Comandante infiltrado

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Orgullosa y contenta de los alagos del jefe de los demonios, sabía que muy pronto me darían una nueva misión. Mientras tanto, decidí dar un paseo por el infierno. A pesar de llevar unas cuantas semanas, ya lo conocía bastante. Fui a visitar a Cerbero, pues no lo veía desde hace mucho. Entré en la cueva y lo llamé, pero no contestó. Me dirigí al fondo de la cueva, hallando a la bestia tumbada. Parecía asustado. Me arrodillé y acaricié sus tres cabezas.
–¿Cerbero? ¿Qué pasa? –Al oír mi voz, su cola se movió un poco.
Con una de las cabezas, señaló hacia la pequeña entrada que estaba situada a mi izquierda.
–¿Qué hay ahí? –Me levanté lentamente. Atravesé el agujero e investigué hasta donde iba. Se escuchaban voces. Sigilosamente, me encondí pegando mi cuerpo a la pared. Distinguí unas tres voces.
–Parece que nuestro plan funciona –dijo uno de ellos.
–Hay que tener cuidado, podrían descubrirnos –respondió otro, con una voz más juvenil.
–¡Callaos! Estáis armando mucho alboroto. Nuestra misión es dar información al Creador de un nuevo movimiento de Satanás –murmuró este último.
–Sí, comandante.
"¿Comandante?¿Qué hacen ellos aquí? Han sido enviados por... Tengo que hacer algo. No permitiré que hagan daño a Satanás" –pensé.
Salí de mi escondite, ocultando mi rostro con la capucha.
–Eso no va a pasar. Lárgaos –interrumpí.
–¿Quién eres tú? –Preguntó el líder de los tres. Como deduje, eran ángeles. El aspecto del comandante era de cabellos castaños, ojos azules, robusto, alto, postura firme. Llevaba una gran armadura dorada y plateada, junto con una capa roja.
Los tres soltaron un sonido de asombro.
–Da igual quién soy. No permitiré que paséis de aquí –Dije poniéndome en la salida.
El del medio(el comandante) me observó.
–¿Eres un ángel? –Preguntó.
–No pienso contestarte. Márchaos –repuse.
Él se negó de nuevo. Desenfundó su espada y me miró desafiante.
–No me iré y no me gustaría hacerte daño.
Se aproximó para atacarme. Me estaba molestando.
–No te lo repito más...
–Yandak –interrumpió mi frase.
El ángel pegó un salto y lanzó su espada hacia el frente. Creyendo que me haría daño, esquivé el ataque, desviándome de la salida.
–Tú lo has querido –dije antes de derrotarlo. Invoqué a mis dos espadas, que ardían con sus respectivos colores.
Al contemplar mi adversario mis armas, aproveché para golpear a la suya, dejándolo desarmado.
–¿Dos espadas divinas? ¿Cómo? Son la... –Dijo atónito.
–Nunca me subestimes. Ahora, iros o sufrir las consecuencias. Sois una vergüenza intentando infiltraos aquí –di la vuelta para regresar con Cerbero.
El comandante, antes de irme, gritó:
–¡Espera! ¿Por qué estás de su parte?
No tuve la intención de responder a su cuestión, pues él no sabía nada sobre mí, ni el comandante ni sus dos esbirros.
Calmé a la pobre bestia, que esta vez, estaba muy nervioso.
–Ya estoy aquí, Cerbero. No pasa nada, ¿vale? –dije con cariño.
Me respondió ladrando tres veces, y se sentó moviendo la cola alegremente. Me despedí de Cerbero y creé un portal para volver al castillo. Dormí un poco, hasta que un ruido me despertó. Ese alboroto no era muy común y, además, se escuchaba cercano a mis aposentos. Algo había pasado.
Con prisa, me dirigí a la sala del trono para pedirle explicaciones al jefe de los demonios.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora