Abandoné la sala sin decir palabra alguna. Caminé todavía perdida buscando mis aposentos. Por allí, hallé a Sublatti, que resopló al verme.
–¿Te has vuelto a perder? Podrías ser menos despistada... Supongo que tendré que ayudarte otra vez.
Ella me guío hasta la puerta de la habitación. Colocó una de sus manos en su cadera.
–Ya está. No tienes por qué darme las gracias. Espero que seas de utilidad- dio la vuelta y se fue.
Otra vez sola. Tumbada sobre la cama, mirando el techo rojizo."Mi decisión fue tomada y solo el destino decidirá mi futuro. Satanás me ha entregado su confianza, aunque Sublatti no parezco convencerla. Algo me inquieta de ella" –me dije.
No logré cerrar mis párpados ni entrar en sueño de nuevo. ¿Por qué?
Satanás había descubierto parte de mi "secreto", como bien dijo él. También decidiría para que serviría aparte de espía. Solo serían unos días.~~~
Tras ese tiempo que esperaba con paciencia, me reunieron consejera y jefe de los demonios en la sala del trono.
–Entra, Lelahel. Sublatti y yo hemos tomado una decisión sobre ti.
Miré a ambos con atención. ¿Podría ser de utilidad? Sublatti caminó un poco rodeando al dios de los infiernos, que estaba sentado en su trono.
–Verás, ángel, yo no he visto nada especial en ti, aunque él dice lo contrario. Eres como un ángel normal con ojos dorados y con insonmio, por no decir de tus alas partidas... –Señaló hacia las suyas, que no eran tan grandes como parecía.
–... Por lo que he decidido que tengas el poder opuesto de Sublatti. Ella controla la magia blanca, y tú aprenderás a usar la negra –interrumpió el diablo.
–¿Como si tuviésemos los poderes intercambiados? Ni siquiera sé que es la magia negra... –Dije moviendo un pie con inquietud.
–La magia negra hace justo lo contrario que la blanca, hacer daño a los demás. También pueden invocar espíritus, echar maldiciones, predecir el futuro...
–En efecto, consejera, eso es. He hablado con el mejor brujo del infierno, y ha aceptado ser tu maestro. Con él aprenderás todo sobre la brujería. Por el momento, estarás como aprendiz por un tiempo –terminó Satanás la conversación.
–Eso haré, Satanás. Aprenderé para serle útil y servirle –incrusté mi rodilla derecha en el suelo y bajé la cabeza con respeto.
–Que así sea. Empezarás hoy –me incorporé y se dirigió hacia Sublatti–. Llévala hasta su guarida, Sublatti.
Ella asintió.
–Está bien, Satan. Volveré en un momento.
Antes de que saliésemos por la puerta, el demonio exclamó:
–¡No hace falta que la traigas! ¡Dile al brujo que venga aquí!
La puerta se cerró en sí. Era la segunda vez que salía del castillo. No me sorprendió volver a ver el terreno ardiente y rocoso.
–Los demonios tenemos una piel como si fuera de roca adaptado para esta clase de suelo, pero no entiendo por que no te quemas los pies. Tengo entendido que los ángeles estáis cubiertos de piel, no soportaríais las altas temperaturas, aunque tú... Eres un caso especial –comentó Sublatti antes de partir.
–Lo siento un tanto caliente, pero es muy agradable. No me molesta –respondí.
Ella me indicó el camino señalando direcciones y explicando algunos otros caminos por si me perdía. Llegamos a una casa apartada del poblado, y la consejera llamó a la puerta. Del interior salió un demonio anciano, vestido con una túnica morada que le cubría todo el cuerpo excepto la cara, y entre su físico, destacaba su barba blanca. No era demasiado alto, y unos cuernos de buena altura salían de su cabeza. Como todos los de su especie, tenía la piel roja y áspera.
Nos recibió con una gran sonrisa.
–¡Hola! ¿En que puedo ayudarles? –preguntó. Al darse cuenta de mi presencia, se quedó contemplándome por un momento.
–Soy la consejera de Satanás, no sé si sabrás quien soy –contestó.
–Cierto. Un placer, consejera. Mi nombre es Manclat, a su servicio –tomó su mano e hizo una reverencia–. Igualmente, Manclat. He venido para traerte a tu nueva aprendiz, Lelahel.
El anciano hizo un sonido y se puso a moverse a mi alrededor observándome.
–Mmmm... Conque eres el ángel... Creía que él me estaba vacilando, aunque parece que es verdad. Conozco a mi señor, pero no me esperaba tu presencia, Lelahel. Será un largo trabajo. Soy Manclat, y seré tu maestro –movió la cabeza como signo de saludo.
–Es un honor ser tu alumna, Maestro. Como ángel deshonrado, me esforzaré al máximo y le obeceré –le devolví el saludo con mis palabras.
Dicho esto, Sublatti se despidió del brujo.
–Espero que aproveches esta gran oportunidad y te entrenes como es debido –me dijo al oído desafiante, dándonos la espalda y despegando de regreso a su trabajo.
Me adentré al hogar de mi nuevo profesor, que me invitó a tomar asiento. Era una casa pequeña, repleta de estanterías llenas de libros, páginas sueltas, botecitos de cristales... Y en el centro, una enorme mesa.
–Para poder empezar tu aprendizaje, debemos despertar tu lado oscuro, pues eres un ser celestial, incapaz de tener oscuridad en su corazón, aún así... Por lo que he hablado con el jefe... Puede que no tengamos problemas, ¿lo entiendes?
Asentí.
–Perfecto. Necesito que me ayudes a encontrar unos libros, herramientas y recetas. Hace tiempo que no hacía este tipo de conjuros.Después de reunir lo necesario, sobre la mesa, colocándolas como él me pedía.
–Perfecto. Ahora, mezcaré estos ingredientes, que se convertirá en un líquido. Debes de tomártelo, aunque sabe un poco agrio.
Cogió unos polvos de distintos colores, los vertió en un recipiente dimituto y junto con esto echó un líquido. Al segundo, la mezcla reaccionó y el Maestro recitó unas palabras de otro idioma desconocido.
–¡Litrenu re tyo blanc ioped oscuro frim! –('Libera de este corazón blanco su parte obscura'). Sus palabras convirtieron la reacción en un líquido totalmente negruzco.
El demonio me ofreció la bebida. Miré un rato su interior, pues sentí un brave escalofrío al tenerlo en mis manos. Sin pensarlo, bebí el fluído. Sabía agrio y le costaba bajar por mi garganta. Abrí la boca para intentar calmar esa desagrable sensación.
–¿Agrio? Discúlpame, todavía no he encontrado manera de cambiar de sabor. Ahora esto hará efecto sobre tí –dijo el demonio.
De pronto, mi cuerpo comenzó a flotar por la sala. El brujo contempló maravillado la situación. Después, una especie de niebla negra me envolvió, perdiendo de vista al brujo.
–¡MAESTRO! –Grité asustada.
–¡Lelahel! ¡Deja que haga efecto! –Respondió.
No veía nada. La esfera me había atrapado. Golpeé dando puñetazos, siendo inútil.
–¿Maestro? ¿Hay alguien? No veo nada... –Murmurré, sin ninguna respuesta.
Desde una de las paredes, puede ver una luz. Mi cuerpo sientió que algo lo apresaba, y así era. Eran cadenas de luz. Agarraron mis muñecas y tobillos, sin tener escapatoria.
"¿Qué significa esto?" me pregunté.Lelahel... ¿Qué pasaría si te arrebataran la poca luz que te queda?
"¿Qué?¿Quién eres?".
Lelahel... Dishonored Angel...
Lelahel... La oscuridad envolverá tu corazón...
Lelahel... Por el lado equivocado acabaste...
Lelahel... El futuro cambiarás...
Lelahel... Rosa dorada del mundo...
Lelahel... Lelahel... La historia cambiarás... Las dos espadas de los dioses tomarás...
Lelahel... Lelahel... La oscuridad ha nacido en tí...
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Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]
FantasyJusto antes de la primera guerra de la creación, demonios y ángeles vivieron una buena temporada en armonía, hasta la aparición de un nuevo ser en la entrada del cielo con el objetivo de ir al infierno para encontrar su hogar: el paraíso. Intentando...