Tomar un respiro

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El escudo hecho por el despertar de Uzziel aguantaba cada uno de los golpes de Adán, quién no parecía muy contento. Sus gritos apenas se escuchaban por los estruendos, y lo poco que quedaba del mundo excepto donde estábamos nosotras, se extinguía. Las tres solo contemplamos cómo esa destrucción se llevaba a cabo, tal vez si no hubiésemos tenido la protección podríamos haber muerto. Pero él no se rendía. Sus labios seguían moviéndose, era un no parar. 
Me miré las manos, las cuales ya no tenían el color de mi piel. El tiempo se acaba, y mi respiración era cada vez más pesada. En el reflejo del escudo vi mi rostro oscurecido. Debía terminar con esto. Apoyé mi mano en el hombro de Uzziel. 

—Abre el escudo, protege a Darkia. 
—¡Pero tú...!
—Por favor, solo yo puedo vencerle, tu poder no aguantará mucho más. 

Y era verdad, su defensa se estaba llenando de fisuras. Asintió cabizbaja. Darkia y yo nos miramos, no necesitaba su aprobación, sabía lo que pasaría.

—Podría restaurar este mundo, aunque no será el mismo con tan poco, date prisa, tampoco tengo mucho tiempo —. Su traje cambió a ser el que tenía desde hace mucho, su poder iba desapareciendo. 

Tomé un respiro y salí. Andar en medio de la nada era como volar sin alas, en mis pies era reconfortante, pero a su vez doloroso. Al ver a Adán... Lo entendí todo, su sufrimiento, tenía que zanjarlo. Paré el tiempo, me había guardado esto porque para usar este hechizo se necesita mucha magia y estar tranquilo, sin necesidad de pronunciarlo. Lentamente fui hasta él y cuando el efecto del hechizo desapareció, Adán tenía dos espadas clavadas en su pecho, y su recuperación no fue capaz de evitar su muerte. 

—Ya basta, Vinn, ¿no crees que hemos vivido lo suficiente como para que destruyas el mundo? Ellos no tienen culpa de lo pasó, el Creador murió hace tiempo, podrías haber hecho otras cosas, como tener amigos, familia... Incluso ya es tarde para mí.
—Lelahel... Otra vez me dejé controlar... Y por esa mala bruja, tú siempre me entendiste, ayudaste, y te lo pagué así. Lo siento... —dijo entre lágrimas mientras se desvanecía—. Lo siento tanto... No sé cuántas veces ni lo que hacer para compensarte por lo que hecho... Debes saber una cosa —. Se apoyó en mi pecho—. Ten cuidado con Paradise, ella no es lo que parece, es la muerte en persona. 
—Lo tendré —, sonreí— tengo por seguro. Ahora, descansa en paz. 
—Gracias... Por no dejarme solo... 

Y se fue. En parte me dio pena, recordé esos momentos juntos, pero eso ya pasó. Gracias al poder de Darkia, se pudo restaurar una pequeña parte del mundo, dudaba que podría bastar. Al menos llegó hasta mí, pues estar mucho tiempo en el paraíso era peligroso. Mis dos compañeras de batallas se acercaron, alegres por la victoria. 

—Lelahel, ¿estás...? ¡Oh, no! —exclamó Uzziel al verme. Nada bueno me estaba pasando. 
—¿Qué significa que tu cuerpo se vuelva negro? —preguntó Darkia, parecía preocupada. 
—Su permanencia en este mundo se está acabando y si no vuelve podría morir... ¡Pero yo no sé cómo hacerle volver! Paradise fue quien le trajo aquí...
—¿Cómo que Paradise? ¿Vas a explicarme que pasa? ¿Voy a morir sin saber la verdad? —. Agarré uno de sus brazos con fuerza, estaba enfadada. 
—¡No lo sé! Tarde o temprano vendrá por ti, y también por mí...  

Quien se iba a ir era Darkia, su figura comenzaba a ser transparente. 

—No sabré cómo será el final, pero al menos podré hacer algo —en sus manos apreció una bola azul, igual que la que me entregó John. La posó en las mías, la cual entró en mí. La sensación fue refrescante, sentía algo tan familiar, eran sus sentimientos—. Bueno, ya nos veremos —. Se cubrió su ojo izquierdo con una máscara negra con unos adornos grises. Antes de irse, chocó cariñosamente su frente con la mía, sin dejar de sonreír. 

Solo quedábamos Uzziel y yo. 

—No quiero que descubras la verdad, no quiero que vuelvas a sufrir, yo quería que fueras feliz... Ya no se puede hacer nada, sé que haga lo que haga Mebahel no volverá, y cuando pase, me dejarás como lo hizo ella —. Unas lágrimas cayeron sobre el césped verde que todavía conservaba su bonito color. Se dejó caer de rodillas, no sé qué tenía en mente, pero la mía me dijo que necesitaba un abrazo.
—Aunque no esté para siempre, lo haré mejor que Mebahel y seré tu refugio, lo prometo. 

Se abrazó con fuerza a mí y dijo:

—De todas las versiones de ella, tú eres la mejor de todas. Mi madre murió por unirse al bando de la oscuridad, fui expulsada y cometí el error de unirme a ellos, cuando volví a la luz, ya era tarde, si hubiese sido más fuerte podría haber parado la locura de mi padre. Con los tres poderes empecé a crear mundos parecidos y en uno apareciste tú, pero fue destruido porque no fui capaz de acercarme a ti. Este mundo es una farsa, solo nosotras somos reales, las únicas que quedamos. La Darkia malvada es del verdadero, como tú, aunque me alegro de haber conocido a la que aquí, gracias a ella ha sido todo distinto. 

De repente, se oyó un golpe. Me sobresalté e invoqué las armas. El sonido era como un cristal rompiéndose, Uzziel mantenía la tranquilidad.

—Ya está aquí, nos ha encontrado, espero que estés lista para luchar. 

Nuestro alrededor se rompió en mil pedazos, y recibí un gran golpe en el estómago que me dejó inconsciente. Lo último que recuerdo era ver la cara de Darkia y una desconocida, pero sus ojos me hicieron ver quien era, y una voz que provenía de mi cabeza. 

"Ayúdame... Yo no quise esto...".

Dishonored Angel(#0.2)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora