Capítulo secreto: El mundo comienza conmigo

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Pasó el tiempo. Sin darme cuenta, ya había pasado unos meses tras reencontrarme con el nuevo Satanás. Era humano, pero se le veía feliz, cambiado. Cada día al terminar el trabajo como psicóloga en prácticas, nos íbamos a comer en un restaurante mexicano, aunque yo no comía. Satan disfrutaba de los platos más picantes de la carta, los otros comensales flipaban por su aguante. Después salíamos a pasear, otras a leer los casos de los pacientes o a mirar la enorme ciudad. Sevilla estaba repleta de turistas, fiestas y tiendas, que hacían que incluso de noche estuviese iluminada.

Aquello acabó cuando le sentí. Vi los ojos de la Todopoderosa abrir. Mi corazón pegó un brinco, noté que me llamaba. Daba rabia tener que marcharse, era mi deber.

-¿Ya es la hora, no? ¿Cuándo volverás?
-No lo sé, te llamaré.

Cuando me dispuse a irme, él me dio un beso en la frente.

-Es un beso de protección, te protegerá -. Tomó mis manos con una enorme sonrisa-. Presentamela, ¿vale?
-Está bien, ¡nos vemos!

Esa noche, fui la que partí en su busca. No le oía llamarme con palabras, algo en mí quería, deseaba verle. Tenía que agradecerle la fuerza y el valor que me otorgó.
Con tantos mundos, era un lío encontrarle, pero sabía que lo haría. Nuestros corazones estaban conectados. Era parecido a Sevilla, era el mundo más grande de todos los existentes, y el único que no tenía el aura oscura.
Entré en él, como imaginaba, era como Sevilla. Tal vez fuese una pequeña parte, un pueblo llamado Utrera, seguro que ella estaba por aquí.
Entonces, le vi. Pelo castaño claro corto con un reflejo pelirrojo, ojos marrones oscuros, gafas negras, chaqueta roja, vaqueros y un característico flequillo levantado. Entre sus manos llevaba un gato negro y cada cierto tiempo le hablaba y daba besos. Cuando iba a ir tras ella, alguien me detuvo.

-Has vuelto de tus andadas, Mebahel -. El desconocido colocó una mano en mi hombro. La aparté y me giré para verle. Su altura y físico eran parecidos a Darkia, pero en masculino.
-Creo que te equivocas, Mebahel murió.
-Entonces has renacido, ¿no? Algo de ella debe quedarte.
-No sé qué hablas, tengo prisa.

Cuando me dispuse a marcharme, me agarró de la capucha.

-¿Dónde vas? Aún es pronto para reunirse con ella. Ni siquiera se le ve que tiene los poderes de Todopoderosa.
-Yo sí los he notado, ¡suéltame!
-Te he dicho que es pronto... Deja que ella venga a nosotros. Acompáñame.
-¿Por qué debería ir contigo?
-Porque supuestamente somos compañeros, ¿o no recuerdas quién soy?

Al principio, no lo sabía, hasta que en lo más profundo de mi mente, su imagen, la pelea que tuvo con Mebahel, salió.

-Tú eres el padre de Uzziel... Héctor.
-¡Exacto! Entonces, sígueme y te iré contando.

Hicimos el camino en silencio, fue corto y raro, desconfiaba de él.

-Se ve que no te fias de mí -dijo al llegar a la puerta de una casa pequeña-, pero te aseguro que mi objetivo es el mismo. Esta vez la Todopoderosa estará protegida y su poder será infinito.
-¿Qué le pasó a la anterior?
-Su poder no fue suficiente, otro dios le atacó y al no despertar su potencial, fue derrotada y cayó en coma. Tanto mi poder como el de Mebahel se debilitó, y al ver que no podíamos hacer nada por ella, nos marchamos de ese mundo.
-Entonces se fuisteis al mundo de Uzziel.
-Ese lugar tenía una lucha entre luz y oscuridad, e iba ganando la luz. Decidí equilibrarlo y creé un lugar solo para mí, bueno, esa es otra historia.
-Entiendo...

Subimos las escaleras al segundo piso, y abrió una segunda puerta que conducía a un pequeño piso.

-Estaremos aquí mientras tanto, hay comida de sobra.
-Llevo millones de años sin comer, no necesito eso.
-Vaya... Bueno, debo irme a trabajar, el dinero no se gana solo. Mientras tanto deberías adaptarte a este mundo, emm...
-Lelahel.
-¡Eso, Lelahel! En un tiempo vengo -. Cogió una bolsa y una mochila, y se fue.

¿Qué iba a hacer en ese lugar? Aparte de esperar, claro. Exploré las distintas habitaciones. Dos cuartos, uno más grande que otro, un baño, la cocina y poco más. Las paredes estaban pintadas de color beige, menos la del baño y la cocina, el suelo con losas de diferentes colores, y la iluminación era excelente. Los rayos del Sol iluminaban todo el lugar, y si abrías las ventanas, entraba una agradable brisa con olor a flores. Las vistas eran coloridas gracias a que el piso estaba situado justo al lado de un parque.

De pronto, alguien abrió la puerta principal. Sabía que no sería Héctor, lo que hizo que invocara las espadas. Al descubrir quién era, me quedé helada. Las armas desaparecieron y mantuve la mirada fija. Era ella, la Todopoderosa, aquella que conocí. Dejó al animal que tenía en sus manos sobre el suelo y se acercó a mí. Hizo un gesto sobre la diferencia de altura y sonrió.

-Desde lejos se te veía más alta -comentó. ¡Su voz era parecida, o idéntica a la mía!

Me quedé muda, tanto que no supe que responder.

–Bueno, voy a comer algo, ¡tengo mucha hambre! –exclamó estirando los brazos y entrando a la cocina. Al rato salió canturreando con un plato de arroz amarillo, pollo y algunas verduras. Se fue al salón y encendió la tele. Veía una serie de dibujos subtitulado, el audio no lograba entenderlo, ¿estaría en otro idioma?

Con algo de corte, me senté a su lado, y su oscura compañera en sus piernas. Miré al plato con curiosidad, jamás había sentido hambre, pero el olor me daba curiosidad.

–¿Quieres probar? En la olla ha sobrado un montón.
–No te preocupes, no suelo comer...
–¡¿No comes?! –exclamó tan sorprendida que se levantó y me trajo un plato lleno–. Come, come, ¡a una paella jamás se le niega!
–¿Así se llama esto? Paella...

Agarré el tenedor y cogí un poco del arroz, y abrí la boca. No recordaba cuando fue la última vez que comía algo. Lo mastiqué. La mezcla de sabores era exquisita, era increíble.

–¿A qué está bueno? A mí me encanta, comería paella toooodos los días...

Asentí con una gran sonrisa. Repetimos varias veces, y nos quedamos mirando la televisión. Entonces, ella saltó una pregunta mientras acariciaba a la gata.

–Oye, ¿cómo te llamas? Me acabo de despertar y no recuerdo mucho, esto es nuevo para mí. Es como... Si hubiese renacido.
–Yo... Soy Lelahel.

Me respondió diciéndome su nombre. Aquello fue un comienzo, pero eso era otra historia. Mi paso por ese mundo comenzaba por ella, o mirándolo desde su perspectiva, el mundo comienza conmigo.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora