*POV Camila
Los días pasaron, no tan despacio como me hubiera gustado ni tan rápido como parece. El sol pegaba en mi rostro, mientras esperaba a Lauren recostada en el carro de su papá.
-pensé que te habías arrepentido. –comenté, cuando ella salió por la puerta.-
Lauren: te lo prometí, no? –asentí.- pues bueno, aquí estoy. –me dio un beso en la frente cuando llegó a mi lado.-
Taylor venía atrás reclamando.
Taylor: pero Laur, te prometo que me quedo quieta. –intentó argumentar nuevamente. Venía haciendo eso desde antes.- no voy a interrumpir.
Lauren: claro que lo harás. –dijo firme.- ella perderá la concentración. –explicó por millonésima vez.-
Tayloy: no seré una distracción. –respondió, por la que también debía ser la millonésima vez.-
Lauren: Taylor, ve allá donde tu novio va. –mandó, jugando.- después que ella aprenda lo básico pasamos por ti.
Taylor: pero quiero ir con ustedes ahora. –se cruzó de brazos, haciendo berrinche.-
Lauren: yo no soy una profesora, no voy a poder enseñar contigo analizándome desde el asiento trasero. –la vio.- ahora sé una buena hermana y comprende.
Taylor: si no me vas a buscar de aquí en máximo dos horas te llamaré cada cinco minutos. –dejó el aviso y entró a la casa.-
Lauren: ya era hora. –me vio.- ella está berrinchando en mis oídos desde las siete. –rodó los ojos, sonreí.-
-estás segura que esto funcionará? –mordí mis labios, nerviosa.-
Lauren: claro que sí. –afirmó.- no estarás dudando de mi capacidad como profesora o sí? –arqueó una ceja, negué con la cabeza.- perfecto. –sonrió.- hm, primero ven acá. –la seguí hasta el frente del carro. Ella abrió.- motor Camila, Camila motor. –presentó.-
Me tomaron dos segundos para recordar el día en que busqué el motor en el maletero. Y dos más para asimilar que ella no lo había olvidado.
-un placer. –sonreí.-
Lista para mi clase de manejo con Lauren.
*POV Lauren
Piensa en alguien atropellado. Ok. Ahora multiplícalo por cien. Bien. Ahora súmalo con la misma cantidad de distracción. Y ahora multiplica el resultado por todas las estrellas del universo. Tal vez te acerques a descubrir cuán complicado esta siendo esta clase.
-Camila, coloca las dos manos en el volante. –dije creo que por milésima vez.-
Camila: sólo estaba acomodando mi cabello. –se defendió.- mi pava se cae a cada rato. –me vio.-
-mira hacia el frente. –ordené.-
Camila: no me gusta hablar con las personas y no verlas. –explicó.- es falta de educación. –se defendió.-
-te prometo que no me molestara que lo hagas. –garanticé.-
Camila: MIRA AQUELLO. –gritó, viendo hacia un lado.- aquel vestido es simplemente perfecto. –comentó, al ver un vestido en una vitrina.-
Y el carro dirigiéndose hacia el mismo lugar al que ella miraba.
-CAMILA –llamé su atención.-
Camila: Ay. –miró hacia el frente, asustada.- discúlpame. –sonrió.- tengo un mosquito cantando en mi oído. –quitó una mano del volante para quitar el tal mosquito.-
-Camila… -reprendí.- …las manos. –murmuré.-
Camila: qué tienen? –las miró.-
-deberían estar en el volante. –expliqué.- las dos.
Camila: por Dios… -dio un pequeño gruñido.- que cosa tan aburrida.
-necesitas prestar atención en la carretera. –comenté.-
Camila: pero no hay nada qué ver en ella. –dijo con voz monótona.- además, ni siquiera me dejas ir rápido.
-si, no pretendo morir todavía. Y no reclames, por lo menos pude enseñarte lo básico.
Paramos en un semáforo, pero cuando se puso en verde ella se trabó y no pudo volver a conducir nuevamente. En segundos comenzaron a tocar las bocinas detrás de nosotras.
Camila: AAAAAAAAAAAAHHHHH. –gritó, soltando de una vez el volante.- ….me están poniendo nerviosa. –dijo con los ojos llenos de lagrimas y se cruzó de brazos.- no me muevo hasta que paren con la presión.
Listo, ahora se estancó