Infierno ardiente

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Nada más me pareció raro que ese lugar al que me había llevado el portal. No sabía dónde estaba, pero por el calor, podía estar en el infierno. Ese paisaje estaba teñido de rojo como el fuego, que a veces tiraba a amarillo. Sus temperaturas eran bastantes elevadas, pero poco a poco pude adaptarme.
Me di cuenta que tenía una ropa distinta a la que tenía en la guerra, pues constaba de un pantalón ancho de pie oscuro, un chaqueco sin mangas casi del mismo color. Ni siquiera llevaba zapatos, aunque no me quemé los pies a pasar del sitio. ¿Qué me había traído hasta aquí?
Mis pies descalzos entraron en contacto con el caliente y rocoso suelo, comenzando a andar. Si estaba allí, era por que alguien me buscaba.
Avancé sin rumbo, y en el horizonte vi dos siluetas.
"Serán dos demonios vigilantes. Según lo decían los ángeles, ellos están mejor preparados y armados" –dije a mis adentros.
Las dos criaturas infernales se pusieron a la defensiva al verme.
–Vengo en son de paz –alcé una de mis manos.
–¿Para qué habéis venido? –preguntó uno de ellos.
–Algo me trajo aquí. No busco pelea- levanté mis brazos en señal de inocencia.
–Mmmmm... Os dejaré pasar, pero si hace algo extraño, no dudaremos en acabar con usted –los dos me dejaron el camino libre.

~~~
Después de un largo camino sin encontrar nada, hallé un enorme castillo de tonos rojizos, típico en ese mundo. Parecía que nadie lo vigilaba, así que decidí investigar.
Los pasillos estaban un poco oscuros, iluminados por unas antorchas. El suelo y las paredes estaban totalmente hechas de piedra, pues mis pies notaron su textura.
Llegué a una pequeña puerta de madera medio destrozada e hizo un gran chirrido que la abrió podiendo acceder a la siguiente sala. Allí, me encontré una gran sorpresa. Una diablesa.
–¿Quién eres? –Gritó desde lo lejos. Su aspecto me asombró bastante. Cuerpo de una mujer joven, piel rojiza, unos cuernos situados en la cabeza, pelo(¿pelo?) negro, largo y liso. Vestía de un sencillo vestido negro, que le llegaba hasta un poco más arriba de los muslos. Como yo, tampoco poseía calzado.
–Eso no importa ahora –contesté.
–No dejaré que entres hasta que me lo digas. O por las buenas, o por las malas –dijo desafiante.
–Verás, algo me ha traído hasta aquí y sé que está más allá, pero tengo un problemilla: TÚ estás en medio. Yo también te digo lo mismo, no quiero pelear-crucé mis brazos mirándola. Me había fijado en su cuerpo, sin embargo, no en sus ojos. Eran de un verde muy llamativo, o hipnotizantes. –Entonces... No te dejaré pasar, desconocida –se puso en posición de ataque, haciendo aparecer una bella espada de sus manos.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora