Ser una rosa

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Las tres atacamos a la vez, no le daríamos tiempo a que pudiera hacer siquiera algo. Nunca, o no lo recordaba, había visto a Darkia pelear. Primero le atestó unos cuantos golpes con su espada ardiente (se veía distinta que hace unos millones de años), se alejó y apareció una rosa azul en su mano. Se quedó quieta unos momentos, y aparecieron volando pétalos azulados. Su vestido cambió, incluso sus ojos y pelo pasaron a tener un tono más azul, y un alargado dragón sobre sus pies. Este se alzó, y ella señaló hacia nuestro enemigo. 

—¡Apartad! 

Hicimos lo que dijo, mejor dicho no nos dio tiempo a alejarnos y pasó por nuestro lado clavándole el arma a Adán en el pecho, quién gritó de dolor. Las tres retrocedimos esperando su reacción. Eso no le iba a hacer nada, lo sabía de sobra. Sus gemidos parecían fingidos, no dejaría que otra aparte de mí le derrotase. Se sacó a Revage dejando caer un poco de sangre verde, aunque se recuperó de inmediato. 

—Un simple lanzamiento de diana no me hará daño. Oh, hace gracia decir eso porque antes te llamabas Diana, ¿no es así? —preguntó intentando provocarle.
—Tus palabras no van a hacer enfurecerme, monstruo —. Su compañero rugió unos polvos que le irritaron la piel y dificultaron su vista. 
—¡Tú...! ¿Cómo te atreves? 

Sin que Uzziel y yo pudiéramos verlo, a toda velocidad le devolvió el mismo ataque, pero ella no dijo nada, solo se escuchó cómo la espada le atravesaba la armadura y la carne. 

—¡Darkia! —gritamos a la vez. 

Sonrió. Agarró a ese miserable del cuello y lanzó hasta nuestros pies. 

—Como a ti, esto no es nada para mí, por mi poder puedes recuperarte rápido —. Al sacarse la espada, la herida que le hizo se curó—. Eres un enemigo débil, como Diana, pero yo no creo que pueda vencerte. 

La furia de Adán creció por su burla, hizo un gesto con la mano atrayendo unas piedras enormes hacia él y tocó una de ellas. No entendía qué estaba planeando, nada bueno. 

—Ya estoy cansado de vosotras, solo sois un incordio, este mundo va a ser destruido como el Creador, Ia y Paradise querían. ¡Vais a morir con él! 
—Yo no dejaré que Paradise consiga lo que quiera, ¡lo protegeré a toda costa! —le interrumpió Uzziel bastante seria, que nombrase a Paradise no le gustó—. Ella hizo lo que quiso conmigo, pero ya se acabó.
—No vas a poder tú sola, niñata, siendo una humana como yo no deberías aliarte con ellas dos.
—Si fueras una rosa de verdad, tendrías el despertar —dijo de pronto. ¿Qué era el despertar? ¿A qué se refería. 
—No sé qué dices... ¡Qué absurdo! —. Las piedras ya venían hacia nosotras. El fin estaba cerca.

Algo me decía que Uzziel haría algo, confiaba en ella. Se puso al frente, extendió los brazos, juntó sus manos, abrió un poco las piernas y subió la cabeza. 

—Dejadme esto a mí —murmuró, su voz sonaba diferente, estaba decidida—. "Ya estoy lista, mi señora, protege con mi poder lo que queda de este mundo". 

De pronto, aparecieron pétalos rojos y tenía la sensación de estar en tranquilidad a pesar de estar en medio de un combate. La túnica negra pasó a ser un vestido largo rojo hecho por rosas, era precioso. Sus escudos desaparecieron y en su lugar salieron dos marcas en forma de la flor en sus manos. Una de ellas tenía una de verdad atada por el tallo. Tampoco estaba descalza, aunque apenas se le veían los zapatos. Entre la oscuridad del ambiente, ella resplandecía una luz rojiza como el Sol. Esa luz que transmitía se convirtió en un amplio escudo que nos envolvió.

Tal vez no supiera qué era el despertar, pero sí ser una rosa. 

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora