Abandono del nuevo ser

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Después de un tiempo del encuentro con mi abuela, el niño que iba a venir a este mundo nació. El intenso dolor que sufría cada día, el inchazón de mi barriga, la incapacidad de andar... Todo eso ya pasó. El parto fue justo como lo predijo mi sabia abuela. Todavía no entendía por que ella estaba conmigo si falleció hace unos cuantos años.
Esa criatura... No era tan raro como parecía. Tenía la misma estructura de cuerpo del ángel, pero manos y piernas de humano. Su pelo era un poco oscuro, y sus ojos claros como los míos. Lo más sorprendente fue al ver una especie de cicatriz en su espalda.
–Abuela, ¿qué significa esto? Tiene una buena cicatriz por su espada –le dije mientras le entregaba al bebé, que dormía plácidamente después de estar un rato llorando.
–¡Oh! –exclamó.
–¿Qué significa esto? –volví a preguntar.
–Al igual que tú, este niño va a tener alas. Ha heredado tus alas, mi querida nieta. Todos los ángeles cuando nacen, tienen una cicatriz por su espalda. Mientras crecen, le salen sus alas. Antes de la adolescencia, ya las tienen bien desarrolladas.
–Pero no es mi hijo de verdad.
–Sí lo es, pero sin con tu consentimiento, mi pequeña. Tenemos que dejar una huella en esta vida, y tu has dejado a un precioso mestizo –sonrió al bebé acariciando una de sus rechonchas mejillas.
Las dos hicimos que el silencio actuara presencia, pues me quedé pensando en qué hacer con esa criatura. Más tarde, miré al espíritu de la anciana seriamente y hablé.
–Con el Creador estará más seguro y mejor que conmigo. No quiero que viva mi castigo. Lo llevaré ante su presencia y entregaré.
–Es muy pequeño para que lo abandones, querida –respondió con tristeza.
–Es lo mejor, abuela. Mi nombre está manchado de la deshonra que he traído a los míos, no permitiré que este niño la sufra –cerré los ojos apretando mis manos a las piernas.
–Si es tu decisión, pues ir –me dio a mi hijo y se levantó–. Es momento de que me marche, pues mi misión ha terminado.
–¡Espera! Necesito que hagas algo por mí antes de que te marches –extendí mi brazo para intentar agarrar su vestido.
–Te escucho –dijo sonriendo.

~~~
Llevé a la criatura al edificio del trono sin problema alguno. Todavía seguía igual que cuando me encerraron y escapé. Pasé justo por al lado del comandante fallecido. Le observé durante un rato y seguí mi camino. ¿Por qué el Creador no hizo nada al respecto después de este caos?
El bebé había crecido, pues tenía casi tres años. Según acordé con mi abuela, cuidaría de él hasta los tres años.
Hallé la sala que andaba buscando y abrí la puerta. Como deduje, el dios estaba allí, sentado, mirando como entraba.
–¿A qué debe su visita? –preguntó.
Me incliné un poco para no despertar al niño.
–He venido a entregarle algo que le pertenece. Su secreto no solo provocó una guerra, también hizo que yo tuviera a esta criatura –respondí.
–No lo entiendo... ¿Quieres decir que tuviste un hijo con Adán? –se rascó con uno de sus enormes dedos la cara.
–Efectivamente. No fue por propia voluntad, así que he venido para hacerle entrega de este mestizo –dirigí la mirada a sus ojos dorados.
–Entiendo... Yo cuidaré de él, ...
–Lelahel.
–Eso, Lelahel. Este niño será un buen comandante –dijo de pronto.
–¿Qué? –cuestioné atónita.
–Tu hijo será el próximo comandante, pues el anterior no tuvo descendencia. Veo que tampoco tiene nombre, pues yo mismo se lo pondré. Se llamará Miguel, 'nadie es como Dios'.
–Miguel... ¿Por qué ese nombre?
–Será uno de mis arcángeles, que son aquellos tres ángeles con la bendición de su dios creador –alargó su brazó y posó su mano en el niño dormido–. Miguel, te doy la bendición para que seas uno de los tres arcángeles, luches por la luz y sirvas fielmente a los tuyos –pronunció muy alto estas palabras, haciendo iluminar su cuerpo.
Al terminar, volvió a preguntar:
–¿Qué será de ti?
–Viviré con la deshonra por la eternidad, cumpliendo mi castigo. Dormiré para poder perdonar mis pecados.
–He visto algo en tus ojos, Lelahel. ¿Miraste a los ojos de tu creador?
Sabía que sí, pero él quería mi respuesta.
–Yo no tengo un creador que traicionó a su mejor amigo. Y sí, al presenciar vuestra batalla, te miré a los ojos sin querer. Algo en mi a cambiado, Creador. Ya no quiero pertenecer a nadie. Ahora soy la oscuridad de la luz que dormirá por la infinitud –puse en sus manos a la criatura y me di la vuelta dispuesta para marcharme.
–Lelahel, ¿cuándo volverás?
–Volveré para darte tu merecido, Creador. Esto solo es el comienzo de tu ruina –salí de allí, haciendolo dejar sin habla.
Esas palabras salieron de mi corazón humillado, herido. Tarde o temprano, él también pagaría por sus errores.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora