Suspiros

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-Lelahel...
-Qué.
Uzziel pataleó el suelo, impaciente.
-¡Llevamos meses sin hacer nada, esperando a no sé qué! Por no decir que ya he escuchado tu historia tres millones de veces.
-Esos son los años que tengo...
-Sí, sí, también lo sé, te he observado, ¿sabes? -se tumbó en el terciopelo rojizo del suelo y se hace la dormida.
Al igual que ella, estaba esperando. Nada había sucedido tras aquel incidente, quedándome con Uzziel un tiempo, dándole a conocer mis conocimientos aún sabiendo que lo sabía de sobra. ¿Qué más podría hacer que estar sentada en el sillón del antiguo dios de los infiernos, el cuál estaba vacío?
-Siento tus secretos, ¿te importaría no picar mi curiosidad y darme detalles? -dije burlona bajándome de la silla. Fui hasta ella y me incliné a oír su contestación.
-¿Por qué no vas junto a Darkia? Ella ya sabe tu existencia...
-Verás... Este es el reino de uno de los mejores seres, mi mejor amigo. Le prometí al Maestro que cuidaría mientras él no estuviese -abrió un ojo, sorprendida-. Hace no mucho, tuve una visión. Sublatti y Satan fueron asesinados por ese monstruo y venía a por mí, buscando algo... Por eso decidí sacrificarme, hacerles olvidarme y separarnos. Sublatti está bien pero él... -miré mi alrededor con tristeza, aguantando las lágrimas.
-¿Crees que reuniendo su último fragmento le salvarás?
-De su dolor, no volverá a la vida, jamás. Fui una estúpida por hacer un hechizo prohibido y obedecerle. Uzziel, es tan duro pensar que Darkia es feliz con su familia y yo aquí, sola, con una diosa desconocida, ¿no es así, Diosa Madre?
Suspiró cruzándose de brazos.
-Qué nombre más ridículo... Ah, espera, yo misma me lo puse -sonrié recordándome el día que luchamos. Me miró con seriedad y quitó el polvo de su manto-. Me gustaría decirte tantas cosas... No puedo aún, no estoy preparada ni tú tampoco. Yo creé este mundo por ti, para ser uno mejor y aprecieron ellos...
-¿Ellos? ¿El Creador?
-Sí, un humano con un poder extraño vino a secuestrarme, querían mi poder, todo lo que conocía. Como no consiguieron lo que buscaban, crearon un poder nuevo, distinto a los tres que existen.
No hablé oyendo de sus labios una palabra que ya estaba acostumbrada. Corrupción.
-El chico se resistió a sus órdenes porque no podía controlar lo que era y por eso la humana con cara de buena absorbió parte de mí y lo usó con una falsa identidad, me encarcelaron y sellaron.
Ambas suspiramos a la vez, y no sería la única.
-¿Qué quieres decir con esto?
-Él y tú tuvisteis un descendiente, y el más cercano es... Su hijo.
Mi corazón se paró.
-¿Ponthel es el heredero de Vinn, digo Adán?
Asintió, muerta de vergüenza.
-Lo he intentado, lo siento... Él sigue vivo, en alguna parte, en busca de su heredero.
Suspiré.
-¿Quieres echarme de aquí? Supongo que es momento de salir... -formé un portal.
-Lelahel... Necesito...
Me giré a ver qué quería, viendo tristeza en su cara.
-Te quedan... Dos años... Pensaba qué podría evitarlo pero... -se derrumbó en un mar de lágrimas. En ese instante, algo vino en mi mente.
Me alejé asustada por mi descubrimiento.
-Tú... También fuiste mi abuela, me dormiste durante años... ¿Por qué tanta mentira, Uzziel? Tú me conoces de antes y no vas... -le agarré del cuello sin terminar. Estaba enfada y ella, asustada.
Para liberarse creó un escudo que repeló mi mano y salí disparada contra la pared. Uzziel lloraba y respiraba con dificultad.
-¡No lo entiendes! Yo hice todo lo posible para que sigueras vivas y te convencí para dormirte sin saber controlarme y se me fue de las manos. Aceleré el tiempo sin querer y ya no pude volver atrás, sabiendo que podía pasar aquello de nuevo... Me dio igual estar encerrada, yo hice todo esto... -gritó.
-¿Cuál era tu objetivo? ¿Librarte de mí o cambiar el destino?
Negó. Se limitó a inclinar la cabeza y suspirar. Parecía haberle afectado.
-Estando en el sueño tanto tu alma cono tu cuerpo son paralizados y se retrasa su envejecimiento, por desgracia, contigo no pasó. Por tu aspecto no lo parece y tu alma la noto cansada, a punto de desvanecerse. Para ello, o ella o tú debéis someterse al sueño, o desapareceréis en dos años. Yo no fui quién lo hizo... Esa chica decidió tu destino haciéndote creer una mentira.
-Será... -me detuve enfrente del portal, diciendo unos cuantos insultos.
No hablamos más nada y salí del castillo estando en un lugar conocido. ¿El cielo? Sí, lo era, tan claro y iluminoso como recordaba. Caminé por los pasillos, buscando algún grito o señal. Escuché unos gemidos y mi barriga comenzó a tambalearse. Lo sabía, Darkia iba dar luz, asegurándome la victoria y la esperanza que necesitaba. Giré la esquina y oculté al ver al futuro padre en la puerta murmurando súplicas. Notó mi presencia, yendo a mi posición. Debí ser más cuidadosa con mis pasos, aunque ya eso no importaba, fui descubierta.
-Tú...
Moví la cabeza dándole la razón. Se le notaba nervioso por sus movimientos.

"Se parece demasiado a su padre...".

-¿A qué has venido? ¿Vas a ll...
-No, y habla más bajo. Me aseguro de que sale bien esto, las interrupciones existen. Quiero pedirte un favor, cuando tu madre salga distraerle y yo entraré. Confía en mí.
Sus ojos azules temblaban con nerviosismo, y de ello su rostro sudaba. Asintió sin poder decir palabra y sentó sobre el suelo, quitándose la capa rojiza y la parte de arriba de su gloriosa y dorada armadura, idéntica a aquella que llevó el antiguo comandante. La puerta hizo un crujió y él me encubrió para cumplir su parte.
-¡Azazel! ¡Es un niño! -era la dulce voz de Sublatti, hacía tanto tiempo que no la oía... Su hijo le envolvió con un abrazo y llevó lejos de la sala.
Llamé y los vi. Una agotada ángel tumbada con un niño sano entre sus brazos, protegido por una sábana llena de sangre. Hacía muchísima calor y parecía que la tensión iba desapareciendo.
-Has venido, me alegro de que hayas vuelto, Lelahel -habló entre suspiros y tartamudeos.
-Verás... Deseaba avisarte, tanto a mí como a ti nos queda menos de lo que pensábamos. Ya sabes qué hacer con él, pero no te permitirá verlo crecer.
-No fastidies...
-Dos años.
Ella se resignó a observar al recién llegado, abriendo sus diminutos párpados. Había heredado el color de iris de su abuela, el pelo negro y la piel blanca de su madre.
-Tengo la solución, te someterás a un descanso profundo hasta que él necesite tu ayuda, mientras yo le guiaré. Cuando haya recuperado a Satan, podrás estar un tiempo limitado con él antes de nuestra unión.
Me miró sonriendo, como si ya lo supiera.
-Entiendo -me dispuse a marcharme-. Tienes que explicarme mucho, ¿cierto? A Azazel no le gustará esto, gracias a él mis sentimientos se despertaron. Antes... me sentía vacía, veía recuerdos borrosos y voces extrañas. Siento algo de pena, ¿es por ti?
Oculté las lágrimas en un puño.
-No hagas que esto sea más duro, ya tienes lo que buscabas, en cambio, yo lo perdí sin darme cuenta.
Resoplamos a la vez. Ella alargó la mano agarrando mi capa. Volví hacia Darkia y tomé su mano.
-He dejado de luchar, ya no soy la heroína, mi turno ha terminado. Sublatti estaría encantada de volver a verte. Y, perdóname.
Aunque dijera cosas extrañas, lo comprendía, rebuscaba en mi interior. ¿Mostraba compasión?
-Da igual, lo hecho, hecho está. Me niego a ver los tres mundos destruidos, vive y se feliz, no te preocupes por mí.

"A veces, para que los demás sean felices, siempre habrá un sacrificio. Nunca sabes lo que tienes hasta perderlo, un simple detalle o distracción puede arrebatártelo" -sonó en mi cabeza, sintiéndome mareada. Seguí por mi camino, sin darle importancia. Rechacé las disculpas de Uzziel, y, por una vez, quise dormir en mi antigua cama.

-Ponthel... Ya nos veremos.


Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora