La furia de Satanás

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"¿Como ha podido pasar esto?" –me dije cuando mis alas fueron desplazándome fuera del castillo.

Satanás había cogido ventaja y llegaría antes. No quería que ellos se enfrentaran...
Volé por encima del castillo y en el suelo hice un portal que iría hasta ellos. Descendí dejándome caer y traspasar el portal, que había vuelto a su estado original. Mis piernas se recuperaron y fui corriendo mediante grandes saltos hasta mi destino.
Sabía que no había llegado antes que él. Oí el golpe de dos espadas chocar, suspiros, gritos de desesperación y de furia. Tenía que impedir lo que estaba pasando como fuera.
Aparecí en el campo del combate, quiénes los que luchaban eran Yandak y Satanás. Él intentaba defenderse de los duros impactos de su enemigo y de vez en cuando atacar. Sublatti sostenía al pequeño Azazel, que lloraba descosoladamente,.ambos apartados del enfrentamiento. Fui hasta ella, que me recibió sollozando.
–¡Lelahel! Tienes que parar esto...
–Sublatti, tengo una idea, pero tienes que entregarme a tu hijo. Confía en mí –le dije con voz calmada. Ella dudó y al final decidió entregarme al bebé–. Ahora, distrae a Satan. Esta es la única manera de salvarlos a los dos, Sublatti.
–Pero... Eso quiere decir que me separaré...
–Por favor... Los llevaré a un lugar a salvo, ¿vale? No dejaré que nadie salga herido.
Ella asintió sin creerme del todo. Con sus alas se alzó un poco e invocó a su espada, que atacó al dios enfadado y lo derribó. Se dio la vuelta para mirar al comandante y le gritó:
–¡Ve con ella!
Al contrario que la diablesa, el ángel no vaciló y decidido, obedeció sus órdenes. Dejó durmiente a su espada, que desprendía el característica llama blanca cuando fue a mi encuentro. El bebé había dejado de llorar.
–Yandak, no te gustará mi idea, pero tú y tu hijo debéir marcharos.
–¡¿Cómo?! Quiero que Sublatti venga conmigo... –contradijo cogiendo al niño entre sus brazos.
–Eso es imposible. ¡No hay otra opción!
Hice un portal a sus espaldas y grité las palabras en alto añadiendo como destino el cielo. Apliqué una fuerza considerable empujándolos a los dos de espaldas y entraron en el cielo. Cerré el portal con un gesto con la mano y seguí con mi plan.
Satan y Sublatti luchaban, pero la diferencia entre uno y otro era inmenso. Los choques de sus armas y el ardor de la espada del dios hacían que el combate estuviera lleno de enfado y tensión. Los dos retrocedieron, respirando con dificultad.
–Eres... Traidora... ¡CONFIABA EN TI! Y tú lo pagas con esto... ¡TE ADOPTÉ, TE ENTRENÉ, TE ACEPTÉ! –Gritó el jefe de los demonios con intensidad. Sentía en el interior de mi pecho una sensación de cólera muy desagradable. La mente de Satanás no estaba diciendo nada, aunque su corazón parecía que lo hacía. No sabía cómo comprender los sentimientos que desprendía el jefe de los demonios.
Mis ojos se inundaron por que mis sentimientos sabían que haría algo que dolería, aunque era lo mejor.
La diablesa no respondió a los comentarios de Satanás, y los dos corrieron para volver empezar el combate de nuevo.
Tenía que hacerlo. Era el momento de terminar mi plan. Me coloqué entre medio de ellos e invoqué a las dos armas divinas que poseía, y las lancé hacia arriba. Mis alas me impulsaron hacia arriba y cogí las armas en cruzado. Mi cuerpo fue cayendo hasta estar en medio de los dos demonios. Los dos levantaron sus armas para atacar y... Las dos espadas que tenían en mis manos chocaron con la de ellos y salieron disparados dando un fuerte impacto contra la pared.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora