El momento se acerca

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Darkia se reencontró con Sublatti, pero ella estaba rodeada de un montón de demonios, quiénes le tenían presa.
-¡Soltadme! ¡Darkia! -Se encontraba inmóvil por tres diablos, pero no duró mucho tiempo.
Su compañera recién llegada despertó su feroz arma de venganza para darle muerte a sus enemigos. Atacó a un primero por la espalda atravesando la espalda, y llegó con un pequeño vuelo hasta Sublatti, donde desmembró los brazos de dos de ellos y así, cogió a la diablesa como pudo por las axilas, empleando la huida.
-Lo siento. No debí gritarte.
Miró hacia atrás, contando cuantos perseguidores habían.
-No importa. Le comprendo. Ya no hace falta que me agarre más. Suéltame y volemos rápido para despistarlos.
Ella obedeció. Sublatti extendió sus pequeñas alas comparadas con el ángel. Se adelantó y llamó la atención a Darkia para realizar un nuevo plan de escape.
Por lo que escuché, los demonios no soportaban el agua, lo que que si entraban en contacto se deshacían.
Tomaron dos caminos distintos, y los perseguidores siguieron a Darkia. Volteó la cabeza, contando cuántos enemigos habían. Llegó a un amplio lago(o así lo llamó Ia) y se paró en seco, mirando a la cara a los diablos. Lanzó su espada divina al agua, produciendo ésta una gran explosión. Sin pensarlo, el ángel se adentró en el agua y recuperó su arma. Nadó por las profundidades y emergió estando en la entrada de una diminuta cueva. En la superficie, se quitó la capa negra húmeda y la funda que llevaba a su espalda. Las dejó secándose y se tumbó a descansar mientras esperaba la llegada de la diablesa. Seguramente llegaría por una pequeña entrada por donde se veía el exterior.
La cueva no era muy agradable de ver, pues por el techo caían gotas y no había nada de claridad, solo la que venía de la salida. Tampoco parecía cómodo ya que todo eran rocas, pero a Darkia no le importó eso, y se durmió.
Me dirigí al resto, preguntando:
-¿Eso es lo que ocurre cuando arrojas un arma divina al agua? ¿Ocurre con todas?
-Sí, creo que pasan con todas. Tampoco entiendo como una demonio tiene esa información -respondió el Creador.
-Ni yo como Sublatti está con ese ángel, ¿quién es? -Interrumpió Yandak, haciendo una mueca como si intentase recordar-. Me recuerda a alguien... Espera... ¿Ella es la hija de Anwin y Narnia? Se parece muchísimo...
Los cuatro nos sorprendimos ante su reacción.
-No puede ser... Yo le vi caer y mi hijo también... Diana. Se llama Diana.
-Ya no -repuse-. Diana ya no está.
-Conque la hija del comandante Anwin... Has elegido a la adecuada, Lelahel -dijo el dios orgulloso.
Suspiré.
-Ahora que lo dices, también tiene algo parecido contigo -el fallecido ángel me observó más de cerca.
-Yo no le elegí... Pero gracias a mí, Sublatti sigue viva. Diana fue quien me asesinó y yo le puse una maldición, como a tu hijo.
-Un momento... ¿Cuántos años tienes? Parece que no has envejecido...
-No tengo ni idea, creo que nací antes de la primera guerra.
-Tienes... Más de tres millones de años -dijo Ia-. Mucho antes de que Adán y yo fuesemos creados. ¿No tuviste hijos entonces?
-Se podría decir que no...
-O sí -me volvió a molestar el dios-. Ella fue el primer ángel en tener un ser híbrido, pero lo entregó a los cielos para desaparecer, lo que quiere decir...
-Lelahel es la madre de Miguel, el arcángel, el primer híbrido de humano y ángel... No puede ser... Tú... -La humana me miró con un intenso dolor en sus ojos.
-Lo siento, Ia. Yo no sabía que haría eso... Pero ya me da igual. No le vi crecer ni tener hijos ni tener nietos. Me perdí muchas vidas intentando perdonar mis pecados... Y encima, la mitad de mi alma fue arrebatada para crearla a ella -señalé con la cabeza al ángel que salía en la pantalla.
-Entiendo. No puedo hacer nada por eso, lo mejor es observar en vez de recordar nuestros errores -acarició al pequeño John, quién no sabía nada al respecto.
Al volver a la Tierra, Darkia y Sublatti ya se habían encontrado y estuvieron hablando apunto de seguir con su gran aventura. La diablesa con su magia secó el cuerpo mojado de su compañera y se marcharon.

En un corto tiempo, ya se pudo sentir la tensión de la gran batalla.
Sobre un terreno destruido, había un enorme castillo de anchas piedras viejas que lo rodeaban miles de demonios.
-Parece que sabían que íbamos a venir -dijo rompiendo el duro silencio. Como siempre hacía, contó los enemigos, aunque era imposible. Eran demasiados para dos.
Se dieron unas palabras de ánimo y descendieron para comenzar. Sublatti invocó su arma y Darkia la desenfundó para despertarla y machacar demonios.
Sin miedo ni remordimientos, se lanzaron a luchar.
Sin darse cuenta, ya estaban rodeadas, pero conseguiron entrar y avanzar por el castillo. Hasta que no había espacio para tantos. Agarraron el tobillo del ángel y derribarle. Rodó por el suelo esquivando y al levantarse, le atacaron. La diablesa le defendió por un instante.
-Si seguimos así, no llegaremos. Yo me quedo aquí -dijo ella-. Váyase rápido a la sala del trono. Seguramente esté allí.
Darkia quiso replicar, pero no salió ninguna palabra.
-¡Vamos! ¿A qué esperas? Yo intentaré distraerlos.
Balbuceó y se marchó en solitario. Sublatti, sin energías, se rindió y entregó mientras el ángel recorría el castillo corriendo sin cansarse.

¿Estás ahí? ¿Hola?

"Sí, te estoy observando" -contesté a su voz interior.

¿Crees... Qué esto acabará bien? Yo sola no sé si...

"Tú puedes. Eres más fuerte que un dios y que cualquier ángel. Todos confían en tí. Los humanos, los ángeles, los demonios y yo. Destroza a... Salva a Satan, por favor. Quítale ese sufrimiento y libérale. Es lo único que quiero que hagas por mí, Darkia. Salva la Tierra de ese caos y sé más fuerte que yo".

Pero si no se quién eres... Hablo contigo, me dices cosas extrañas...

"Hazlo. Solo eso. No importa mi identidad ahora. Algún día, cuando todo esté en paz, sabrás quién soy, pero desde entonces ocúpate de lo que te digo. Si te rindes, iré a por ti para que vuelvas a luchar".

Está... Bi...

La conversación se cortó debido a que era la hora de su primera pelea. Entró en la sala del trono(idéntica al del infierno) y no halló al jefe de los demonios, sino a un servidor suyo.
-¿Dónde está tu jefe?
-Mi señor no está aquí. Está abajo, en la antigua mazmorra.
Ella refunfuñó.
-Llévame hasta él.
-Primero lucharás contra mí. Si me ganas, serás digna de luchar con el gran señor del mal. Si pierdes, te entregaré a él como trofeo.
Darkia sonrió con picardía sabiendo que se llevaría la victoria.
-Está bien -se colocó en guardia y fue rodeando la sala.
Con esto, empezó la batalla.
Al igual que ella, me esperaba que ganase, y lo haría. Esto solo es el comienzo, como me dijo una vez Paradise.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora