La llamada del alma perdida

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–He creado una especie de barrera que nos permitirá ver lo que pasa en los tres mundos, enfocando mejor a Darkia –informó el Creador, sentado en un enorme sillón. A sus lados, nos encontrábamos Ia y yo. Ella se sentó en el suelo y yo me quedé de pié, observando.
–¿Qué lugar es este, Creador? –Pregunté.
–Es una parte oculta del paraíso, donde las almas de los muertos viven. Nadie sabe que estamos aquí.
–¿Paraíso? ¿Y cómo he llegado a estar tan cerca de aquí?
–Se supone que tú volverías a unirte con Diana, pero... –Contestó Ia–. Ella sigue viva. Estuve investigando sobre ella y parece ser que tu luz se metió en su alma nada más nacer, a parte de ser familia tuya. Todas las almas tienen dos partes, pero cuando están juntas es como si no tuvieses nada. Aunque intentes volver al corazón de Diana, sería imposible. Ella solo es una falsa forma del otro fragmento.
–¿Falsa forma? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Mi luz no ha aparecido aún?
Asintió.
–Efectivamente. Por ahora, Diana tiene el alma vacía, sin nada en el interior. Cuando iba a fallecer, ella estaba a mi lado, inconsciente, debido a la caída por la brecha. Sabía que no estaba muerta, pues le vi respirar, aunque fuese un poco.
–¿Y dónde está Darkia?
–No se sabe, debería de estar dentro de Diana...
Miré la pantalla. El lugar que veía me recordaba mucho a la Tierra. Parecía uno de esos bosques, pero había sido destruido.
Muchos cuerpos de ángeles y demonios ocupaban la mayor parte de la visión. La guerra había sido una masacre, con la victoria de Satan. De pronto, divisé una diablesa encapuchada que cogía a un caído entre sus brazos.
–¿Qué está haciendo ese demonio? –Cuestionó Ia inquieta.
Cuando vi la larga melena y su vestido oscuro, supe quien era.
–¿Sublatti?
–¿Sabes quién es, Lelahel? –Dijeron ambos.
–Ella... Ha encontrado a Diana. Era una antigua amiga, que fue consejera de Satanás. Cuando encarcelamos a Yandak, el comandante, ella se ofreció como su vigilante, y escaparon juntos, teniendo un hijo.
–Un momento... ¿Sublatti es la madre de Azazel, hijo de Yandak?
–Sí, lo es. Yo le pedí a Sublatti que buscase a Darkia, o mejor dicho Diana. Sabía que Satanás sería asesinado por Darkia, y, seguramente, ella también. Si se unía a Darkia, podía salvarse y encontrar a Yandak y a su hijo. Cometí un grave erroe en intentar atacar a Diana sin saber lo que era en realidad.
–¡¿Intentaste matar a Diana?! –Exclamó la humana, sorprendida.
–Bueno... Yo también iba a desaparecer de todas formas. Si yo siguiera viva, hubiese muerto a manos de Diana también, pues sabría que ella sería la elegida. Todos los del infierno le atacarían, y ella sería protegida por los suyos. Si Satanás gana... Los tres mundos serían un caos. Debo detenerle, aunque deba traicionarle e ir al otro bando.
–Veo que estás decidida. Has cambiado mucho desde que te conocí –dijo el dios. Eso me hizo sentirme orgullosa, y sin querer, sonreí.

Ayúdame...

–¿Habéis oído eso? –Miré a todos lados, confundida.
Ellos me miraron extrañados.
–No, no he oído nada... –Contestó Ia con decepción.

Por favor... Ayúdame...

Alguien me está pidiendo ayuda... ¿Por qué no escucháis esa voz?

Mi alma... No lo soporto... Ven...

–¿Hay una voz hablándote? Nosotros no escuchamos nada...
–Es raro...
–¿Y si fuese Darkia? –Habló el Creador sorprendiéndonos.
–¿Darkia? –Dijimos las dos a la vez.

Te lo suplico... Ven...

La voz se hacía más pesada y se oía cada vez más lejos. Coloqué mi mano en el pecho y cerré los ojos. Esa voz... Era tan cercana. Sabía quién era.
–Darkia... Me está llamando. Me necesita. No sé qué es lo que quiere de mí, y cada vez le escucho menos...
Mi cuerpo se derrumbó. Sin motivo alguno, me sentí muy débil. Caí en lod brazos de Ia.
–¡Lelahel! ¿Qué te ocurre?
–No lo sé... Me siento muy mal... Es... Como si tuviera mucho sueño. No sé que pasa... Ella me necesita... Acudiré en su ayuda... Volveré, de verdad. Estaré bien. Cuidaré de Diana hasta que Darkia venga... –Cerré mis ojos, sintiéndome transportada.

~~~
Parecía que estaba tumbada y envuelta en algo. Entreabrí un ojo. No sabía dónde estaba ni cómo llegué ahí. Con un ojo, no podía ver demasiado y, a parte, no tenía nada de fuerzas. No podía mover mi cuerpo.
Escuché una voz y un sonido. Parecía ser que alguien abrió una puerta. Cerré el párpado. De repente, noté que ese alguien elevaba mi cuerpo y lo llevaba a otro lado. Pude diferenciar tres voces, entre ellas dos adultas y una de un niño. Me quitaron la manta y me cambiaron de ropa, siendo muy fina y ligera. También me tumbaron en una cama, donde mi cuerpo pedía descansar.

~~~
¡Papá! ¡Mamá! Por favor... No me dejéis... Cumpliré con vuestros deseos... Haré que sea leyenda exista... Os lo suplico, no os vayáis... ¡Por favor!

Veía unas imágenes tristes, siendo repetidas constantemente. Eran la muerte de dos ángeles, cada una distinta. Sostenía el cádaver, llorando y gritando. Desconocía sus identidades, pero algo me decía que tenía relación con Diana.
Todo desapareció, convirtiéndose en nada. A lo lejos, pude ver una figura. Estaba sentada en suelo, de espaldas, llorando. Se tapaba el rostro con sus brazos, para esconder su dolor.
–Diana... Ya estoy aquí.
Ella dio la vuelta, secándose las lágrimas.
–Has venido... –Dijo con una sonrisa forzada.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora