El principio del fin

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-¡Oye! ¡Despierta! -. Oí una voz. La reconozco de esa chica tan extraña que me visitó cuando dije los hechizos que me otorgó el Maestro. Sus brazos me rodearon.

Qué raro... No recordaba cómo había llegado a ese sitio. Hice un recorrido intentando identificarlo, siendo un espacio pequeño en el que caían pétalos dorados. Por otro lado, se veía un cristal.

-Ese es el exterior, ¿acaso no sabes dónde estás?
-No lo sé, lo último que recuerdo es haberme tirado por un acantilado.
-Mmmmm... Te ha pasado factura... Estás en tu medallón. Y no estamos solas -. Señaló a su izquierda, donde estaba Darkia sobre el suelo. ¿Cómo habíamos llegado aquí?
-Te explico: Darkia venció a Satanás y al usar su gran poder su cuerpo no pudo resistirlo. Por eso su alma está aquí. Y tú... Dijiste las palabras que te susurró Mebahel ya que Uzziel estuvo apunto de secuestrarte, y eso es todo.

El suelo tembló, y perdí el equilibrio. Venía del cristal, el cual se veía oscuro.

-Ah, la Tierra ha sido destruida.
-¡¿Qué?!
-Tranquila... Han pasado unos mil quinientos años desde entonces. Sublatti ha intentado hacer lo posible pero...
-¡¿Sublatti?!

"Por favor... Sal de ahí..." -era ella, me necesitaba. Se le escuchaba débil, como apunto de desmayarse.

-Tengo que salir de aquí -. Golpeé fuertemente la pared. Sabía que no lo conseguiría de ese modo. Lancé hechizos, espadas, pero no dio resultado.
-Bueno, te ayudaré esta vez -dijo soltando un suspiro. Extendió un brazo y rompió el cristal. Se sentía una gran brisa que parecía querer absorbernos-. ¡Ya está!

Y salimos al exterior. La extraña desapareció y solo salimos Darkia y yo. El suelo estaba frío, y el ambiente era bastante pesado. Me incorporé con mucho esfuerzo y fui arrastrándome en busca de Sublatti. Le encontré muy carca de donde habíamos caído. Respiraba con dificultad, pero...

-¡Sublatti! ¡Háblame! -grité.

Ella se mantenía sentada gracias a su guadaña, arma que no había visto nunca en ella. Se giró sonriendo.

-Has venido... Lelahel... -. Sus fuerzas le fallaban. Por un instante, la presión no me importó y corrí hacia ella. Tomé su cuerpo como lo hizo la vez que morí-. Ha pasado tanto tiempo que casi no recuerdo lo que vivimos. He visto a mi nieto casarse, tener hijos, que mis bisnietas se marchen a otro mundo, adoptar a una hermosa diablesa y verla crecer. Así morir a toda mi familia uno tras otro. No entiendo porqué pasó esto, un extraño empezó a destruirlo todo...
-¿Cómo que a otro mundo? ¿Quién es el que ha hecho todo esto?
-Una diosa vino a por las hijas de Ponthel... El que lo hizo, dijo que se llamaba Vinn.

Vinn... Oh, no, no recordaba que hace mucho lo mandé al Vacío tras intentar arreglar lo que me hizo. No sé cómo había salido de allí. Alguien le había sacado de allí, y solo se me ocurrió un nombre. Escuché un gemido reconocible, lo que me hizo recapacitar. 

—Lelahel... —dijo Uzziel débilmente. Se arrastró hasta nosotras y agarró la mano de Sublatti. Parece que en mi ausencia formaron una buena amistad—. Perdóname, me equivoqué, Paradise no era lo que yo pensaba, casi te mato por mi egoísmo... —. Se apoyó en mi pecho como lo estaba la diablesa, quién volvió a toser.
—No me queda mucho tiempo, él va a venir a por ti, quiere tu poder. Me alegro de que hayas venido... Recuerdo que antes de irse Satan, nos miramos y sonrió. Era la primera sonrisa sincera que había visto de él, eso era por ti, seguro... —susurró a mi oído y se derrumbó. Ya no vivía.
—¿Sublatti? ¡Sublatti! ¡Háblame! ¡SUBLATTI POR FAVOR! —. Sacudía su cuerpo esperando respuesta, pero no la hubo. Abracé su cuerpo mientras lloraba sin parar. No quería separarme de ella, deseaba seguir así por siempre. Levanté la cabeza y una mano.
—Tenemos que luchar por este mundo. Ella ya ha hecho bastante, vengaremos su muerte.
—Darkia... —. Dejé a mi amiga en el suelo y tomé el apoyo de Darkia. Aquella era la segunda vez, o eso creía, que nos veíamos cara a cara. 
—Gracias por cuidar de mi familia cuando yo no estaba, sé que lo tuviste que dejar por mí, ¿no es así?

No supe contestarle, solté unas cuántas lágrimas y ella con un dedo me las apartó. 

—Yo... Creía que matarías a mis amigos, cuando no fue así, es como si...

El suelo tembló y nos fuimos las tres al suelo. Algo pasaba, parte de la superficie parecía desmoronarse, cayendo en otro lugar. Pudimos levantarnos con mucho esfuerzo. Uzziel se puso a mi lado y agarró mi capa. Darkia sacó su espada, sin saber de dónde, y la despertó. Sus llamas oscuras ardían con mucha fuerza. Avancé unos pasos contemplando lo que había sido de la Tierra, un lugar desolado y corrupto, su hermosura ya no existía. A lo lejos, rodeado de un aura verde, estaba el causante de este caos.

—¡Adán! ¡Ven aquí cobarde! —grité con furia para que pudiese oírme.

A toda velocidad vino y se colocó a unos metros. Sonrió, teniendo de respuesta tres miradas de asco. 

—Lelahel... Nos volvemos a ver después que que me encerrases en ese asqueroso lugar —. Apretó los puños que provocó una fuerza tan grande como para alejarnos de él—. ¿A qué has venido, a terminar tu trabajo para el miserable de Satanás? Ah, no... Él, el Creador y los estúpidos de los humanos están muertos.

Empezaba a pasarse de la raya. Enfadada, invoqué mis espadas y no me lo pensé dos veces, fui directa a atacarle. Supe que no le daría a la primera, ya no era el humano debilucho que conocí. 

—No te atrevas a meterte con Satan, o verás quien será el muerto aquí. Los dos hemos cambiado, pero yo siempre seré mejor que tú, por eso has estado destrozando todo por tal de encontrarme. ¿No estoy en lo cierto? El Creador te hizo defectuoso, por eso tienes ese poder, sin embargo, sigues queriendo lo que jamás vas a tener. 

Su furia siguió incrementando. Sin verlo, me metía agarrada del cuello, y lo apretó. Se acercó a mi oreja y contestó:

—Lo quiero todo de ti, tu alma, tu cuerpo, tu vida... TODO. 

Una pieza de metal interrumpió su amenaza, dándole en la frente. Otra más impactó sobre su pecho, liberándome de sus sucias manos. Las piezas eran mini escudos, procedentes de Uzziel. Se interpuso en nuestra charla colocándose delante de mí.

—¡No permitiré que te la lleves, traidor! —dijo con sus escudos de vuelta. No sé de qué se conocían.
—Niña... No te entrometas en conversaciones ajenas, ¿o tu sombra rastrera no te lo enseñó?
—¡Paradise no tiene nada que ver! ¡Protegeré a Lelahel con mi vida!

Su ira se llenó más y más. Extendió las manos hacia abajo y salieron unos rayos que rompieron el suelo. Sus ojos verdes se intensificaron.

—¡Nadie saldrá vivo de aquí!

De pronto, un dragón dorado mezclado con azul le dio. Darkia tenía un aspecto distinto. Su armadura era un hermoso vestido azul que por cada paso que daba salían rosas azules, como la que tenía pegada a su cabello. Sus iris tenían un reflejo azulado. Ese era su gran poder, ya lo había despertado anteriormente.

—Ellas no son tu único oponente, y estás solo, no tienes nada que hacer. Eres el peor humano que he conocido —. Subió sobre su dragón para empezar el combate.
—Darkia, Darkia, Darkia... Creí haber visto a otra como tú pero más malvada, ¿acaso cambiaste de opinión?
—Eres un estúpido... —. Sonrió mirándole con odio.

Las tres ya estábamos listas para pelear. Luchar en el final de los tres mundos.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora