ¿si la verdadera Lelahel desapareció, quién soy yo?
–Tú eres Lelahel, no importa si eres su oscuridad o no. Pero... No sabemos exactamente dónde está tu luz, Eres el segundo ser que ha experimentado la separación del alma... Y, encima... ¡Conseguiste el poder de un dios e ir a la Tierra! –Hizo una reverencia–. Yo jamás hubiera pensado que ganaras a una diosa, sobretodo siendo Paradise. Eres increíble. No sólo eso, le has devuelto un pedazo del alma al gran jefe... Veo que has intentado enmemdar tu error... Buen trabajo -dijo con orgullo y felicidad por lo que se había convertido su alumna.
–Manclat... Maestro... Yo... tengo que encontrar a Sublatti. Sé que la alejé de mí, pero... No puede estar donde está eternamente. Ella no merecía esto... Debo sacarla de allí.
El Maestro me miró escuchando mi decisión.
–Ve –dijo sonriendo.
–Voy a hacer una locura, Maestro. Reuniré a Sublatti y a Satanás para hacer las paces.
En vez de asustarse, él rió.
–Sabía que harías tal cosa. Eres valiente, Lelahel. No te detendré.
Asentí. Salí de allí y me transporte hasta el lugar donde estaba Sublatti pérdida. ¿Cuánto tiempo habría pasado?

El ambiente era cerrado y agobiante. Las paredes y el suelo eran del mismo color, entre negro y rojo. Miré a mi alrededor, en busca de la diablesa. Era el sitio tan pequeño que la encontré en un instante. Corrí hacia ella. Estaba derrumbada en el suelo, como si estuviera insconciente con los ojos abiertos. Me arrodillé y la cogí entre mis brazos.
–¿Sublatti? ¿Estás bien? Soy yo... Lelahel...
Su mirada era tan vacía y triste... Le sacudí para que reaccionará.
–¡Sublatti! ¡Háblame! He vuelto a por ti... Lo siento mucho... Perdóname. Vuelve conmigo, por favor... Te necesito. Yo ya pagué con mi cometido... No me abandones...
Escuché un sonido que procedía de su boca.
–Le...la...hel... –Su voz era ronca y se desvanecía.
–¡Soy yo! He vuelto, he vuelto –le abracé con todas mis fuerzas-. Tenemos que volver...
–¿Dónde está mi...?
-Ellos se fueron al cielo, están bien. Ven conmigo.
Ella tragó saliva, cambiando poco a poco su forma de mirar.
–¿Sabes cuánto ha pasado? Casi veinte años...
Me quedé impactada. ¿Veinte? ¿Cómo había sucedido tal cosa? Seguro que había sido Paradise que adelanto el tiempo mientras se enfrentaba contra mí.
Coloqué a Sublatti en mis hombros y la llevé al castillo, sin importar que Satan estuviera allí. Dejé a la diablesa descansando en mis aposentos y fui a la sala del trono en busca del gran jefe de los demonios. Cuando abrí la puerta...
–¿Qué es todo esto?
Un montón de sangre estaba por casi toda la sala. Satanás no estaba solo, había otro ser con él.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora