La última voluntad de Lelahel

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Sublatti estaba en su celda, sin pensar, solo mirando a su alrededor. Las pobres bestias no podían hablar con ella ni podía hacer más. A sus espaldas, apareció algo extraño. La diablesa se acercó para observarlo, pero una voz en su cabeza le recordó lo que tenía que hacer. Esas palabras que le dije antes de irme al cielo, en busca de Diana. Vertió un brazo primero y, después, todo el resto del cuerpo.
Si había aparecido aquello, ella imaginó que algo malo me había pasado.

Diana no se había marchado, pero pude escuchar su voz.
–¡Lelahel!
En ese momento, el otro ángel desapareció. Abrí los ojos, viendo como la diablesa me cogía entre sus brazos, como yo hice con ella anteriormente.
–¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás así? –Vio mi herida, e intentó curarme, pero se lo impedí.
–No lo hagas, ya es tarde para mí –mi voz temblaba, pues cada vez perdía más sangre.
–¡No digas eso! ¡Te curaré e iremos juntas de vuelta al infierno!
Agarré sus manos y le hice el hechizo de la anulación, el cual utilicé una vez contra Satan. Ella intentó de nuevo sanarme, pero fue imposible.
–¿Pero qué...?
–Lo siento mucho, Sublatti. Cometí un grave error. Yo... Solo intentaba que estuviésemos juntos siempre y ver el amanecer de nuevo... Como prometimos... Pero no he podido. Parece que ha llegado mi fin...
–¡Eso no es verdad! Te pondrás bien, ¿verdad? No dejaré que te vayas... –Unas lágrimas empezaron a salir de sus lágrimas–. Lelahel... Tú no te irás.
–Ojalá pudiera decir esoluz Ya es tarde para mí y para Satanás, pero tú puedes salvarte, Sublatti.
–¿Qué dices? ¿Quién te ha hecho esto? Ese... Ángel...
–Déjame terminar. He de decirte unas cosas, pues será mi última voluntad. Dile a Satan estas palabras: "En la Tierra, existe alguien con un libro en el que cuenta que un ángel le vencerá y traerá la paz a los tres mundos".
–¿Un libro? Quieres decir que él...
–Le has visto huir, ¿verdad? Ella... Es mi luz. Únete a ella, ayúdale, cuídale. Ella traerá la paz.
–Eso sería traicionar a Satan... No...
–Te llevará hasta tu hijo. Satan hará una gran locura que no podrá nadie detenerlo, pero ella sí. Te pido que lo hagas, como tu mejor amiga... –Tosí, saliéndose un poco de sangre por mi boca. Cada vez el dolor era más leve y mi corazón latía cada vez más lento–. Sublatti... Siempre fuiste mi enemiga desde un principio, pero con el tiempo te convertiste en alguien muy importante para mí... Al igual que Satan... Siempre seréis mis mejores amigos... Y jamás os olvidaré. Sé que no me recordaréis, y habrá alguien mejor para ti, te lo aseguro...
–Yo tampoco te olvidaré... Nunca lo haremos... –Acaricié su rostro empapado y entristecido.
–No estaré en vuestra memoria, pero... Estaré en vuestro corazón... –Volví a toser con más intensidad–. Toma, es un regalo –me quité mi medallón, que ya no contenía nada–, quiero que lo tengas tú. Estará en buenas manos...
Ella lo agarró con una de sus manos con fuerza, y con la otra abrazó mis manos.
–¡No te vayas, por favor! ¿Qué haré sin ti? No lo hagas...
–Veo que por fin tus uñas están iguales cortadas... Qué recuerdos... –Le miré, sonriendo–. No cambies nunca... Hace un tiempo... La verdadera Lelahel murió a manos de una diosa... Separando su alma en dos partes... Ella y... Yo. Como útima cosa... –Mi garganta se estaba esforzando demasiado, pero continué hablando–. Cuando deje mi corazón de latir y mis pulmones de respirar, llévame ante Satan... Siento... No... Haberme... Despedido... –Mis ojos fueron cerrándose, y Sublatti gritó desesperadamente por mí–. Algún... Día... Nos vol... Eremos a ver... Y... Vere... Mos... El... A... Mane... Cer... Como... Prometimos...

Mis párpados se cerraron del todo. Mi corazón dejó de latir y ya no respiraba.
De pronto, sentí como si mi alma saliese de mi cuerpo, pudiendo ver lo que ocurría. La diablesa sostenía mi cuerpo y lo abrazaba mientras lloraba. Ella me llamaba, sin obtener resultado. Subió mi cadáver a sus hombros y volvió a su cárcel, cerrándose el portal. Forzó la cerradura para abrir la puerta, y corrió cargada con lo que era yo hasta la sala del trono. Dejó el cuerpo a los pies de Satanás, quién se sorprendió al verlo. Se arrodilló ante él y tocó los cabellos rubios. Le preguntó algo a Sublatti algo que no logré escuchar.
Podía verles pero no oírles. Ella le respondió con un sollozo explicando lo ocurrido. Cogió entre sus brazos a la muerta y la estrechó entre sus brazos, llorando también.
Era la primera vez que le vi llorar a Satan.
Sublatti le abrazó a él y juntos rompieron a derramar lágrimas.

Estaba muerta... Y mi alma también desaparecería. Todo se volvió negro.
Sobre mi mejilla, cayó una lágrima, la última lágrima.

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora