La verdadera Darkia

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–Ella está viniendo... –Murmurré, sosteniendo a Diana en mis brazos.
Ella seguía llorando y las turbulencias no cesaban. Es como... Si Alguien estuviera manejando el cuerpo. Por ello, no podía salir de allí, a no ser que Darkia apareciese.
Agarré con fuerza la mano de la joven, pues no quería separarme de ella. Después de todo lo que hice y lo que ha pasado...
De repente, un fuerte viento nos empujó, separándonos. Regresé con ella, a pesar de ese intento de separación.

"Alguien nos está intentando separar... ¡No lo permitiré!" –pensé decidida.

Le volví a abrazar con más fuerza, para protegerle del peligro. Noté que temblaba y sus lágrimas dejaron de caer.
–Papá... Mamá... Azazel... Perdonadme... Os he fallado... –Se desmayó, parando el viento y el temblor.
Dejé de protegerle y le sacudí el cuerpo con cuidado.
–¡Diana! ¡Diana! No debes rendirte... Ella vendrá, te lo aseguro –ella se quedó tumbada, sonriendo–. No dejes que el dolor te gane.
Ella murmurró algo, siéndome familiar.
–Quítame... Este dolor, por favor...
¿Me estaba pidiendo que le quitara el alma al igual que Satanás? Esta vez, me negué a hacerlo.
–No puedo, Diana. Pero... Haré otra cosa por ti, ¿vale?
Coloqué mi mano sobre su cabeza, recitando un nuevo hechizo. Mi mano se iluminó y pude escuchar un pequeño gemido de su parte.
–Pido que el pasado sea borrado y el proceso del futuro acelere. Anashino tuy veas('Hazlo por favor').
Después de esto, tomé su mano de nuevo, con la esperanza de que se hubiera calmado. Sus dedos me apretaban, pues volvía a temblar.
–La maldición... La maldición... La maldición... ¡La maldición! ¡La maldición! –Gritó agitando su cuerpo–. La maldición... La maldición...

La maldición...

Su voz cambió. Ella fue desintegrándose y una extraña luz cegó mi vista, al igual que me alejó de ella. Darkia ya estaba aquí. Había acelerado el proceso de la maldición o algo grave le había ocurrido.
Todo a mi alrededor se volvió blanco. A una distancia, veía a un ser de espaldas. Vestía con un vestido muy peculiar, y sus alas eran indescriptibles. Tenía un inmenso poder, pues yo no podía acercarme mucho más del lugar que estaba.
–La auténtica Darkia... Por fin estás aquí... No sé que ocurre afuera, pero te daré un mensaje antes de que me expulses –Hice un pequeño silencio–. A partir de ahora, tú serás la que decida el destino de todos, de los tres mundos. Sé bondadosa, justa, y, siempre, sé tú misma. No dejes que nadie te cambie a mal, solo a bien. Lucha, nunca te rindas. Ama a lo que sufren o han sufrido. Acepta la ayuda, pues de ello conseguirás buenas amistades. Y, sobretodo, protege y pelea por los tuyos. Gana por mí, por ti, por los tuyos, por los que tienen que venir aún, por los que se fueron... ¡Hazlo por todos los seres! Y... Te aviso, si intentas rendirte o morir... Vendré aquí y te machacaré el alma hasta que cambies de opinión, ¿entendido? Te ayudaré. Te lo ruego, Darkia, cuida de Sublatti y de los demás por mí –me callé, esperandl su respuesta. Parecía que no me había escuchado, pues dijo otra cosa distinta.

John... Por qué...

"¿John? ¿Él no es...? Conque algo le ha pasado...".

–¿Le han hecho algo? No importa, tú eres fuerte. ¡Demuestra tu fuerza! ¡Véngate! ¡Haz lo imposible por recuperarlo! –Exclamé, dándole ánimos.
Fui retirándome más y más, pues ya no me necesitaba.
–Adios... Diana. Ya nos veremos –cerré los ojos, sintiendo como era expulsada del cuerpo de la antigua Diana, pues ya no era ecosasla misma que me llamó.

~~~
–¡Lelahel! ¡Despierta! ¡Sé que estás ahí! –Oí una voz en la penumbra. Abrí los párpados, encontrándome sobre el regazo de Ia.
Me incorporé, sujetándome la cabeza con una mano, pues me sentía mareada.
–¿Qué ha pasado? ¿Dónde...?
–No sé de qué hablas. Te dormiste mientras en la Tierra ocurrían cosas horribles. Y... Darkia también ha despertado –interrumpió ella, mirando tristemente la pantalla.
Yo desvié mi mirada a lo que ocurría al otro lado. Le vi. Era ella. Iba con una armadura en malas condiciones, una vieja espada, aquella que vi cuando le conocí. Tanto sus enormes alas, sus ojos y cabellos eran negros. Mi maldición había sido cumplida. En ella pude ver un intenso dolor y venganza. Todo a su alrededor estaba destruido, las casas quemadas y muchos humanos huían y chillaban por intentar salvarse.
Ella tenía tres demonios en su captura y parecía que no iba a huir. Gritó con rabia y agarró su arma. Batió sus alas sin volar, mirando seriamente a sus enemigos.
–John... ¡Te prometo que vengaré tu muerte!
Dicho esto, se lanzó hacia ellos, desgarrando con su espada a uno, matándolo al instante. Sin darse cuenta, mientras el vencido caía, uno de los diablos le agarró las alas y le estampó contra la pared. Darkia intentó levantarse, pero el demonio le agarró del cuello con una sonrisa malévola.
–No sabíamos que quedaba un caído vivo –dijo éste, teniendo una voz muy desagradable. Ella forcejeó por escapar, sin tener muchos resultados.
–Pero si tiene las alas negras –replicó su compañero señalándole.
–Será un ángel raro o algo así. Te llevaremosvde trofeo –le dijo soltando unas enormes carcajadas.
–Yo... No soy trofeo de nadie –dijo Darkia como contestación.
Sin más, el demonio elevó su cuerpo y lo lanzó de nuevo al suelo utilizando más fuerza. Por desgracia, le dejaron insconciente. Cargaron con su cuerpo y se lo llevaron.

Miré a Ia, que agarraba con nervios la mano del Creador.
–¿Qué ha pasado? ¿Por qué ella está así? ¿Cómo han llegado los demonios a la Tierra? No lo entiendo... ¿Cuánto he estado ahí tumbada? –Pregunté sin obtener respuesta.– ¡Responded! Tengo que saberlo...
Ia se mantuvo en silencio.
–Verás, Lelahel... Ha pasado un año desde que te quedaste dormida y su llegada. Los demonios lo han invadido todo. La locura de Satanás a llegado demasiado lejos, afectando a los humanos...
–¿Recuerdas al chico que viste que estaba conmigo cuando nos conocimos? –Interrumpió Ia, acercándose a mí y colocando sus brazos sobre mis hombros.– Era mi hijo, John... Él... –se arrodilló tapándose la cara con sus manos derramando lágrimas.
–Tiene que haber una forma de recuperarle, de traer su alma aquí como hiciste con la mía, ¿verdad?
–Hay una forma –contestó el dios,– él es un humano y a la vez un dios. Su parte humana ha sido destruida pero su parte divina sigue viva.
Me di la vuelta, dispuesta a irme.
–Iré a buscarle y lo traeré –antes de dar un paso, Ia me agarró una pierna, cesando su llanto.
–Deja que vaya él, por favor –rogó.
Asentí.
–No te preocupes, querida, yo lo haré– el Creador se levantó y desapareció.
Ia se levantó y secó la cara con las muñecas.
–¿Y Diana? –Cuestionó. Mi mirada se fue al suelo mostrando tristeza.
–Ella... Se fue. La guerra y la caída pudo con ella, destrozando en pedazos su alma. Cuando llegué solo quedaba una pequeña parte arruinada por el pasado. Gracias a Darkia, Diana puede descansar en paz y tranquilidad. Ahora, solo debemos observar y confiar en Darkia. Porque ella... Nos salvará y hará historia.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora